Studia Croatica

STUDIA CROATICA

 

Revista Croata de Estudios Políticos y Culturales

 

Año I, Buenos Aires, julio-septiembre de 1960, N° 1

 

Studia Croatica. 2

Himno Nacional Croata. 7

Canto a la Libertad. 7

El Himno Nacional Croata. 8

Affaire Stepinac. 10

El Proceso del Cardenal Stepinac. 22

Pastor, Héroe y Martir 27

Documentos. 39

Palabras del Papa Pio XII sobre el Cardenal Stepinac. 39

Papa Juan XXIII sobre el Cardenal Aloysius Stepinac. 39

Declaraciones de Stepinac ante el Tribunal Popular de Zagreb el 3 de Octubre de 1946. 41

Testimonio del Presidente de la Asociacion Judia Norteamericana. 45

Testimonio de Ivan Mestrovic. 45

La Ultima Carta del Cardenal Stepinac Carta al Tribunal del Distrito de Osijek. 49

Croacia en la "Geografia Blaviana". 52

Anepifania Americana de un Insigne Humanista Croata. 65

Nueva Clase y Nacionalismo. 68

Partitura del Himno Nacional Croata. 83

Croacia –  Datos Geográficos, Económicos e Históricos. 84

Crónicas y Comentarios. 89

 

 

 


STUDIA CROATICA

 

La presente publicación está destinada a la opinión pública de los países iberoamericanos, particularmente a quienes por su vocación o función tienen interés por el estudio de la situación imperante en la Europa Central y del Sur, zonas sometidas actualmente a la presión comunista. Es, esta publicación, auténtica expresión de los exilados croatas, entre los que se cuentan no pocos intelectuales, víctimas de la persecución comunista. Impulsa a los iniciadores el deseo de informar al mundo libre sobre el acervo histórico- cultural de su vieja patria, sobre sus sufrimientos, los acontecimientos y la lucha que sobrelleva por la libertad y la independencia. Los mueve, al par, el agradecimiento hacia las repúblicas americanas, en las que encontraron una nueva patria hospitalaria, lo que retribuyen comunicándoles sus experiencias con el comunismo, que hoy en día constituye el enemigo común en todo el mundo libre. Es posible ofrecer una resistencia exitosa en la defensa de las libertades individuales y nacionales y de la dignidad humana, contra la opresión comunista, únicamente si se conocen a fondo sus tácticas y sus fines. Pues la causa fundamental de tantos fracasos de las democracias occidentales después de la segunda guerra mundial, estriba en el desconocimiento de la verdadera naturaleza del bolchevismo.

 

Croacia es un pequeño país europeo a quien cupo el destino trágico de haber perdido su libertad nacional, por lo que ni siquiera figura en los mapas políticos como nación, aunque lo fue por más de mil años y actualmente posee todas las condiciones para participar en un pie de igualdad en la comunidad de las naciones libres.

 

Hasta 1918, Croacia, como reino asociado con atributos estatales propios, integraba la comunidad danubiana de los pueblos de nuestra cultura occidental bajo el cetro de la dinastía de los Habsburgos. Terminada la primera guerra mundial, Croacia se vio privada del derecho democrática de autodeterminación y, entre las dos guerras mundiales, se la constituía en parte integrante de Yugoeslavia, regida por la dinastía servia de Karageorgevic. El rey dictador Alejandro I negaba oficialmente hasta los atributos de la nacionalidad croata, poniendo fuera de la ley a los patriotas, partidos políticos e instituciones nacionales croatas. En 1941 se produjo el desmembramiento de la Yugoeslavia monárquica y al mismo tiempo fue fundado el Estado Independiente de Croacia, suprimido en 1945, por la fuerza por los comunistas, que lo reintegraron a la segunda Yugoeslavia, comunista y supuestamente federal, en la que Croacia, con su territorio considerablemente amputado, constituye una de las seis repúblicas populares, gobernadas todas en forma centralista desde Belgrado, capital de Servia. De este modo Croacia se halla en doble esclavitud: despojada de su libertad nacional y víctima del terror comunista.

 

Aunque se trate de un lejano y sojuzgado país europeo, actualmente son tales las relaciones en el mundo que ni las naciones sudamericanas -que representan no solamente una reserva moral y material de nuestro mundo occidental, sino que evidencian una fuerza real y ejercen influencia cada vez mayor en la comunidad de las naciones libres- pueden ignorar las experiencias de los pueblos cautivos en la ancha franja que corre desde el Adriático hasta el Báltico, es decir, desde Croacia en el sur hasta Finlandia en el norte.

 

En esas posiciones defensivas de la frontera oriental del mundo occidental Croacia ocupa uno de los puestos clave. Durante más de un milenio tiene en posesión legítima la mayor parte de la costa oriental del Adriático, en lo que se extiende entre los Alpes, el Danubio y los Balcanes: Ubicada en este punto neurálgico, fue durante siglos el guardián fronterizo, el defensor de los valores de la sociedad occidental frente a las arremetidas de Bizancio, de los mogoles y los otomanos en una zona altamente sensible, como vecino contiguo al espacio apenino y alpino, sedes del papado e imperio, instituciones éstas que a través de siglos han sido la expresión fiel de la unidad occidental.

 

Por eso tuvo justificado motivo el Papa renacentista León X cuando calificó a Croacia "scutum saldissimum ac antemurale Christianitatis".

 

En la época moderna, Croacia, que por su Lengua pertenece al grupo lingüístico eslavo, está expuesta a los embates del imperialismo ruso, primero zarista, luego soviético. La resistencia tenaz y sacrificada que los países cautivos ofrecen a la opresión comunista reviste el carácter de la defensa de la cultura occidental frente a las embestidas de bolchevismo, que es una forma rusa específica del marxismo, unido indisolublemente a la tradición autocrática y césaro-papista del mundo de cultura y civilización de la Europa Oriental, cuyo exponente principal fue otrora el imperio bizantino y en los tiempos actuales el imperio ruso.

 

Tan pronto ocuparon los comunistas a Croacia, empezaron una acción exterminadora de todas las tradiciones arraigadas, de todas las vinculaciones espirituales con el mundo occidental, imponiendo no solamente nuevas instituciones, opuestas al espíritu croata, sino una nueva mentalidad. Esta presión pudo concretarse en forma violenta a causa de las siniestras circunstancias que forzaron a los croatas, en virtud de los tratados de paz de 1919, a vivir en el Estado plurinacional yugoeslavo, heterogéneo v antagónico en cuanto a cultura, política y credo religioso, bajo la hegemonía de la Servia balcánica, país éste donde incluso actualmente predominan las tradiciones e influencias bizantinas y rusas. En ese sentido, Yugoeslavia, en la cual Servia ejerce dominación sobre la mayoría no servia, es análoga a Rusia, que no solamente domina a tantos pueblos de la Unión Soviética, sino a numerosos países satélites, entre ellos antiguas naciones que son parte integral del mundo occidental. De este modo Yugoeslavia aparece como la Unión Soviética "en pequeño", incluso después del conflicto entre Belgrado y Moscú, cuando se creó el término del "comunismo nacional".

 

Existen, además, otros motivos que hacen oportuna esta publicación en el ámbito de la lengua de Cervantes. Existen antiguos y vivos vínculos entre Croacia y el mundo hispánico, que deben ser mantenidos y estrechados aún más.

 

Todavía a principios del siglo XVI, en un momento crítico de la historia europea y de la propia, Croacia jugó un papel activo en la constelación política, cuya fuerza principal era España. En aquella época, el poderío militar del reino húngaro-croata quedó destruido y con él la última resistencia a la penetración osmanlí, cuya meta era conquistar Roma y llegar al Rin. Los países occidentales concertaron una amplia colaboración con fines defensivos, muy similar a la existente hoy. Se concretó en aquel entonces una firme comunidad defensiva entre los países danubianos bajo la égida de la casa de Austria y con apoyo del imperio español. Los croatas eligieron en 1527 como su rey a Fernando I, hermano de Carlos V, "en cuyo imperio no se ponía el sol", siendo así uno de los primeros fundadores de la comunidad que con razón fue denominada "Pequeña Europa". Los croatas permanecieron fieles a esa comunidad durante cuatro siglos, hasta el término de la primera guerra mundial, cuando se operó la "balcanización" de la cuenca danubiana, dando pábulo a la aventura nacional-socialista y luego a la dominación soviética.

 

Además, existen otras relaciones más expresivas e íntimas entre Croacia y el mundo hispano. Los croatas son genuinamente un pueblo marítimo, participando ya en la temprana Edad Media en las batallas marítimas contra los sarracenos; tomaron parte también en la hazaña del descubrimiento del Nuevo Mundo y especialmente en su construcción. Ya en el siglo XVI hallamos en el suelo americano a grupos de croatas, que no llegan como conquistadores sino como pobladores. Como país, que actualmente supera siete millones de habitantes, el aporte de los croatas al adelanto de las Américas fue relativamente muy alto, totalizando dos millones de inmigrantes, aproximadamente, de los cuales varios centenares de miles se hallan radicados en las repúblicas sudamericanas, mayormente como agricultores y hábiles marineros, que entre otras cosas fundaron la flota mercante argentina (los hermanos Mihanovic). Los croatas, debido a su civilización occidental y la religión católica, se compenetran y asimilan sin dificultad con la población de la América latina. Hasta los tiempos más recientes constituyen el contingente inmigratorio principal del territorio de la Yugoeslavia de hoy. Aunque llegaron con los pasaportes austríaco o yugoeslavo y en sus documentos no figura su nacionalidad croata, no por ello dejaron de ser descendientes croatas. En cuanto al intercambio comercial entre Yugoeslavia y las repúblicas sudamericanas, los productos de Croacia ocupan el primerísimo lugar.

 

Finalizada la segunda guerra mundial, se produce la triste migración masiva de los países europeos, caídos bajo la férula comunista. La ola de los refugiados croatas era muy alta. La expatriación forzosa aún continúa, aunque erizada de peligros. Los croatas se hallaban entre los primeros refugiados de la posguerra y pasaron por trances muy difíciles hasta que los países del Nuevo Mundo, en gesto magnánime, no les abrieron sus puertas, en primer lugar la Argentina, Venezuela, Estados Unidos, Canadá, Brasil y Chile. Trátase de millares de refugiados, de combatientes duchos y fraguados en la lucha anticomunista, que por eso saben apreciar el valor de las instituciones del mundo libre y sus esfuerzos por el progreso, la dignidad humana y nacional.

 

Por eso, los editores y colaboradores de "Studia Croatica", cuyo primer número coincide con el año del refugiado y con el sesquicentenario de la Revolución de Mayo en la Argentina, abrazan con igual amor a su vieja y a la nueva patria y se proponen informar e ilustrar con veracidad y rigor científico a la opinión pública hispana, sobre la situación prevaleciente en la efervescente frontera oriental de nuestra sociedad occidental, en esa tierra caliente donde en 1914 en Sarajevo, capital de las provincias croatas Bosnia y Herzegovina, fue disparado el primer tiro de la primera guerra mundial, por los terroristas servios que atentaron contra la vida del heredero del trono austro-húngaro y dieron motivo inmediato a la guerra fratricida (1914-18), que todavía no puede considerarse terminada hasta tanto no reine una verdadera paz, cuando todos los pueblos y todos los hombres tengan asegurada la vida en libertad, dignidad y justicia.

 

Tan pronto ocuparon los comunistas a Croacia, empezaron una acción exterminadora de todas las tradiciones arraigadas, de todas las vinculaciones espirituales con el mundo occidental, imponiendo no solamente nuevas instituciones, opuestas al espíritu croata, sino una nueva mentalidad. Esta presión pudo concretarse en forma violenta a causa de las siniestras circunstancias que forzaron a los croatas, en virtud de los tratados de paz de 1919, a vivir en el Estado plurinacional yugoeslavo, heterogéneo y antagónico en cuanto a cultura, política y credo religioso, bajo la hegemonía de la Servia balcánica, país éste donde incluso actualmente predominan las tradiciones e influencias bizantinas y rusas. En ese sentido, Yugoeslavia, en la cual Servia ejerce dominación sobre la mayoría no servia, es análoga a Rusia, que no solamente domina a tantos pueblos de la Unión Soviética, sino a numerosos países satélites, entre ellos antiguas naciones que son parte integral del mundo occidental. De este modo Yugoeslavia aparece como la Unión Soviética "en pequeño", incluso después del conflicto entre Belgrado y Moscú, cuando se creó el término del "comunismo nacional".

 

Existen, además, otros motivos que hacen oportuna esta publicación en el ámbito de la lengua de Cervantes. Existen antiguos y vivos vínculos entre Croacia y el mundo hispánico, que deben ser mantenidos y estrechados aún más.

 

Todavía a principios del siglo XVI, en un momento crítico de la historia europea y de la propia, Croacia jugó un papel activo en la constelación política, cuya fuerza principal era España. En aquella época, el poderío militar del reino húngaro-croata quedó destruido y con él la última resistencia a la penetración osmanlí, cuya meta era conquistar Roma y llegar al Rin. Los países occidentales concertaron una amplia colaboración con fines defensivos, muy similar a la existente hoy. Se concretó en aquel entonces una firme comunidad defensiva entre los países danubianos bajo la égida de la casa de Austria y con apoyo del imperio español. Los croatas eligieron en 1527 como su rey a Fernando I, hermano de Carlos V, "en cuyo imperio no se ponía el sol", siendo así uno de los primeros fundadores de la comunidad que con razón fue denominada "Pequeña Europa". Los croatas permanecieron fieles a esa comunidad durante cuatro siglos, hasta el término de la primera guerra mundial, cuando se operó la "balcanización" de la cuenca danubiana, dando pábulo a la aventura nacional-socialista y luego a la dominación soviética.

 

Además, existen otras relaciones más expresivas e íntimas entre Croacia y el mundo hispano. Los croatas son genuinamente un pueblo marítimo, participando ya en la temprana Edad Media en las batallas marítimas contra los sarracenos; tomaron parte también en la hazaña del descubrimiento del Nuevo Mundo y especialmente en su construcción. Ya en el siglo XVI hallamos en el suelo americano a grupos de croatas, que no llegan como conquistadores sino como pobladores. Como país, que actualmente supera siete millones de habitantes, el aporte de los croatas al adelanto de las Américas fue relativamente muy alto, totalizando dos millones de inmigrantes, aproximadamente, de los cuales varios centenares de miles se hallan radicados en las repúblicas sudamericanas, mayormente como agricultores y hábiles marineros, que entre otras cosas fundaron la flota mercante argentina (los hermanos Mihanovic). Los croatas, debido a su civilización occidental y la religión católica, se compenetran y asimilan sin dificultad con la población de la América latina. Hasta los tiempos más recientes constituyen el contingente inmigratorio principal del territorio de la Yugoeslavia de hoy. Aunque llegaron con los pasaportes austríaco o yugoeslavo y en sus documentos no figura su nacionalidad croata, no por ello dejaron de ser descendientes croatas. En cuanto al intercambio comercial entre Yugoeslavia y las repúblicas sudamericanas, los productos de Croacia ocupan el primerísimo lugar.

 

Finalizada la segunda guerra mundial, se produce la triste migración masiva de los países europeos, caídos bajo la férula comunista. La ola de los refugiados croatas era muy alta. La expatriación forzosa aún continúa, aunque erizada de peligros. Los croatas se hallaban entre los primeros refugiados de la posguerra y pasaron por trances muy difíciles hasta que los países del Nuevo Mundo, en gesto magnánime, no les abrieron sus puertas, en primer lugar la Argentina, Venezuela, Estados Unidos, Canadá, Brasil y Chile. Trátase de millares de refugiados, de combatientes duchos y fraguados en la lucha anticomunista, que por eso saben apreciar el valor de las instituciones del mundo libre y sus esfuerzos por el progreso, la dignidad humana y nacional.

 

Por eso, los editores y colaboradores de "Studia Croatica", cuyo primer número coincide con el año del refugiado y con el sesquicentenario de la Revolución de Mayo en la Argentina, abrazan con igual amor a su vieja y a la nueva patria y se proponen informar e ilustrar con veracidad y rigor científico a la opinión pública hispana, sobre la situación prevaleciente en la efervescente frontera oriental de nuestra sociedad occidental, en esa tierra caliente donde en 1914 en Sarajevo, capital de las provincias croatas Bosnia y Herzegovina, fue disparado, el primer tiro de la primera guerra mundial, por los terroristas servios que atentaron contra la vida del heredero del trono austro- húngaro y dieron motivo inmediato a la guerra fratricida (1914-18), que todavía no puede considerarse terminada hasta tanto no reine una verdadera paz, cuando todos los pueblos y todos los hombres tengan asegurada la vida en libertad, dignidad y justicia.

 

 

 


HIMNO NACIONAL CROATA

ANTUN MIHANOVIC (1796-1861)

 

Oh hermosa Patria nuestra,

Heroica tierra querida,

Solar de gloria antigua,

¡Seas por siempre dichosa!

Te amamos por tus glorias,

Te queremos a ti, única,

Bien amada por tus llanos

Bien querida por tus montañas.

 

Drava, Sava, Drina, corran,

Danubio, no pierdas tu brío,

Oh Mar azul, di al mundo,

Que a su Patria el croata ama,

Mientras el sol irradie sus surcos,

Y a los robles mezca el viento,

Mientras a sus muertos guarden las tumbas

¡Mientras el corazón le palpite!

 

 

CANTO A LA LIBERTAD

IVAN GUNDULIC (1589 - 1638)

 

Libertad hermosa, dulce y querida,

Don de Dios, bien supremo de la vida,

Causa verdadera de la gloria pura,

Unico decoro de la florida llanura.

Con vidas, con oro y con plata fina

No puede pagarse tu belleza cristalina.

 

                        Traducción: Vinko Nikolic

 

 


EL HIMNO NACIONAL CROATA

VINKO NIKOLIC

 

Para conocer a un país es preciso conocer a sus poetas, y por analogía, para comprender a un pueblo es necesario conocer su himno nacional, por resumir éste, en muchos casos, sus rasgos característicos. Aunque se sepa quien es el autor, cada himno se convierte en el acervo espiritual de la nación respectiva, en la auténtica expresión del alma popular. Los pueblos se sintetizan en sus himnos y se perpetúan de generación en generación a través de ese canto sagrado.

 

Por eso, la manifestación más genuina del ser nacional croata es precisamente su himno, reflejo fiel de su pasado, de sus ideales e inquietudes, compendio de su filosofía y su ética, de su idiosincrasia y la religión cívica, espejo de sus paisajes e imagen del hombre croata en lo humano y lo divino.

 

De la versión castellana de la primera y última estrofa del himno nacional croata, o sea de las dos estrofas que se cantan en ocasiones solemnes, se aprecia el entrañable amor de los croatas por su tierra de deslumbrante belleza, tan pródiga en héroes y mártires. Los paisajes croatas son un verdadero himno a la majestuosa belleza natural. El poeta evoca con afecto íntimo las olas azules del Adriático, los ríos, raudos y refrescantes, las montañas y los valles, con sus praderas y trigales.

 

En las demás estrofas se describe detalladamente la tierra croata y sus habitantes, las bellezas naturales y las distintas labores del campo. Las canciones, coplas y bailes completan el idilio de la vida campestre, mientras las melodías alegres resuenan por montes y valles. De esta sinfonía, apacible y bucólica, estalla un tono estridente, desgarrador: es el llanto y gemido que llega de Bosnia, mártir provincia croata, sometida entonces a los otomanos, donde los hermanos invocan la muerte para liberarlos de la esclavitud. El poeta, como respuesta, lanza un grito de guerra, invitando al pueblo croata a desplegar las banderas de combate, tomar armas y liberar a Bosnia, donde le espera la gloria de la victoria o la muerte honrosa.

 

Pasada esta tormenta, desaparecen las tinieblas, cede la congoja, apunta el nuevo amanecer, regocijante anunciador de la derrota del opresor. Luego, el poeta se dirige a la madre Patria para que no llore, que esté alegre, puesto que sus hijos han caído como héroes, sacrificando sus vidas en aras de la libertad y la unificación nacional. Como broche final de este majestuoso poema sinfónico se levanta el solemne juramento de lealtad a la Patria. El poeta pone como testigos a los ríos y el mar croatas, por eternos. Los hombres y las costumbres pasan, mas los fenómenos naturales perduran por voluntad del Creador para atestiguar el amor eterno de los croatas por su país, al que quieren y han de querer hasta tanto los rayos dorados besen sus trigales, el viento agite sus robledos, los muertos descansen en sus tumbas y palpiten corazones heroicos. El amor, amor sublime, pronto a los mayores sacrificios, incluso el supremo, da la tónica del himno nacional croata.

 

El himno croata es testimonio perenne del sentido ético de la gente croata. Cantando las proezas heroicas de los antepasados, no glorifica sus empresas de conquista cuando pocas veces, enrolados en los ejércitos austríacos, guerrearon fuera de sus fronteras. Sus ejércitos, movilizados por la Dieta croata y bajo el mando de su ban, no libraron guerras de conquista; defendían únicamente su suelo natal, la comunidad nacional y los valores culturales.

 

El autor del himno Antonio (Antun) Mihanovic (1796.1861), nació en Zagreb, capital de Croacia, donde cursó sus estudios secundarios y universitarios. Se desempeñó, entre otros cargos, como cónsul general del imperio austríaco en Belgrado, Salónica, Esmirna, Constantinopla y Bucarest. Servia en aquel tiempo era, de hecho, un protectorado de Austria, de modo que las leyes servias tenían visto bueno del cónsul austríaco. Se interesaba con predilección en los temas literario- lingüísticos y llegó a reunir una importantísima colección de valiosos documentos y manuscritos, llamada luego Collectio Mihanoviciana. En 1843, descubrió en la Montaña Santa de Atos el denominado Evangelio Zoograf, escrito en letras cirílicas. En Italia halló una copia manuscrita del poema épico Osman, obra del egregio poeta croata Ivan Gundulic (1589-1638), quien en la literatura croata ocupa el lugar que Cervantes en la española. Mihanovic además, publicó en Viena en 1815 un opúsculo en que abogaba por la introducción del idioma croata en la vida pública y en las ciencias, en reemplazo del latín. Es conocida también su disertación sobre el parentesco del sánscrito y las lenguas eslavas. Aparte del himno, publicado por primera vez con el título Patria Cronta en 1835, en el periódico Danica, de Gaj, compuso una docena de poesías de carácter amoroso y reflexivo. Mihanovic escribió el texto de lo que luego sería el himno nacional croata en Rijeka (Fiume), a su regreso de los Estados Unidos de América, recorriendo en vuelo poético la totalidad de las regiones croatas. Falleció en Novi Dvori, cerca de Zagreb.

 

Inspirado por la belleza lírica, el ritmo pausado y el contenido ético y patriótico de esa poesía, el joven oficial y músico José (Josip) Runjanin (1821-1878) compuso sobre su texto la música en 1846, basada en la melodía popular croata.

 

Desde ese año muchos coros la cantaban en los conciertos y en los actos patrióticos no revistiendo todavía el carácter de himno nacional. El pueblo la sintió, desde su primera ejecución, como una expresión intrínseca de su alma y la escuchaba a cabeza descubierta.

 

Por otra parte, los expertos iban en busca del himno nacional. Con motivo de la gran exposición agrícola- forestal, inaugurada en Zagreb, se organizó el 8 de septiembre de 1891 un festival vocal, con participación de 60 coros. En el repertorio figuraban varias canciones, entre ellas el "Himno croata", de Badalic-Zajc, escrito y compuesto con intención de convertirse en el himno nacional, conforme lo indicaba su título. El público presente, cerca de 6.000 personas, no quedó entusiasmado. Mas, al entonar 700 cantantes la composición de Mihanovic- Runjanin, todo el auditorio, electrizado y ungido por el fervor patriótico, se puso de pie y la entonó espontáneamente. Ocurrió así que el himno nacional croata no fue decretado ni promulgado por los gobernantes, sino elegido por el pueblo, puesto que los 6.000 oyentes procedían de todas las provincias croatas y sintieron en este poema, sencillo y solemne a la vez, el latir del alma nacional, la auténtica expresión poético-musical de la tierra y del hombre croata, tan íntimamente unidos.

 

Pasando por distintas armonizaciones, se fijó como definitivo el arreglo del himno hecho por el destacado compositor contemporáneo Jakov Gotovac.

 

El poeta Antun Mihanovic y el compositor José Runjanin dieron al pueblo croata su himno, este canto sagrado que junto con la tricolor y el escudo jaquelado constituyen los símbolos nacionales que evocan en cada croata el pasado glorioso, las luchas por la libertad y los paisajes cautivantes de su terruño. A los croatas, que por diferentes motivos tuvieron que salir del suelo natal, su himno, siempre nuevo, siempre hermoso, recuerda su querida patria. Doquiera se encuentren, entonan su himno cual plegaria ferviente por su Croacia inolvidable.

 

Buenos Aires

 


AFFAIRE STEPINAC

ERNEST PEZET

 

Es un gran honor para Studia Croatica publicar en su primer número la versión castellana del enjundioso ensayo (cuyo título en su original francés reza: Stepinac-Tito, contextes et éclairages de L'Affaire, del renombrado político y escritor Ernest Pezet, hasta hace poco vicepresidente del Senado de Francia. Ernest Pezet es autor, entre otras, de valiosas y destacadas obras sobre problemas políticos.

 

El presente texto está un tanto abreviado a causa del limitado espacio de nuestro revista, respetándose rigurosamente el pensamiento y las deducciones del autor, sin haberse quitado ni añadido una sola palabra de los párrafos transcriptos. El texto íntegro en su original francés fue editado en París, en 1959, por Nouvelles Editions Latines.

 

En Francia, hace unos sesenta cinco años, estallaba como trueno un escándalo: un oficial fue acusado de traición. Se trataba, sin embargo, de un inocente inmolado al espíritu de la casta militar y a la razón de Estado. Ese escándalo tiene un nombre en la historia: Affaire Dreyfus. Se decía a secas: Affaire.

 

Desde hace unos catorce años existe también en Yugoeslavia un Affaire; su interés y su alcance trascienden las fronteras del país: Affaire Stepinac. Ambas tienen eso en común: en su base, un error judicial; no un error involuntario, sino querido, premeditado, organizado, por razón de Estado.

 

GENESIS DE UN LIBRO PROHIBIDO

 

Durante ocho años, 1932-1940, he sido en el Parlamento informante permanente acerca de los problemas de Europa Central y Oriental en la Comisión de Asuntos Exteriores; ya antes de la guerra fui vicepresidente de dicha Comisión; volví a serlo en 1945, ocupando este cargo hasta 1958.

 

He publicado numerosos estudios sobre los problemas de la Europa Central y Oriental; en 1933 apareció una obra que hizo cierto ruido en aquel entonces, aquí como en Belgrado Yugoeslavia en peligro [1]. Yo fui el autor principal de dicha obra. Tan pronto salió fue prohibida en Yugoeslavia, por decreto real, por... ofensa a la verdad. Lo que hizo temer, ¡ay!, en sus varios pasajes, ocurrió en Marsella un año más tarde.

 

No cabe retirar casi una sola palabra del juicio expresado en 1933. Pese al cambio revolucionario de régimen, la situación ha permanecido, en el fondo, la misma. Queda por justificar esta afirmación. A tal efecto, solicito paciencia del lector. Para la comprensión exacta de lo que sigue, me veo obligado a hacerlo remontar asaz lejos en el tiempo.

 

CONTEXTOS HISTORICO, RELIGIOSO Y DEMOGRAFICO

 

A fines del siglo VI, las tribus eslavas rebasaron las llanuras danubianas y húngaras; unas en dirección a los Alpes orientales ítalo- austríacos, otras hacia una zona entre el Adriático, los ríos Drava y Sava, al Oeste de un río, asaz pequeño, Drina, que habría de separar a los dos pueblos. Los primeros eran los eslovenos; los segundos, los croatas.

 

Otras tribus eslavas se establecieron en la parte montañosa de los Balcanes, entre los ríos Tisa en el Norte y el borde de Grecia, en el Sur: éstos fueron los servios.

 

Los eslovenos y los croatas, al Oeste del Drina, pasaron bajo la influencia romana y católica; los servios, al Este, cayeron bajo la influencia bizantina y ortodoxa. Desde el punto de vista religioso, como desde el punto de vista cultural, via consequentiae, los primeros iban a depender de Roma; los segundos, de Constantinopla.

 

Según el censo oficial de 1952, Yugoeslavia contaba 16.990.000 habitantes, distribuídos en Servia, Croacia, Eslovenia, Bosnia-Herzegovina, Macedonia y Montenegro. (Estas son las repúblicas federales de la Yugoeslavia actual.) Debo agregar aquí dos regiones dependientes de Servia: Voivodina, al Norte de Belgrado, donde todavía residen muchos húngaros, y al Sur, Kosovo, donde residen numerosos albaneses. En Servia habitan únicamente los servios y además están dispersos en varias regiones. En Croacia los hay un 14%, en Bosnia-Herzegovina, 44%; en Voïvodina, 50% (junto a 25% de húngaros), en Kosovo, 23% (frente a 65% de albaneses).

 

Pero hay todavía más diásporas en Yugoeslavia: los croatas en Bosnia- Herzegovina representan el 24% de la población; los musulmanes, sin nacionalidad declarada, pero pro-croatas y siempre considerados como tales, llegan a una proporción del 30%. En total, en esta república: 44% de servios y 54% de croatas.

 

Dichas cifras las extraigo de la casi oficial Documentation Française, correspondiente al número del 17 de diciembre de 1958: no se podría dar cifras más seguras y reproducidas con mayor exactitud por una publicación de calidad.

 

Si totalizamos las diversas poblaciones yugoeslavas, obtendremos las siguientes cifras:

 

16.990.000 habitantes, de los que 6.984.000 son servios, contra 6.700.000 croatas, católicos y musulmanes pro-croatas, y 1.900.000 eslovenos. No doy las cifras de los húngaros, albaneses, montenegrinos, macedonios ni incluso de los turcos; obsérvese, además, la presencia de 72.000 italianos en la costa adriática.

 

He aquí la compleja demografía yugoeslava, y de golpe y porrazo surge la complejidad del problema yugoeslavo.

 

Mas los problemas religiosos agravan de modo peculiar esta complejidad. Aquí, de nuevo, es de rigor recurrir a las cifras. Esta vez puedo citar únicamente los censos oficiales de 1921 y 1931, presentándose la situación, en ese aspecto, casi sin cambio alguno; admitamos que no haya, tanto de un lado como del otro, una variación máxima de 1 ó 2 %; eso no cambia nada el conjunto:

 

Ortodoxos, 42%; católicos, 38%; musulmanes, 11%; varios (protestantes, etc...), 9%.

 

De modo que, desde el punto de vista racial, cultural, espiritual y nacional, no existe unidad natural desde los Alpes hasta los Balcanes, de Backa a Istria.

 

He dicho claramente desde el punto de vista nacional: en efecto, no se debe confundir aquí el Estado con la Nación. Incluso nosotros, en Francia no concebimos esta diferenciación. Desde hace mucho tiempo en nuestro país se confunden Estado y Nación, mientras que en la mayoría de los países de la Europa Central y Oriental, formados por elementos dispares, diferenciados, lo que no se entiende es la estrecha simbiosis francesa del Estado y de la Nación.

 

Ninguna unidad natural. Un mosaico, geográficamente implantado de Oeste y Este, de Occidente a Oriente (se debe tomar ambos vocablos en su sentido intrínseco), con todas sus consecuencias psicológicas, consuetudinarias y políticas. El punto de ruptura es el río Drina. Eso es Yugoeslavia.

 

Entre las dos guerras la opinión francesa - no única - la de la calle, de la prensa, del parlamento, ignoraba - algunos simulaban ignorar - esta complejidad y sus exigencias. Unicamente se sabía - o se quiso saber - que Yugoeslavia tenía a Belgrado por capital, capital de Servia, la Servia heroica de 1914, sobre cuyo territorio fue lanzado el primer gran asalto enemigo; la Servia sacrificada y venerada cuyo glorioso jefe permaneció al lado de sus soldados para seguir combatiendo; la Servia, por fin, que siempre nos apresuramos en Francia a honrar y amar. Por extensión, se imaginaba cándidamente a Yugoeslavia como ensanchamiento natural de Servia, por una suerte de anexión, tras la conquista de las provincias arrebatadas a Austro-Hungría vencida. Pero una gran Servia no era una verdadera Yugoeslavia. ¿Se sabe siquiera hoy cuántos habitantes tendría Servia únicamente dentro de sus antiguas fronteras territoriales? Aquí están: si no fuera sino la nación yugoeslava más numerosa, en el seno de una verdadera federación, descontada la población de Voïvodina, de Kosovo, regiones autónomas, la Servia tradicional contaría únicamente 4.461.000 habitantes sobre 16.990.000 del total de los yugoeslavos.

 

DESVIACION Y ALTERACION DE UNA GRAN IDEA Y LAS CONSECUENCIAS

 

Hay una paradoja extraña y casi universalmente ignorada: no había nada o muy poco de "servio' en el concepto y en la morfología de Yugoeslavia. El origen de la palabra, como el de la cosa, fue esencialmente "croata' y un poco "esloveno".

 

De modo que los verdaderos iniciadores del yugoeslavismo, es decir, de la unidad yugoeslava, de los eslavos del Sur en el siglo XIX, después en el curso de la guerra 1914-1918 y por fin durante las negociaciones de paz, han sido los eslovenos y sobre todo los croatas católicos, de espíritu latino y de cultura occidental. Finalmente, fueron víctimas de la falsificación y de la utilización equívoca de la idea yugoeslava.

 

A partir de 1958, esa desviación, esa alteración de la idea yugoeslava se hicieron obvias. Yo las juzgaba así:

 

"Poco a poco, de la idea yugoeslavo no quedó sino una concepción servia que habría de provocar una agitación perpetua en el nuevo Estado. Los católicos habían aclamado con entusiasmo, en 1919, la unión de todos los eslavos del Sur; en 1919, están condenados a la unificación por fuerza; la Yugoeslavia no es más que una denominación engañosa destinada a disfrazar, a los ojos del extranjero, una pan-Servia imperialista y dominadora, para mayor desgracia del ideal nacional, del ideal patriótico, de la unidad y de la verdadera fuerza del Estado'.

 

Trágica decepción e injusto infortunio. Mas no fueron solamente los croatas y eslovenos quienes sufrieron las consecuencias: a su vez las víctimas fueron el rey Alejandro en 1984, el Estado y la dinastía servia en 1941.

 

Llegados a este punto de la exposición, conviene establecer las relaciones de causa a efecto y de efecto a causa nueva, la concatenación de los hechos y de sus consecuencias. Diecinueve años de servismo, de 1920 a 1939, engendran un anticroatismo y un anticatolicismo virulentos (empleo la palabra sin miedo; el mismo cardenal Stepinac la justificará muy pronto).

 

Sobreviene la ruina del Reino de los Servios, Croatas y Eslovenos -1941 dislocado incluso antes de ser vencido; luego la dominación alemana e italiana; en ese momento, el anticroatismo engendra la reacción antiservia y antiortodoxa de Ante Pavelic y de su Estado croata, llamado independiente, cuyos errores y hasta delitos cometidos por razón de Estado se imputan al Cardenal Stepinac, completamente ajeno a todo eso.

 

¿Extrañan la verdad y la severidad de mi juicio? Tal vez. Sin embargo, las mantengo. Tengo, pues, que justificarlas.

 

VERDAD Y VERDADES - DATOS OFICIALES

 

Servismo dominador, anticroatismo entre las dos guerras; la opinión pública francesa ignoraba absolutamente esta realidad. -También, cuánto asombro provocó mi libro en su tiempo y cuánto escándalo, en ciertos círculos, en Belgrado e incluso en París! Mi revancha - triste revancha - es que, después, el drama de Marsella no tardó en ser considerado como un acto de coraje al servicio de la verdad.

 

¿La verdad? Se la descubrirá a través de simples estadísticas oficiales servias de 1932. A pesar de la casi igualdad demográfica entre servios de un lado, croatas y eslovenos del otro, aquí van las desigualdades asombrosas:

 

Cadetes de la Escuela Militar: 1.300 servios o sea 85 %; 140 croatas, 50 eslovenos.

Funcionarios de la Corte: 30 servios sobre 31, 94%

Cancillería de condecoraciones: 9 servios sobre 9, 100%

Funcionarios de la Presidencia del Consejo: 13 sobre 13,

Ministerio del Interior: 113 sobre 127.

Relaciones Exteriores: 180 sobre 218.

Instrucción Pública: 150 sobre 156.

Justicia: 116 sobre 137.

Generales: 115 sobre 116.

 

En resumen: en todas esas reparticiones administrativas del 80 y 95 al 99%; servios. Eso en cuanto a la primacía servia y el anticroatismo dentro de la administración.

 

Siguen las estadísticas en el plano religioso (que no se olvide los porcentajes: 38% católicos y 42% ortodoxos):

 

Presupuesto para los cultos, en 1920: para el culto ortodoxo, 17 millones de dinares, 73%; para el culto católico, 6 millones, 27%.

 

Emolumentos de los Obispos: ortodoxos: 40.000 dinares; católicos: de 15 a 20.000.

 

Parroquia protestante de Belgrado: 900 feligreses, 116.000 dinares; parroquia católica de Belgrado: 10.000 feligreses (diez veces más): 66.000 dinares, casi la mitad menos.

 

Trabas escolares: esas se multiplicaban; los profesores católicos fueron destinados sistemáticamente a las regiones ortodoxas y viceversa. La obligación de gratuidad iba a ser impuesta a las escuelas católicas: eso significaba su cierre; el rey Alejandro por fin comprendió las quejas de los obispos croatas; la obligación fue dejada de lado.

 

Los manuales escolares católicos fueron sometidos a severa censura y se impuso los manuales oficiales; ahora bien, en uno de esos manuales se negaba la divinidad del Cristo y se denunciaba al catolicismo como obstáculo a la unidad nacional. En mi primera estada en Eslovenia descubrí con sorpresa en Ljubljana una catedral ortodoxa. Nuestro cónsul me acompañaba; le interrogué: "¿Cuántos feligreses ortodoxos hay en Ljubljana para que se les haya construído semejante catedral?" "No los hay, propiamente - me contestó-. A decir la verdad, no hay sino funcionarios servios, ortodoxos, todos importados en Eslovenia". Pero la Iglesia ortodoxa se rehusó, por principio y tradición, a convertirse verdaderamente en "yugoeslava"; quedó puramente servia de nombre y espíritu. Habiendo grandemente contribuído a formar la conciencia nacional servia, llegó a ser y permaneció, incluso para los agnósticos sin fe religiosa, la Iglesia del Estado Servio. Lo que explica que bajo Alejandro haya imperado un verdadero clericalismo bizantino, un proselitismo virulento, premeditadamente provocativo: provocación era la construcción de iglesias ortodoxosas en las ciudades netamente católicas, o casi; provocación eran esas conversiones forzosas a la religión ortodoxa - ironía de coyunturas: entre las falsas acusaciones lanzadas contra el Cardenal Stepinac figura la de las conversiones forzosas al catolicismo, en tiempo de Pavelic. El valiente obispo, empero, no tuvo que ver nada con eso; él las condenaba incluso expresamente y en público: fueron obra o de los sacerdotes que actuaban bajo su propia responsabilidad, como partidarios apasionados o de civiles movidos por motivos políticos, la mayoría de las veces por la inspiración de los dirigentes partidistas. Esta violenta reacción antiservia y antiortodoxa era absolutamente condenable en principio y altamente inmoral; mas, en el orden de los hechos, era previsible y casi inevitable en Croacia, llevada por los recuerdos recientes, siempre vivos, de las exacciones del régimen servio, sobre todo, bajo la dictadura del siniestro soberano. Tales fueron los frutos envenenados mortales del chovinismo, del espíritu dominador y de las violencias servias y ortodoxas en el último cuarto de siglo.

 

TIENE LA PALABRA MONS. STEPINAC

 

En ese punto de mi exposición, como lo he dado a entender, dejaré la palabra al mismo Mons. Stepinac. Es él quien describirá las extrañas manifestaciones del panservismo y del anticroatismo entre las dos guerras; las mismas, como contragolpe, tenían que suscitar, después de la caída de la monarquía y del Estado, esta suerte de locura pancroata, antiservia y antiortodoxa, de los Ustashi.

 

En octubre de 1935 me concedió larga audiencia, luego me invitó a almorzar con él a solas. Me hizo confidencias y revelaciones inquietantes. Vuelto tarde a mi hotel, anoté, febrilmente, en estilo telegráfico, lo esencial de nuestra entrevista apasionada y alarmante.

 

Esos apuntes, anotados con desorden, al azar de la memoria, apenas tres cuartos de hora después de la conversación, los busqué y los encontré en mis archivos. Los citaré tal cual, sin orden, si me atrevo a expresarme así, y sin comentarios

 

"Monseñor me muestra un látigo en su gabinete, por él llamado su "Museo de horrores"; ese látigo está hecho de trenzados hilos de hierro y de un perno..."

 

"Menos sangre derramada, me dice en cien años de Austro-Hungría que en cinco años de pretendido yugoslavismo por los gendarmes servios..."

 

"...El menor pretexto es plausible para desatar furia; durante una de mis últimas visitas pastorales hubo dos muertos en una gresca provocada por la gendarmería..."

 

"...Luego del memorándum de Mons. Bauer al Príncipe Regente múltiples amenazas eran dirigidas tanto a mí como a los sacerdotes católicos. Hubo cuatro muertos en Taborsko; las violencias y actos de opresión son innumerables..."

 

"Ningún sacerdote se siente seguro de su vida; no pasa día sin que alguno de ellos venga a ponerse bajo mi protección..."

 

"La bandera croata ¿nos la reprochan? Pero ni los obispos ni los sacerdotes la exigen: es el pueblo croata el que la quiere. En ella ve el símbolo de sus libertades oprimidas. Sin embargo, Austria-Hungría la toleraba..."

 

"Bajo Austro-Hungría 700 gendarmes bastaban para mantener el orden en Croacia; -actualmente hay de 6 a 7.000! Arguyen sobre la influencia y la acción del comunismo: esto es 'imposible en Croacia hoy en día..."

 

"...Mis visitas pastorales son consideradas como agitación política. Pero ¿qué puedo hacer? La diócesis de Zagreb es inmensa; cuenta con 1.700.000 habitantes. Si el gobernador finge ver allí una acción política, entonces de nuevo: ¿qué puedo hacer yo?"

 

"Vivimos en un régimen de sospechosos. La delación asoma por doquier. Es un sistema turco perpetuado a través del régimen servio. La policía, la gendarmería: un Estado en el Estado..."

 

"Un sargento procuraba sobornar a una mujer para que llevase un pliego. ¿Qué pliego? Una bomba. Y ¿adónde llevarla? Al palacio obispal. Serás rica, decía el sargento, si la llevas. El proceso verbal de este asunto fue incorporado después de la declaración y confrontación de los actores de ese drama, afortunadamente fracasado..."

 

"Monseñor Stepinac me entrega una fotografía conmovedora. Me resistía a creer en la autenticidad del documento fotografiado. Entonces puso en mis manos el mismo original: un recibo otorgado por un agente del fisco servio en servicio en una localidad fronteriza; un recibo en buena y debida forma, con firma y sello de rigor, por una suma pagada por una familia en concepto de cinco balas de ejecución capital del padre."

 

¿Su crimen? Había contravenido los reglamentos relativos al franqueamiento impuesto a los campesinos cuyas tierras bordeaban la frontera. El hombre estaba mal fichado y considerado como peligroso militante croata; fue detenido, condenado, fusilado. El costo para la familia: trece dinares, quince centavos..."

 

Interrumpo aquí mis citaciones.

 

STEPINAC, FRENTE A LA TIRANIA, SOSTENEDOR DE LOS PRINCIPIOS, DEFENSOR DE LOS SERVIOS, ORTODOXOS Y JUDIOS

 

Ahora nos toca hablar del mismo monseñor Stepinac. Primero, las condiciones de su defensa. Monseñor ha rehusado defenderse y no ha elegido a sus abogados.

 

¿Quién los designó, pues? El Tribunal Popular Supremo del Estado; primero había recusado a los abogados que espontáneamente se habían ofrecido a defender al Cardenal. La acusación eligió, pues, a los defensores, por cuanto fue el Tribunal Popular Supremo quien los designó. ¿Y qué defensores?

 

Al doctor Politeo, en primer lugar: abogado defensor de Tito bajo la dictadura del rey; luego, al doctor Katicic; en su discurso de defensa no trepidó en expresar que hablaba como abogado oficial.

 

Ahora bien, los dos, en ese régimen comunista denominado federal y nacional, pero de hecho y necesariamente casi dictatorial (como todos los regímenes comunistas, el de Moscú como los de las democracias populares), los dos demostraron de manera irrefutable y, además, no refutada, la inocencia del acusado. Más aún, ambos y sobre todo Politeo, acusaron a su vez. Hacía falta coraje.

 

¿A quién han acusado? Al mismo Tribunal por no haber querido admitir las pruebas. En el estrado, Politeo declara:

 

"He depositado un material importante de documentos e indicado a testigos imparciales. Se los rechazó. De Monseñor Stepinac hacen chivo emisario de todos los delitos cometidos, no solamente por los miembros del clero o por los católicos, sino aun de todos los crímenes cometidos por el Estado Independiente Croata". Puesto que es ése expresamente el punto N°1 del acto de acusación.

 

La verdad, pues, es todo lo contrario. Se descubre en los escritos del Cardenal verdaderos desafíos lanzados al fascismo y al nacismo vencedores. ¡Y en qué términos! Veamos:

 

"Aunque ellos tengan todas las armas a su disposición ("ellos" se refiere a los nazis y los fascistas instalados en Zagreb cerca de la Curia), aunque posean todos los medios materiales, aunque manden en la prensa, la radio, en el cine del mundo entero, perecerán".

 

El Arzobispo los condena así públicamente; lanza este otro desafío a las autoridades fascistas y nazis:

 

"Ya que se trata de una ingerencia extranjera en los asuntos de nuestro país, no tengo ningún miedo, aunque esta protesta mía caiga en las manos de esta potencia extranjera: la Iglesia católica, que represento, no teme ningún poder terrestre, desde que se trata de defender los derechos fundamentales del hombre.

 

De los judíos, el Arzobispo era el defensor y protector constante, valiente, hasta audaz. Lo que le valió, en consecuencia, el homenaje del presidente de la comunidad judía de Zagreb y de numerosas personalidades judías extranjeras, sobre todo de América. Al Ministro del Interior, Artukovic, escribe el 23 de mayo de 1941:

 

"Incluso las prostitutas y sus cómplices no son marcados con la estrella amarilla, pegada en su persona. De este modo no se quiere provocar el desprecio público a los que lo merecen, pero se deshonra a las personas cuya única culpa es de pertenecer a otra raza."

 

Se puede medir tal coraje si lo comparamos al silencio deliberado, obstinado de la jerarquía en el mismo tiempo, en otros lugares.

 

Un mes después del advenimiento del Estado Croata (14 de mayo de 1941) Pavelic ordena el fusilamiento de un grupo de los rebeldes servios. Stepinac protesta inmediatamente y escribe a Pavelic:

 

"En mi calidad de Arzobispo protesto contra esas violencias: la moral católica no permite actos semejantes. Le ruego tome inmediatamente todas las medidas para que ni un servio más sea muerto, si no ha cometido ningún acto comprobado que merezca pena de muerte..."

 

Poco después, enterado de que los rehenes servios estaban en peligro de ser fusilados, telefonea a Pavelic:

 

"No haga eso. La moral católica prohibe matar a los rehenes por culpas cometidas por otros. Es una conducta pagana que llama la cólera de Dios".

 

El 29 de junio de 1942, desde el púlpito de la catedral, declara:

 

"Si no hemos logrado salvarlos (los rehenes servios), no es culpa de la Iglesia; es culpa de los elementos que violaban las leyes divinas y humanas para descargar su venganza sobre los inocentes."

 

Pero entonces, llegamos a preguntarnos, ¿por qué, si todo eso es verdad; es conocido, probado e innegable, cómo lo es, por qué el arresto, el proceso, la prisión, la confinación del Arzobispo Stepinac? Debieron honrarlo; sin embargo, lo condenan.

 

Sin embargo - hecho que debe ser subrayado - no en seguida: transcurrirán dieciséis meses después de la "liberación" del país, antes de inquietarlo. Se prefiere aprovechar el tiempo, para utilizar, tal vez, la influencia de su futura víctima sobre el pueblo croata, en la creencia de que facilitará la instalación del sistema y de sus hombres.

 

Llega el día en que el proceso debe ser intentado. Tito se ofrece entonces a facilitarle la salida de Croacia en avión. Si el Arzobispo, ese criminal político, acepta ese indulto, con la huída, que le facilita su acusador, parecería confesarse culpable: entonces no hace falta más el proceso: la objeción de la justicia civil será evitada. Por añadidura, el acusador será alabado por su magnanimidad!

 

El Arzobispo no cae en la trampa: es inocente de todos los cargos. -Qué lo condenen! Pero es un inocente que será condenado. El mundo acabará por saberlo. La verdadera justicia reivindicará un día la verdad. Pase lo que pase, no huirá, no abandonará a su rebaño ni su cargo. Desde ese momento, la suerte está echada. El proceso tiene lugar. El Arzobispo es condenado.

 

En ese tiempo, Tito concede al corresponsal del "New York Times", señor Sulzberger, una entrevista que sorprende y provoca mucho revuelo. ¡Tito se ve obligado a comentarlo!

 

"Con motivo de esta entrevista, explica Tito, y de la interpretación que se le ha dado, o sea que Stepinac sería liberado si saliera al extranjero, la población ortodoxa se ha mostrado descontenta".

 

Observemos bien que no dice: "La población" sin más, es decir todo el pueblo. No; dice "la población ortodoxa".

 

Y Tito prosigue: "Ella - la población ortodoxa - lo considera como criminal de guerra: y allí no cabe cambio alguno. Debemos tomar en cuenta los sentimientos de la población ortodoxa".

 

RAZON DE ESTADO

 

Esta vez la verdadera palabra ha sido pronunciada. El "porqué" de la persecución del Arzobispo no lo constituyen los crímenes probados. No. Son imputaciones consideradas verídicas por la población ortodoxa: la voluntad de esa parte de la población está por encima de la Verdad y de la Justicia.

 

Tito ya lo da a entender. Pero lo hará más expresamente: es por razón de Estado confesional que el jefe ateo de un régimen agnóstico y hasta arreligioso acosa a Mons. Stepinac, jefe de los católicos de Croacia.

 

A decir la verdad, las dos razones - razón de Estado y razón confesional - se confunden: la única Iglesia tradicionalmente nacional, incluso para la nueva Yugoeslavia comunista, es la Iglesia ortodoxa servia. La Iglesia católica, también tradicionalmente nacional, no es sino un cuerpo extraño.

 

Ya en 1930 un personaje destacado, casi oficial, presidente de la Logia masónica de Belgrado, pensaba y hablaba de igual modo: La organización religiosa no es otra cosa que un instrumento del Estado, el gobierno no debe por lo tanto dejar ese instrumento en manos de un extranjero. ¿Cuál extranjero? El Papa.

 

Cómo no cotejar esta declaración con las palabras que Tito dirigió, en diciembre de 1949, a la organización de los Sacerdotes populares eslovenos de Cirilo y Metodio, para empeñarlos en las vías de disidencia de Roma, cuando les dijo: Nosotros los yugoeslavos nos hemos separado de Moscú. ¿Por qué ustedes no se separan de Roma?:

 

Es así que la "población ortodoxa" se erige contra el Arzobispo católico croata, acusándolo por crímenes de guerra. La verdad que la tienen con Roma, lo mismo que Tito, a su vez, ya que Roma representa el catolicismo supranacional, por lo tanto el cosmopolitismo: enfrentada con la Iglesia ortodoxa nacional, representa el mundo extranjero. El patriotismo panservio exige que sea denunciado y combatido en la persona misma de su jefe. Los von Rom, como decía Bismark. "Hubo casos en el mundo, cuando, en el interés del Estado, los inocentes, permanecieron en la cárcel e incluso fueron ejecutados". Pero, ¿quién se expresa de ese modo? El mismo Tito en la entrevista concedida al New York Times. Dicho de otro modo: "¿Por qué extrañarse que yo ponga en la cárcel al inocente Stepinac?" Así y todo, distanciado de Moscú, incluso en gran discordia a la sazón con el Kremlin, Tito continuaba abrazando las querellas constantino-latinas, dicho con otras palabras, las querellas eclesiásticas de Moscú, las que explican y perpetúan el antagonismo servio-croata.

 

De ahí resulta, pues, que Affaire Stepinac no es una affaire puramente personal; es un símbolo; es el test de un malestar fundamental en la Yugoeslavia de Tito, como en la Yugoeslavia de Alejandro.

 

Tenemos otro reconocimiento involuntario, y cuán importante, del perseguidor de Stepinac: lo encontramos en su entrevista con el senador americano Boli-Moody, del 16 de agosto de 1950:

 

"Sí - dijo-, sí, a Stepinac lo apoyan firmemente los católicos yugoeslavos: pero es también fuertemente criticado por los ortodoxos servios, que son mayoritarios".

 

Es así que de la confesión misma del sucesor comunista de los monarcas y servios se desprende que el país yugoeslavo, hoy como ayer, está dividido contra sí mismo, desde el doble punto de vista religioso y hasta nacional. La Iglesia nacional, incluso para los jefes del comunismo yugoeslavo, es la Iglesia ortodoxa servia, nacional y estatista. En consecuencia, Tito, ateo, debe, sin embargo, ejecutar lealmente su voluntad; tiene que servir las miras y los intereses de una fracción religiosa, mayoritaria, con 42 %, contra otra fracción fuertemente minoritaria, con 38% [2].

 

Así, en un país plurinacional y pluriconfesional, cuya unidad se puede alcanzar únicamente en el plano federal - pero en un espíritu y por estructuras verdaderamente federalistas-, cuenta una sola "nación", como también cuenta una sola religión: la ortodoxia, cuya primacía mantiene por un acto de puro clericalismo un Estado laico, ateo y comunista que tendría que ser laico y neutral. -Francamente, la paradoja es un poco fuerte! En cierto aspecto, empero, se explica: esta primacía de una confesión contribuye a asegurar la supremacía de una de las naciones yugoslavas sobre las otras. El problema esencial de las relaciones entre servios y croatas no está, pues, resuelto. Tampoco fue solucionado por el Estado nuevo, federado más en los textos que en el espíritu y en las realidades: no lo logró; como tampoco lo consiguió el monarca servio Karageorgevic, fundador del Reino centralista de los servios, croatas y eslovenos.

 

Se ha dicho y escrito, sin que haya sido desmentido, que los monárquicos emigrados y los comunistas servios han coincidido en la idéntica apreciación del caso Stepinac. El hecho no resulta tan sorprendente: para el granservismo de unos y de otros no existe la igualdad nacional concebible entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa servia.

 

La lucha religiosa en ese país constituye otro aspecto de la lucha nacional; ésta incluso saca sus premisas y su verdadera causa de los contrastes religiosos.

 

Servios y croatas, dos comunidades religiosas diferentes y hasta ahora antagonistas: la ortodoxa y la católica.

 

Aquí va una historia penosa: la relatamos a pesar nuestro; pero es demasiado esclarecedora y explicativa para pasarla en silencio, en el presente escrito, que quisiera aclarar por dentro el doloroso conflicto Tito-Stepinac. Nos hallamos en 1945-46. El Patriarca de la Iglesia ortodoxa servia Mons. Gavrilo, vive exilado en Londres. Ha seguido hasta allí al joven Rey Pedro. Muy celoso en la defensa de la vieja Servia y de su dinastía, no pierde ninguna ocasión para lanzar condenación y anatemas contra esos "bandidos" - él empleaba ese término - que han usurpado el poder en Belgrado e instalado el comunismo.

 

¿Tito reacciona? Sí. Pero no para devolver golpe por golpe. Si. Pero no para devolver golpe por golpe. Quiere ser continuador de los Karageorgevic: al menos, por cierto tiempo, y pese a su ateísmo militante, debe apoyarse en la Iglesia nacional servia.

 

Sabiéndolo, intentará atraer a Belgrado a Mons. Gavrilo, jefe de los fieles ortodoxos. -Qué éxito significaría su regreso! Le envía sus emisarios; éstos negocian con los del Patriarca. -La negociación terminó conforme a los propósitos y anhelos de Tito! El Patriarca abandona al Rey emigrado y vuelve a Belgrado.

 

En seguida va a jugar el papel que Tito espera de él. Censura públicamente al Arzobispo católico ya encarcelado y elogia públicamente a Tito, a quien él mismo tildaba antes de bandido.

 

Razón nacional para el Mons. Gavrilo, siendo su Iglesia nacional y estatista; razón confesional de Estado para Tito y tan imperiosa que el mismo postulado mayor de la real unidad yugoslava no puede dominarla!

 

A despecho de las proclamaciones, a pesar de una organización formalmente, pero no realmente, federal por su espíritu y sus estructuras, el problema de la unidad del Estado no está solucionado en la Yugoslavia comunista, como tampoco lo fue bajo la monarquía antes y la dictadura del rey después de 1929.

 

El conflicto servio-croata subsiste: es de índole psicológica, histórica, sociológica y espiritual. Tal vez tenga también una explicación "orgánica" en el tipo oriental y balcánico de las prácticas gubernamentales de sus monarcas, que están en el origen de su formación hasta el Estado moderno.

 

Y así tenemos que en lo tocante a ese conflicto el régimen comunista yugoeslavo sigue la tradición de la monarquía servia.

 

Mons. Stepinac hubiera debido ser honrado como "resistente" espiritual: -pero lo vemos encarcelado por crímenes de colaboración, por crímenes de guerra!

 

Por ello, precisamente, vemos que se convirtió en la más alta ilustración - no la única, es verdad - del tormento interior yugoslavo. No la única, ni la primera: cuántas víctimas exiladas de la dictadura real de Servia he conocido, acogido, asistido entre 1929 y 1940... Algunas estaban incluso muy cerca de Tito y lo están ahora.

 

El conflicto Stepinac revela que un Gran Servismo sobrevive en el seno del régimen comunista, instaurador de los Estados teóricamente igualitarios. El Cardenal es con seguridad más el sacrificado de la razón de Estado que la víctima de un error judicial, cometido en la instrucción y en el curso del proceso. Escúchenle:

 

"El presidente del Gobierno, Bakaric, ha declarado que no hay prueba que yo haya trabajado contra el régimen... Compruebo que no hay diferencia entre ustedes y la Gestapo; pero no pido clemencia; mi conciencia está tranquila y limpia: estoy condenado siendo inocente; el futuro juzgará."

 

Así habló el Arzobispo Stepinac ante el Tribunal Popular Supremo. Así hablaban ante sus jueces los Apóstoles.

 

Sí, realmente, él es víctima de la razón de Estado, más aún que de un error judicial deliberado: este error ha sido cometido por razón-confesional de Estado.

 

ELOCUENCIA Y SENTIDO DE UN SILENCIO...

 

Para testimoniar su alta estima a la Croacia católica, el Papa León X le confirió este título honorífico: Christianitatis antemurale, Antemural de la Cristiandad.

 

Sobre la muralla no se erige, como otrora, un "obispo-soldado", armadura sobre el cuerpo y espada en la mano. Pero siempre hay un jefe espiritual: el Cardenal Stepinac. Encarcelado, confinado, silencioso, está siempre de pie por su espíritu; hacia él se vuelven las miradas de los fieles. Vencido aparentemente, por eso mismo es invencible espiritualmente. La persecución lo ha madurado en un elocuente silencio; no lo ha abatido.

 

Más fuerte que la persecución es su recta conciencia. Más fuerte aún su fe religiosa, el sostén que entraña y la protesta que encarna.

 

El medita sobre el lema de sus antepasados croatas; más bien, lo vive. Aquí está: Por la gloria. de la Cruz y por el amor a la libertad.

 

París.

 

 


EL PROCESO DEL CARDENAL STEPINAC

MARTIN ABERG COBO

 

Quiero agregar mi voz a las que se elevaron en homenaje al mártir de la Fe y de la Libertad, víctima de detestable persecución político-religiosa, el Cardenal Aloysius Stepinac, ese príncipe con el que se honra la Iglesia, encarnación del espíritu indomable de un pueblo y ejemplo de dignidad y entereza, al que además de Dios, algún día harán la justicia los propios hombres y que desde ya es fuente de noble inspiración para quienes conocen de un modo u otro sus virtudes e intachable conducta.

 

Sobre la persona de este virtuoso prelado se había desencadenado una persecución que, aún contando con la malicia comunista, no alcanza a comprenderse bien si no se hace un poco de historia.

 

I

 

Desde el fin del siglo VII los eslovenos y croatas, dos pueblos que pertenecen al grupo de los eslavos del Sur, cayeron bajo la influencia religiosa y cultural romana y católica, mientras sus vecinos orientales, los servios, quedaron en el campo bizantino y ortodoxo. De allí su separación y el profundo error en el procedimiento de la unión consagrada en Versalles, cuando los estadistas aliados crearon, pese a concesiones de pura terminología, una verdadera Servia grande a la que subordinaron los croatas y eslovenos con la inevitable sujeción del espíritu romano occidental y de la religión católica a la mentalidad bizantina y, a la última, bálcanica oriental, a la religión ortodoxa.

 

La heroica Croacia, verdadera avanzada del catolicismo en la península balcánica, a la que por ello calificó el Papa León X Christianitatis scudum, vió así cambiar su dependencia puramente política, como lo era la de la monarquía austro-húngara, por un despotismo también espiritual, origen remoto al proceso del cardenal Stepinac.

 

En efecto, los ortodoxos de la época monárquica de Yugoeslavia identificaban al Vaticano con Italia, a la que no entendían amiga de los eslavos. Por ello es que consideraban al catolicismo como un elemento apátrida cuando no antinacional, proponiéndose lograr por todos los medios a su alcance el desprendimiento de aquéllos de la autoridad de Roma.

 

Se generan así toda índole de pasiones, tanto de tipo militar como burocrático, educacional y económico; hasta la vida ordinaria se hacía difícil a los católicos, y menudeaban provocaciones y atentados de toda índole por parte de los servios y funcionarios de esa raza. Llegado 1928, los diputados croatas fueron asesinados en pleno Parlamento por el diputado extremista servio Racic, so pretexto de vengar una injuria proferida por otro legislador minoritario.

 

El rey Alejandro I asume poco después el poder dictatorial. Se continúan produciendo tituladas conversaciones religiosas y episodios terribles de prepotencia, tales como el hecho narrado por el francés Pezet, en el que un agente del fisco cobró y dió recibo oficial estampillado a una familia por el costo de las balas utilizadas para fusilar al propio padre, modesto campesino acusado de haber violado los reglamentos aplicables a aquellos cuyas tierras trascendieran de las fronteras[3].

 

El monarca fue asesinado en la ciudad francesa de Marsella (1934). Asumió el trono Pedro II, bajo la regencia del príncipe Pablo, pero las tratativas moderadoras de las altas autoridades eran rebajadas por el ejército y la policía netamente servios en sus comandos, y en lo que respecta a su número, diez veces era mayor esta última que su antecesora austro-húngara.

 

Producida la reunión de Munich, el príncipe Pablo, deseoso de conservar a toda costa la paz interior ante la amenaza de guerra, toma activa participación en un acuerdo que creaba un estado autónomo croata, denominado Banovina Hrvatska (Banato de Croacia), que integraban las provincias históricas Croacia, Eslavonia, Dalmacia y algunas partes de Bosnia y Herzegovina, que no fue bien recibido por los servios.

 

Pero el conflicto mundial evitó que se concretara lo que tal vez hubiera podido salvar a Yugoeslavia de la guerra.

 

El gobierno de Cvetkovic, de índole neutralista, pero que iba cediendo a la presión del Eje en virtud del absoluto aislamiento de su país, fue derribado el 27 de marzo de 1941 por un golpe militar netamente proservio, pese a que intentó tranquilizar a los croatas. Las nuevas autoridades eran consideradas en Berlín antialemanas y por ello, a los diez días escasos de instaladas, llegaron los Stukas, y el Domingo de Ramos presenció la invasión por varias de las fronteras y el principio de la capitulación y ocupación.

 

Los vencedores procedieron a la división de Yugoeslavia en ocho sectores. Los nacionalistas croatas proclamaron el 10 de abril el llamado Estado Independiente de Croacia, cuyo gobierno fue confiado al doctor Ante Pavelic, en su carácter de organizador de ustachis, o sea fuerzas de choque croatas en contra de la antigua dominación servia.

 

Tanto monseñor Stepinac como las demás autoridades eclesiásticas de Croacia, reconocieron lógicamente a las nuevas autoridades civiles de facto de su Patria, pero eso no significa que en momento alguno se identificaron con ellas. El Arzobispo. repudió enérgicamente todos los atropellos, desafiando además a los ejércitos del Eje negándose anular matrimonios mixtos cristiano-judíos y asumiendo el papel del protector de los judíos y de los servios mediante protestas directas o condenaciones públicas desde el púlpito de su iglesia catedral.

 

Las luchas entre los nacionalistas croatas y servios, la influencia de la vencedora U.S.S.R. y la ceguera de estadistas anglo-norteamericanos han sido las causas de la instauración de la nueva Yuqoeslavia, esta vez comunista.

 

II

 

La situación de los católicos bajo el nuevo régimen se tornó todavía más angustiosa que antes por la sencilla razón que la lucha religiosa no iba a desarrollarse ya contra un adversario que si bien se valía de armas innobles, era al menos cristiano, sino contra un Estado laico, ateo y comunista dedicado no obstante a realizar una suerte de política clerical pro-ortodoxa, pero destinada a halagar las pasiones de algunos de sus súbditos, en perjuicio de otros que consideraba menos doblegables.

 

Por eso pudo decir Pezet que l'affaire Stepinac no es un asunto puramente personal; es un símbolo; es el resultado de un malestar fundamental en la Yugoeslavia de Tito, como lo era en la Yugoeslavia de Alejandro.

 

Y prueba de ello es la propia confesión del dictador en una conferencia con un senador norteamericano: Stepinac está fuertemente apoyado por los católicos yugoeslavos, pero es criticado con igual fuerza por los ortodoxos servios, que son mayoría, guardándose, empero, aun desde el punto de vista puramente numérico de dar la proporción que no pasa de un 42 frente a un 38%.

 

Con todo, el tirano no se atrevió a proceder de inmediato; esperó dieciséis meses desde la titulada liberación, y recién después que su víctima rechazó heroicamente un ofrecimiento de exilio, desencadenó el inicuo proceso que más que al Arzobispo resulta efectuado al propio perseguidor.

 

La Historia ha debido avergonzarse muchas veces de la forma en que la humanidad ha juzgado a sus semejantes, cuando no a su propio Dios, pero en pocas ocasiones con mayor razón que en la presente.

 

Monseñor Stepinac se negó a defenderse y no nombró abogados, los que fueron designados por el Tribunal del Estado, previo rechazo de los letrados que espontáneamente se ofrecieron para asumir la defensa del Cardenal.

 

El principal jurista que mereció tan insigne honor fue el doctor Ivo Politeo, ex defensor del propio mariscal Tito bajo la dictadura real, al que luego fue asociado el doctor Natko Katicic, aún cuando colaboraron también en menor grado otros profesionales[4].

 

Dichos defensores se vieron enfrentados de inmediato con la siguiente situación, cuya gravedad no escapará al menos avisado: el Arzobispo había sido detenido en la madrugada del 18 de septiembre de 1946. La acusación, fechada el 23, llegó a su poder el 24, y el 30 del mismo mes y año se celebrá el proceso. O sea que la defensa tuvo exactamente seis días para conocer la acusación, preparar la réplica y examinar las pruebas ofrecidas por el Ministerio Público, quien en cambio gozó de más de un año para preparar tales piezas, como lo evidencian la prolongada campaña periodística realizada con antelación en contra del Arzobispo y las agresiones y tumultos de que fue objeto en alguna de sus presentaciones públicas.

 

Pero hay más aún. Desde el momento de su arresto hasta su condena, de fecha 11 de octubre, el procesado pudo entrevistar una única vez y sólo durante una hora, a su defensa. Todos los obstáculos posibles fueron puestos a la tarea de sus abogados. Se negó al Arzobispo la oportunidad de efectuar consultas, ofrecer testigos y en general preparar su lado del proceso. Muchos de sus colaboradores fueron sometidos a restricciones y vejámenes que les tornaron imposible contribuir a la defensa del prelado. Se invocaron en su contra tituladas leyes sobre crímenes contra el Pueblo y el Estado, aprobados en agosto de 1945 y enmendados en julio de 1946, es decir, mucho después de que el acusado hubiera cometido los supuestos delitos, que aún de haber existido como hechos, no estaban sancionados en el momento en que hipotéticamente fueron realizados. El procesado fue reiteradamente interrogado en forma tan persistente por todos los miembros del Tribunal, que en ocasiones no tuvo tiempo material de responder a las preguntas. El público asistente no fue más que una multitud organizada y sincronizada por la policía secreta, que correspondía a la violencia del lenguaje empleado por el Ministerio Público.

 

Las sesiones del Tribunal duraban doce horas diarias, con una pequeña interrupción, sin dar tiempo a la defensa para examinar su posición, ni analizar debidamente los testimonios adversos. Existen muy serias discrepancias entre las auténticas declaraciones y su posterior publicación, a lo extremo de que no hay duda de que las versiones originales eran cuidadosamente revisadas y corregidas, como ocurrió, por ejemplo, con la supresión de la referencia hecha por un testigo de la acusación, en el sentido de que Stepinac no era persona grata del régimen imperante durante la guerra.

 

Se toleró al Ministerio Público citar un número ilimitado de testigos, mientras que a la defensa sólo se permitieron veinte, catorce de los cuales fueron inhabilitados por el Tribunal, en tanto que los contrarios fueron aceptados sin cortapisa alguna y no pudieron ser repreguntados.

 

La mayor parte de la prueba escrita ofrecida por el doctor Politeo fue denegada, y sólo una pequeña parte de la misma permitida en la audiencia o las crónicas. Los plazos otorgados a las partes variaban de acuerdo con esta evidente parcialidad, al extremo de que en una ocasión se imputó al nombrado doctor Politeo estar demorando el juicio, replicando el aludido letrado que hasta ese momento mientras la acusación había hablado un total de 48 horas, la defensa sólo había dispuesto de veinte minutos.

 

Por lo demás, el Arzobispo fue juzgado en unión de varios otros procesados, acusados de abierta participación en actos de terrorismo, con los que de ese modo se venía a vincular tácitamente a aquél, aún cuando les fuera por completo extraño. Ello determinó que de cierta manera se injertó al Cardenal en un proceso ya iniciado sin su participación, dificultándose con ello aún más, si cabe, la tarea de la defensa.

 

No se permitió que el Arzobispo fuese entrevistado por su Excelencia Reverendísima Monselior José Hurley, representante de la Santa Sede que asistió al proceso y diariamente al llegar y al retirarse de la sala hacía genuflexión ante el acusado, como supremo homenaje a la virtud perseguida.

 

El 3 de octubre se permitió al procesado hablar ante el Tribunal, lo que hizo durante media hora, siendo constreñido a ajustarse estrictamente a los aspectos concretos de la acusación.

 

El 7 del mismo mes se autorizaron los escasos testigos de la defensa, desestimándose los demás en términos de claro prejuzgamiento.

 

Y llegamos así a la condenación del día 11, que provocó la indignación del mundo civilizado, y la excomunión colectiva de los participantes en el atropello, dada a la publicidad tres días después.

 

Monseñor Stepinac fue sentenciado a dieciséis años de trabajos forzados, con pérdida correlativa de sus derechos civiles y confiscación de sus bienes. Sus defensores, molestados luego y hasta arrestados por el delito de haber cumplido con una sagrada tarea profesional, reeditándose el escándalo ocurrido con los abogados de Luis XVI, como si el odio que inspira a los sectarios no pudiese soportar el recuerdo de la elocuencia de un defensor, que parece encarnar el reproche de la propia conciencia.

 

El ilustre condenado debió soportar largos años de prisión, y si después su suerte ha sido algo aliviada con la internación en su pueblo natal de Krasic, no puede negarse que se hallaba privado de libertad y de los cuidados más esenciales a su delicado estado de salud.

 

No resulta necesario referirse una por una a las patrañas de la acusación, que no resisten a un somero análisis. Pero a riesgo de fatigar, he creído oportuno puntualizar la forma en que fue juzgado el Cardenal, en abierta contradicción con las presuntas garantías judiciales y procesales acordadas por los artículos 116 y 118 de la Constitución de Yugoeslavia, porque evidentemente nadie podría acordar crédito alguno a una conclusión derivada de semejantes premisas.

 

Monseñor Stepinac ha sido una víctima más de las pasiones desatadas por la guerra y de la maldad intrínseca del comunismo y de lo a él vinculado.

 

No fue, sin embargo, procesado sólo como hombre, sino muy principalmente como símbolo.

 

Era la Iglesia Católica y su hija dilecta, la cristiana Croacia que se pretendió llevar ante el Tribunal en la figura del Arzobispo Metropolitano de Croacia. Se agrega en su caso el odio profesado por el materialismo ateo a todo lo que sabe de más allá, la hostilidad secular del ortodoxo y oriental al católico y occidental; se contempla Tito, comunista contemporáneo, como continuador de opresiones monárquicas perimidas.

 

Monseñor Stepinac ha sido, pues, condenado por razón de Estado, siniestra creación de Maquiavelo y base de la filosofía política totalitaria. Pero derrotado en apariencia, encarcelado y silencioso confinado, no ha sido vencido, sino que triunfó.

 

Por encima de las injusticias y persecuciones, están la dignidad de su conducta, la firmeza de su fe, la tranquilidad de su conciencia.

 

De pie entre sus verdugos, constituye un símbolo de Croacia imbatible, un galardón para el Sacro Colegio, un verdadero sucesor de los Apóstoles, un legítimo titular de la bienaventuranza evangélica para quienes tienen hambre y sed de Justicia.

 

Buenos Aires

 

 

 


PASTOR, HEROE Y MARTIR

CARDENAL ALOYSIUS STEPINAC, ARZOBISPO METROPOLITANO DE CROACIA

Ivo Bogdan

 

El inusitado interés por la lucha y sufrimientos del recién fallecido Cardenal Stepinac, jefe cautivo de la Iglesia Católica en Croacia, su patria igualmente cautiva; las innumerables expresiones de admiración, solidaridad y veneración no sólo del mundo católico, sino de cuantos saben apreciar la fortaleza moral, el cumplimiento fiel de los deberes, el amor patrio y la inflexibilidad en la defensa de la dignidad y la libertad humanas; todos esos factores han determinado que el cardenal Stepinac sea una de las figuras más representativas de nuestro tiempo. El Papa Pío XII lo ha tenido por uno de los hombres más grandes de nuestra época, mientras Juan XXIII, conocedor profundo de los problemas del sureste europeo, rindió a Stepinac inusitados honores fúnebres, ponderándolo como reproducción fiel del buen Pastor Divino e invocando en la basílica de San Pedro su protección sobre la Iglesia universal. A este homenaje de S. S. se asociaron espontáneamente los dignatarios y los fieles católicos en los cinco continentes.

 

Tales exteriorizaciones de la admiración y la veneración universales (Juan XXIII) sin duda van dirigidas al primero y hasta ahora único miembro del Sacro Colegio elevado a la dignidad cardenalicia mientras estaba encarcelado por supuestos crímenes y al único cardenal fallecido en el cautiverio comunista, sin poder lucir, ni una sola vez, las vestiduras purpúreas, símbolo éste de la sangre de los mártires, que Stepinac mereció de sobra.

 

Su figura emerge con toda claridad si se toma en cuenta, aparte de sus excepcionales virtudes teologales y cardinales, lo trascendente de su función de titular de una ilustre arquidiócesis en un punto neurálgico, desempeñada en tiempos azarosos. Stepinac, no cabe duda, estaba a la altura de su papel histórico. Mas aquí se da el caso de que las circunstancias históricas y una alta investidura confluyen en hacer llegar a las personalidades elegidas, a las cimas de la grandeza.

 

I

DEFENSOR DE LA IGLESIA Y DE LA CIUDAD

 

El Cardenal Stepinac era pastor ejemplar de una de las más grandes y más importantes arquidiócesis del orbe católico - dijo el cardenal Montini, arzobispo de Milán, quien como secretario de Estado del Papa Pío XII, durante las persecuciones más vehementes de la Iglesia en Croacia, pudo justipreciar el drama, cuyo protagonista era el Arzobispo Metropolitano de Croacia y de hecho jefe de la Iglesia Católica de toda Yugoeslavia.

 

La arquidiócesis de Zagreb (22.795 km2, más de 2 millones de feligreses, el foco principal de las actividades católicas en Croacia) desempeñaba un papel importantísimo en la vida nacional y en determinados períodos en la historia de la Cristiandad.

 

Nos encontramos en la Europa Central, donde, desde los albores de nuestra sociedad occidental, los jefes de Iglesia merecieron el título de defensores de la ciudad, tomando parte activa en el acontecer histórico de sus países. En Croacia, los obispos, junto con la nobleza y representantes de los municipios, integraban durante siglos la Dieta croata (Sabor), depositaria de la soberanía nacional. Incluso después del revolucionario año 1848, los obispos en Croacia y Hungría eran miembros natos de los parlamentos respectivos hasta 1918; cuando fue creado el nuevo Estado, el Reino de los Servios, Croatas y Eslovenos, en 1929 denominado Yugoeslavia. Además, el titular de la diócesis zagrabiense era considerado primus baro regni y como tal, en los períodos de sede vacante del ban (prorex), asumía automáticamente su ministerio, se convertía en jefe del Reino de Dalmacia, Croacia y Eslavonia, manteniéndose esta modalidad constitucional hasta el término de la primera guerra mundial.

 

La participación de la Iglesia en los quehaceres políticos concordaba con las circunstancias y los tiempos en que ella era el principal promotor de las actividades culturales, y es su mérito que ya en la temprana Edad Media, Croacia figurase entre los pueblos civilizados del Occidente cristiano.

 

Producido el gran cisma oriental y rota la unidad del cristianismo, Croacia, orientada hacia la Roma de los papas, contribuyó a detener en las mismas puertas de Italia la expansión bizantina. Luego, durante las acometidas de los mogoles y las conquistas otomanas, peligrando Italia y Europa Central, Croacia constituyó uno de los baluartes defensivos, insustituibles e inexpugnables durante tres siglos, de modo que la vida nacional croata en la misma Edad Moderna se caracterizó por el espíritu de las cruzadas de los pueblos centroeuropeos contra las incesantes arremetidas del Imperio Otomano. La Iglesia y el papado constituían entonces el apoyo principal de la resistencia plurisecular de los croatas católicos, contribuyendo a que, pese a la tremenda sangría y las amputaciones territoriales sucesivas, se conservara la individualidad política y la identidad cultural de Croacia.

 

Los dignatarios de la Iglesia en esos tiempos heroicos prestaban no sólo poderoso apoyo moral sino que, ciñendo espada y conduciendo a los defensores, caían en los campos de batalla o en las fortalezas y ciudades sitiadas. Zagreb y la misma residencia obispal fueron durante siglos baluartes invencibles y los croatas se enorgullecen de que los caballos otomanos no habían pisado por las calles de su capital ni cuando el poder de los sultanes sobrepasaba Budín, capital húngara y sus jenízaros golpeaban en las puertas de la Viena imperial.

 

Tampoco en aquellos tiempos sombríos, entre el fragor de las armas, fue interrumpida la actividad cultural croata. Toda una pléyade de insignes humanistas, poetas, pintores, escultores, iluminadores, arquitectos, músicos, teólogos, filósofos y científicos, participó en los esfuerzos de los tiempos del Renacimiento y el Barroco.

 

En la no lejana época de los resurgimientos nacionales, los eclesiásticos encabezaban la lista de los próceres y promovedores de la cultura nacional al fundar la nueva universidad, Academia de Lengua, Ciencia y Bellas Artes, Galería del Arte y bibliotecas nacionales, etc., fomentando a la vez las actividades económicas: cooperativas agrícolas e institutos crediticios.

 

A Monseñor Stepinac le tocó gobernar a la Iglesia en tiempos diferentes y su influencia en la vida nacional se exteriorizó distintamente de la de sus predecesores, según las nuevas circunstancias, cuando el papel del Arzobispo Metropolitano de Croacia se redujo a las actividades de orden religioso y cultural, pero de importancia trascendental en el clima de graves luchas y tensiones.

 

El nuevo Estado yugoeslavo, dominado por la minoría servio-ortodoxa, de mentalidad y tradiciones césaropapistas, se empeñó en excluir la influencia de la Iglesia Católica, considerada una institución antinacional y foránea. Hasta la actividad específica de la Iglesia, consistente en fomentar la vida espiritual, consolidar su organización interna, promover la educación religiosa y las asociaciones de la Acción Católica, y, sobre todo, mantener el vínculo con la Santa Sede - considerada por todos los regímenes yugoeslavos como enemigo hereditario de los pueblos eslavos-, fue criticada y sindicada como una actitud política inadmisible antinacional y traidora. En ese sentido, se acusaba a la Iglesia Católica, no sólo después de la última guerra, sino también cuando la dictadura monárquica había disuelto todos los partidos políticos croatas, entre ellos el Partido Popular de inspiración demócrata cristiana, de modo que no cabía objetar que el clero y las organizaciones católicas tomaran parte en la vida política partidaria.

 

Debido a las circunstancias especiales, que dictaban la suspensión de las contiendas partidistas entre los croatas, fue Stepinac precisamente quien insistió en la inoportunidad de un partido político con programa cristiano-social, aun cuando en Croacia fue posible cierta libertad, aunque muy restringida, en la actuación de los partidos políticos. Acatando las consignas de la Santa Sede, según las cuales el clero y las instituciones religiosas debían mantenerse alejados de las luchas partidarias, Stepinac incluso prohibió al clero participar en el parlamento croata de 1942.

 

Resultan insostenibles, por lo tanto, las imputaciones de que Monseñor Stepinac había comprometido a la Iglesia en contiendas partidistas. Lo que podía molestar a la dictadura panservia antes, y la comunista después, era que defendía con valor los principios cristianos, lo que significaba al mismo tiempo la defensa de las libertades y los derechos humanos y cívicos en Croacia.

 

II

 

FRENTE A LOS DICTADORES

 

A Stepinac, pues le tocó actuar en tiempos sumamente difíciles, cuando su patria estaba humillada y pasaba por los trances más dramáticos de su vida milenaria, empeñada en una lucha sin cuartel, inevitable, por lo demás, en esta zona de choques y conflictos de civilizaciones diferentes. Tuvo que afrontar, en un breve período, varios regímenes dictatoriales: la dictadura de la monarquía servia; luego, durante la guerra, las presiones del entonces omnipotente fascismo y nacionalsocialismo y, por fin, la tiranía comunista de la postguerra.

 

Stepinac fue designado arzobispo de Zagreb en 1934, en la fase más opresora de la dictadura del rey Alejandro, quien se había educado en la corte imperial rusa, en la tradición autocrática y césaropapista. Semejante gobernante habría sido adecuado a la Servia del período anterior a las guerras balcánicas, mas no al nuevo Estado, formado en 1918, en el que los servios y su Iglesia nacional eran minoría, incapaz de convivir democráticamente con los croatas y eslovenos católicos, incorporados hasta este momento al imperio austro-húngaro y acostumbrados al orden jurídico- administrativo insobornable, a las formas culturales y políticas occidentales. El rey Alejandro reinó cierto tiempo de acuerdo con la constitución seudodemocrática, para implantar en 1929 un régimen netamente autocrático. Su dictadura fue precedida por el asesinato de los jefes políticos croatas, perpetrado en el Parlamento de Belgrado.

 

En lugar de satisfacer las justas demandas de los croatas, quienes reclamaban la libertad nacional e individual, Alejandro decretó leyes según las cuales Croacia no existía como nación, persiguiéndose como crimen de traición toda expresión del patriotismo croata. En su política de opresión contó con el apoyo de los jefes militares, exclusivamente servios, y de la Iglesia Nacional Servia; además, pudo contar con la sumisión de las masas populares servias, habituadas al sistema autocrático de gobierno. Pudo aprovechar también la benevolencia de ciertas potencias occidentales, las cuales, sin prever las nefastas consecuencias, prefirieron prestar apoyo al gobierno dictatorial de un Estado cultural y nacionalmente heterogéneo, sacrificando sus propios principios democráticos. Sin embargo, este supuesto realismo político resultó contraproducente, por cuanto los sucesivos gobiernos dictatoriales de Belgrado se inclinaban cada vez más hacia las potencias del Eje, no se opusieron al Anschluss y prácticamente liquidaron a la Pequeña Entente, y todo el sistema de alianzas político-militares, cuya finalidad era paralizar los designios tanto del Eje como del Kremlin respecto a la Europa Centro-Oriental. Las esperanzas depositadas en el espíritu combativo del ejército yugoeslavo quedaron completamente frustradas al capitular éste en pocos días y sin lucha.

 

Se dió, pues, que al asumir Stepinac su alto puesto, Croacia se hallaba en estado de acefalía política, por estar sus instituciones políticas suprimidas, los líderes políticos asesinados, encarcelados o asilados en el extranjero. La misma Iglesia estaba sometida a una fuerte presión de la dictadura, considerada por los servios como una institución foránea y como foco principal de la resistencia espiritual de los croatas y perseguida como antinacional y subversiva. Pese a todos los atropellos, la Iglesia no se doblegó y el pueblo encontraba en sus instituciones - entonces como ahora - apoyo y aliento. En las manifestaciones religiosas se exteriorizaba espontáneamente también el descontento y la reacción populares contra la dictadura anticroata. El Arzobispo de Zagreb, al quedar el país sin sus jefes legítimos, se convirtió virtualmente en el jefe visible de la nación. Ese sentir popular unánime fue expresado en una memoria que los representantes de la Universidad Croata presentaron a Stepinac, recordándole la función histórica del Arzobispo de Zagreb como lugarteniente del ban croata.

 

La Iglesia no procuraba sustituir a los partidos políticos, sino proteger a los perseguidos y socorrer a los necesitados. Por eso, la Curia de Zagreb había organizado, durante la gran crisis económica, comedores gratuitos para millares de desocupados, sin distingos de religión o de nacionalidad. En la misma residencia del Arzobispo tuvo su sede el Comité para la ayuda a los judíos escapados de Alemania, Austria y Bohemia. A partir del año 1939 esta ayuda fue extendida también a los exilados polacos.

 

Desmembrada Yugoeslavia en 1941, fue restituído el Estado croata, y su gobierno, carente de otra alternativa, tuvo que obrar bajo la poderosa presión de las potencias del Eje, que dominaban militarmente en aquel momento a casi toda la Europa continental. En estos tiempos turbulentos, cuando el derecho estaba sometido a la fuerza brutal, Stepinac ampara a los judíos y a todos los perseguidos, con frecuencia protesta enérgica y públicamente contra la discriminación racial y nacional, protege a la minoría servia en Croacia, expuesta a represalias por prestar su apoyo a dos movimientos de guerrilla: a los nacionalistas extremistas servios de Draza Mihailovic y a los guerrilleros de Tito, surgidos estos últimos a raíz del conflicto germano-ruso. Stepinac salvó la vida de varios miles de judíos y amparó a más de 7.000 huérfanos servios. Ni un solo momento dejó de amonestar a las autoridades sobre que los excesos no podían admitirse ni en legítima autodefensa y que la venganza por las violencias y persecuciones servias anteriores contradecía la moral cristiana y las arraigadas tradiciones croatas, respetuosas de la ética y del derecho.

 

Ahora bien; pese al hecho comprobado de que Stepinac no escatimaba su ayuda y su apoyo a la minoría servia, resulta sorprendente e incomprensible para un observador extranjero, poco interiorizado de las tensiones internas yugoeslavas y de sus causas remotas, la actitud hostil y obcecada de los anticomunistas servios asilados en los países occidentales y de las autoridades eclesiásticas servias y siempre favorable a la campaña comunista contra el fallecido cardenal Stepinac. Esta actitud de los representantes de la tradición y el sentir nacionales servios ilustra mejor que nada la incompatibilidad de los servios y croatas. Tratándose precisamente de Stepinac, quien demostró aun antes de ser designado arzobispo su afecto y sus simpatías por el pueblo servio, enrolándose durante la primera guerra mundial como voluntario en el frente de Salónica por la liberación de Servia, el comportamiento de los nacionalistas servios resulta aún más esclarecedor. Muchos ultrapatriotas servios que siguen al ex rey Pedro Karageorgevic y tildan a Stepinac como enemigo del pueblo servio, estaban fuera de peligro y con buen sueldo mientras él combatía en las trincheras del frente de Salónica.

 

Carecen además de fundamento las tendenciosas acusaciones tanto de los comunistas como de los nacionalistas servios, sobre el supuesto carácter religioso de los actos represivos contra la minoría servia en Croacia durante la última guerra, como si se tratara del supuesto fanatismo católico, ya que las luchas cruentas entre los servios y los croatas son productos de la pugna de dos nacionalismos. Los protestantes y musulmanes, fuerte minoría (13% de musulmanes) confesional, leales al Estado croata, disfrutaban entonces de la más absoluta libertad religiosa.

 

Hay un punto más en que coinciden los comunistas y los nacionalistas servios con respecto a Stepinac y a la Iglesia Católica en Croacia. No perdonan a Stepinac su patriotismo croata y su actitud favorable a la restauración del Estado croata, tachándolo por eso de colaboracionista. La jerarquía católica siempre distinguía el Estado del régimen, entre la nación y su gobierno. Stepinac procedió de igual modo. Abogó por el Estado croata y repudió todos los errores de su gobierno, afrentó con valor las intromisiones del poderoso Tercer Reich. Procedió del mismo modo que los eclesiásticos alemanes e italianos que no renunciaron a la independencia nacional en razón de los regímenes totalitarios, necesariamente transitorios.

 

La actitud patriótica de Stepinac fue correctamente interpretada por un difundido semanario belga:

 

"El Arzobispo de Zagreb no ha ocultado que había a igual que la casi totalidad del pueblo croata, visto con satisfacción el derrumbe del Estado yugoeslavo, producido en 1941. Cuando un Estado frustra las aspiraciones nacionales de uno de sus pueblos, ha de inculpar a sí mismo, si ese pueblo aplaude su caída.

 

Supongamos que en los Países Bajos de 1829 un conflicto internacional hubiese llevado a los ejércitos francés, inglés o prusiano a barrer a las fuerzas del rey Guillermo: el pueblo belga unánime habría, por cierto, saltado de alegría, viéndose liberado del yugo holandés. ¿El Arzobispo de Malinas habría podido no solidarizarse con su pueblo?

 

El gobierno yugoeslavo sabe a qué atenerse sobre este punto, tanto más que los sentimientos del pueblo croata no han cambiado con la nueva dictadura: [5]

 

¿Quién puede reprobar a los polacos, sometidos por los rusos, por haber recibido con entusiasmo a los granaderos de Napoleón?

 

Tampoco se podía exigir de Stepinac que renunciase a su patriotismo croata y menos que nadie lo podían requerir los nacionalistas servios, quienes se identificaron con el régimen dictatorial de Alejandro e incluso hoy están agradecidos a los comunistas por haber restablecido el conglomerado heterogéneo que es Yugoeslavia, considerada por ellos una Servia engrandecida, donde prácticamente no es dable otra forma de gobierno que la dictatorial. Yugoeslavia puede mantenerse tan sólo contra la voluntad de la mayoría antiservia de sus infelices súbditos. Forzar semejante comunidad implica la negación de todo derecho nacional y cívico de la gran mayoría de sus integrantes.

 

Es obvio que la Iglesia no puede, en principio, estar del lado de los que, impulsados por el ansia del poder, personal o colectivo, sobreponen a libertades y derechos humanos, el poder estatal. El mérito de Stepinac consiste en haber combatido, fiel a este principio, todo abuso del poder, tanto durante las dictaduras monárquica y comunista, ensañadas con los católicos y croatas como en la última guerra, al proteger a servios y judíos.

 

III

 

EN LA ZONA DE ENCUENTROS Y CONFLICTOS DE LAS CIVILIZACIONES

 

En cuanto a la actitud citada de los representantes nacionalistas y eclesiásticos servios, incomprensible para los occidentales, queremos aclarar lealmente que no se trata de una maldad congénita del pueblo servio. Trátase de un fenómeno que por su carácter sobrepasa el conflicto croata-servio, entendible únicamente por el estudio comparativo de las civilizaciones. Desde el punto de vista de la ciencia de la cultura, el antagonismo croata-servio no es tanto la expresión de las diferencias nacionales y religiosas en sí, cuanto una de las consecuencias originadas por encuentros y conflictos de dos pueblos pertenecientes a civilizaciones distintas: la occidental y la de la Europa Oriental. Si bien croatas y servios, al igual que polacos y rusos, derivan del mismo grupo lingüístico eslavo, por su tradición cultural y, por ende, la política, pertenecen a distintas y asaz antagónicas civilizaciones. Estaba pues acertado el presidente Roosevelt cuando, en 1943, deliberando con sir Anthony Eden sobre el futuro de Europa, expresó su repetida opinión de que los croatas y servios no tienen nada en común, por lo que es ridículo empeñarse en que pueblos tan antagónicos vivan bajo un mismo gobierno[6]. Rusia y Servia, por sus tradicionales formas políticas, son "eternas tiranías del Oriente", para recurrir a la expresión de Ortega y Gasset.

 

En este mundo rige una concepción diferente de la occidental sobre las relaciones entre individuo, grupo y Estado. Le resultan extrañas e incomprensibles las concepciones del mundo occidental, según las cuales la Iglesia debe ser independiente del Estado, al igual que la vida cultural; que no debe confundirse la religión con la nacionalidad. En lugar de apreciarse el esfuerzo de la Iglesia occidental por actuar con independencia de los gobiernos dictatoriales, los mismos representantes de la Iglesia oriental ortodoxa la censuran por eso, considerando como obligación cristiana el sometimiento de la Iglesia al Estado. El vocero oficial de la Iglesia nacional servia dice al respecto:

 

"La Iglesia católica romana amenaza la vigencia de la autoridad de nuestro Estado, por lo tanto provoca necesariamente la defensa propia... Satanás ofreció al Cristo el poder terrenal, pero él lo rechazó. La Iglesia católica romana, en cambio, aceptó este poder. La autoridad papal, como supremo poder espiritual, impugna el honor y la autonomía del Estado. Ella se sobrepone como un Estado dentro del Estado, o quizás como un Estado sobre otro Estado; es un poder extranjero[7]. Por eso hay que combatir a la Iglesia católica y el catolicismo con la rudeza balcánica".[8]

 

Son los mismos conceptos que sostienen los comunistas yugoeslavos para justificar la ruptura de las relaciones diplomáticas con la Santa Sede.

 

El Papa es un "enemigo hereditario" de Yugoeslavia "no solamente por no ser fascista tampoco socialista y democrático, sino simplemente porque es Yugoeslavia. El gobierno de Yugoeslavia y los pueblos de Yugoeslavia tendrían que someterse a la soberanía absoluta del Vaticano en esta cuestión de los obispos y de los sacerdotes, aun cuando ellos actuasen exclusivamente en favor de los intereses de una autoridad extranjera, dañando así su propio Estado y su propio pueblo. Cuando Stepinac dice a los periodistas extranjeros: "Yo tengo una sola persona que me manda y a ella únicamente me someto y es el Santo Padre" (Se entiende, en cuanto a su jurisdicción eclesiástica. N. de la R.), establece sus principios y su posición y la del Vaticano. ¿Qué otro Estado y qué otro pueblo en el mundo, permitirían y soportarían que se les impusiera un obispo de tal naturaleza?.[9]

 

De esta postura principista se desprende que todos los católicos de Yugoeslavia serían siempre indeseables aunque se diera el caso de que no coincidiesen resistencia religiosa y oposición nacional de los católicos croatas, lo que se confunde premeditadamente para justificar las persecuciones religiosas como si fueran tan sólo luchas políticas.

 

Existen otros hechos extraños a la mentalidad occidental. Mientras los comunistas yugoeslavos toleran y hasta favorecen a la Iglesia servia, persiguen despiadadamente al catolicismo. Mientras el Patriarca servio visita a Moscú como huésped de honor y el Patriarca ruso rinde honores al mariscal Tito en Belgrado, el cardenal Stepinac y otros prelados croatas están encarcelados, internados e incomunicados. Ese contraste es explicable únicamente si se tiene en cuenta que los gobiernos comunistas - meras versiones bizantino- rusas del marxismo - y la Iglesia ortodoxa están actuando dentro de las tradiciones autocráticas y césaropapistas. Acusan dos aspectos del mismo mundo. La Iglesia servia está integrada a ese mundo, mientras que las comunidades cristianas occidentales, católica y protestante, son consideradas cuerpos extraños y fuerzas desintegrantes.

 

Por otra parte, las diferencias religiosas no son causa del antagonismo entre polacos y rusos, croatas y servios. El cisma bizantino no determinó el dualismo cultural europeo - causa principal de dichos antagonismos-; más bien fue su consecuencia. El Bizancio insistía en las concepciones césaropapistas frente al papado, aun en la avanzada Edad Media, cuando ya estaba formada la nueva y pujante sociedad del Occidente europeo, respaldo poderoso de los papas en la lucha larga y tenaz contra las ambiciones césaropapistas de los emperadores de Bizancio. La Iglesia no ha sido causante sino víctima de los contrastes políticos que destruyeron la unidad cristiana.

 

La Iglesia universal aspira siempre a restituir la unión de las Iglesias: Compenetrados con este noble deseo, ciertos prelados católicos croatas suponían en 1918 que en el Estado yugoeslavo, recién creado, se abrirían posibilidades prometedoras para el logro de ese fin. Esperaban que la vida en común de los cristianos orientales y occidentales llevaría a una comprensión mutua y al acercamiento de los hermanos cristianos separados. Sin embargo, sucedió todo lo contrario. Servia, dada su tradición autocrática, no fue capaz de crear una comunidad libre de pueblos con derechos iguales, sino que les impuso un gobierno hegemonista y antidemocrático, provocando nuevos conflictos, odios y rencores. La Iglesia servia privilegiada, conforme los conceptos césaropapistas, procuraba con el respaldo del poder estatal ampliar la esfera de su influencia con métodos proselitistas. Los que creyeron que un estado común podría favorecer la unión de las Iglesias tuvieron que encarar la realidad de que siempre y cuando los católicos se hallen en la posición política inferior, en un estado de tradición bizantina, retroceden inevitablemente.

 

 

IV

PASTOR QUI ANIMAM SUAM DAT PRO OVIBUS SUIS

 

No es nuestro propósito dar una biografía completa de Monseñor Stepinac, sino más bien poner de relieve aquellas virtudes excepcionales que se deben tanto a sus calidades personales cuanto a su formación, no precisamente común entre los sacerdotes que han seguido la carrera eclesiástica común.

 

Nació el 8 de mayo de 1898 en la aldea de Krasic como undécimo hijo de una modesta familia de labradores. Después de los estudios secundarios, cursados en un colegio nacional de Zagreb, fue movilizado durante la primera guerra mundial por el ejército austríaco y destinado como alférez al frente italiano, donde, luchando en la línea de combate, quedó enterrado por una granada y capturado por los italianos. De allí partió como voluntario al frente de Salónica a luchar por la liberación de Servia, que se hallaba bajo la ocupación austro- búlgara. Terminada la guerra, se inscribió en la Facultad de Agricultura de Zagreb, alternando sus estudios con el rudo trabajo en el campo de su padre. Frisaba en los 27 años cuando llegó a la convicción de que su verdadera vocación era el sacerdocio. En Roma cursó los estudios en la universidad Gregoriana como alumno del Collegium Germanicum. El 26 de octubre de 1929 se ordenó y recibió el grado de doctor en filosofía y teología.

 

Stepinac era un cabal conocedor de las Sagradas Escrituras y de la doctrina social de la Iglesia por interesarle vivamente desde los días juveniles el movimiento social católico. A su regreso a Croacia fue designado familiar del Arzobispo, ocupándose primordialmente de la organización Caritas. Su incansable labor caritativa lo puso en contacto directo con los humildes, contacto que mantuvo también después de ser nombrado Arzobispo. En 1934, la Santa Sede lo designó Arzobispo coadjutor cum iure succesionis, cuando tenía tan sólo 36 años. Su nombramiento a tan alto puesto fue inesperado, por cuanto se sabía que el anciano Arzobispo Bauer, un prelado de gran prestigio, allegado a las tradiciones y al esplendor de su función, dignatario de brillante actuación pública - diputado en los parlamentos de Zagreb y Budapest, ex-rector de la Universidad nacional, Protector de la Academia de Ciencias y Bellas Artes-, había propuesto a la Santa Sede a varios destacados canónigos, teólogos e incluso obispos como sus sucesores. El gobierno de Belgrado, sin embargo, objetó a todos los propuestos, aduciendo sus supuestas actividades contra el Estado. En realidad, el gobierno dictatorial de Belgrado recurrió a las tácticas obstruccionistas con la miras de intervenir, llegado el caso de sede vacante, los fondos y bienes cuantiosos del arzobispado de Zagreb. Por fin, Belgrado consintió al nombramiento de Stepinac, en mérito de haber sido éste uno de los voluntarios en el frente de Salónica, condición privilegiada en aquel entonces, y por no comprender debidamente el significado de la expresión cum iure succesionis, con derecho a sucesión. No se opusieron a su nombramiento porque habían perdido de vista el hecho de que Stepinac había renunciado al grado de oficial servio y devuelto todas las condecoraciones como protesta contra el predominio y la presión servia en Croacia. La opinión pública croata quedó sorprendida por el inesperado ascenso a la tan importante silla arzobispal de un joven sacerdote recién ordenado y desconocido en la vida pública.

 

En 1937, a la muerte del Arzobispo Bauer, Stepinac le sucede como titular de la arquidiócesis de Zagreb, Metropolitano de Croacia y presidente permanente de las Conferencias del Episcopado de Yugoeslavia.

 

El flamante Arzobispo infunde nuevo ritmo e inaugura nuevos métodos. Las organizaciones de la Acción Católica, las instituciones de beneficencia, como asimismo la prensa católica fueron reorganizadas y fomentadas. Se organizaron imponentes manifestaciones religiosas - peregrinaciones y Congresos Eucarísticos, se constituyeron nuevas parroquias y conventos. En sus sermones dominicales, pronunciados ante numeroso auditorio, alzaba su valiente voz en defensa del derecho y la moral naturales. Acompañado por decenas de miles de feligreses, peregrinaba cada año al santuario nacional croata de Nuestra Señora de Bistrica, compartiendo con los romeros las penurias de la caminata de tres días. El palacio arzobispal, otrora residencia señorial, se convirtió en la sede de numerosas instituciones católicas, mientras el Arzobispo y sus familiares llevaban una vida monástica. El esplendor antiguo se exhibía sólo una vez por año, el día de la coronación papal.

 

La lealtad incondicional a la Santa Sede y el cabal cumplimiento de las directivas papales constituían los principales rasgos de Stepinac, quien a menudo se trasladaba a la Ciudad Eterna, manteniendo frecuentes contactos con las instituciones centrales de la Iglesia. Durante la guerra procedió de igual modo. Por eso, cuando se desató la campaña difamatoria del comunismo mundial, que confundió incluso a ciertos círculos democráticos, el Vaticano no vaciló ni un momento en recalcar ante el orbe la integridad y la actitud intachable del jefe de la Iglesia Católica de Croacia. L'Osservatore Romano publicaba diariamente a raíz del "tristísimo proceso" (Pío XII) artículos de fondo, protestas, comentarios y noticias en primera plana y en lugar destacado.

 

La religiosidad vivida, el celo apostólico, la aplicación recta de la doctrina, el sentido social y el amor patrio de Stepinac se conjugaban maravillosamente con su innata modestia, amén de la fortaleza moral y la capacidad de sufrimiento, incluso corporal. La intrepidez era francamente necesaria a un soldado de Cristo, que hubo de afrontar situaciones muy difíciles, soportar atentados personales y aguantar un presidio largo, con las consiguientes penurias.

 

A principios de mayo de 1945, los comunistas se apoderaron del gobierno en Croacia. Transcurrieron 16 meses antes de iniciarse el juicio contra Stepinac por supuestos crímenes, cometidos durante la guerra, cuando la misma radioemisora comunista citaba y elogiaba sus protestas contra las infracciones a las libertades y derechos humanos. Stepinac, indefenso, tuvo que presenciar como la Iglesia y el pueblo de Croacia eran puestos fuera de Ley. Una ola de terror sumió a Croacia en un dolor mudo y cruento que, desgraciadamente, en aquellos días no encontró ningún eco en el mundo libre. La matanza colectiva de varias decenas de miles de civiles y soldados desarmados, un verdadero genocidio perpetrado, ya terminada la guerra, en Bleiburg y otras localidades, marca el camino emprendido por los comunistas. Fueron asesinados, sin juicio previo, los católicos destacados y patriotas prominentes. Era propósito de los comunistas eliminar a sangre y fuego toda posible oposición en Croacia, para hacer de ella un territorio sometido completamente al comunismo. Por primera vez en su historia milenaria, Croacia fue incorporada íntegramente a un imperio oriental y sus exponentes se propusieron destruir todas las formas culturales de un pueblo occidental.

 

En tal ambiente entenebrecido alzase la figura de Monseñor Stepinac, "hombre enviado de Dios... como testigo para dar testimonio de la luz... y esta luz resplandece en medio de las tinieblas, y de las tinieblas no la han recibido" (Juan, I 5-7). Croacia una vez más sufría y sangraba, más no se doblegaba frente al enemigo. La lucha principal era llevada, y sigue siéndolo, en el ámbito espiritual. El comunismo no se contentó con ocupar las tierras croatas; quiere cambiar el alma del pueblo, según reza un párrafo del Plan Quinquenal. Por eso era preciso doblegar a Stepinac u obligarlo a salir del país. Recurrieron a la doble táctica: presión y chantaje; desde el principio desencadenaron contra él una infame campaña difamatoria sin posibilidad de réplica y organizaron atropellos físicos. Le prohibieron salir de su residencia y establecer contacto con los fieles. Al mismo tiempo le fue sugerido un arreglo: renunciar a la Santa Sede y fundar una iglesia nacional.

 

Todas esas presiones no hicieron titubear al Arzobispo. El episcopado católico, reunido bajo su presidencia, publica una extensa y documentada carta pastoral, detallando todos los atropellos y las violencias del régimen comunista. En la primera y única entrevista celebrada con el dictador yugoeslavo José Broz, apodado Tito, le dijo lisa y llanamente que sin la libertad religiosa y sin el respeto a los derechos nacionales croatas, el país no se pacificaría[10].

 

Entonces Stepinac tenía todavía justificadas esperanzas, basadas en las promesas de los diplomáticos aliados, con quienes tuvo contactos directos en sus visitas a Roma durante la guerra, de que los aliados no permitirían que se instalara un régimen comunista en las costas adriáticas, ante las puertas de Italia y de Austria. Por consiguiente, esperaba el cumplimiento de los acuerdos de Yalta que reservaban a los pueblos de Yugoeslavia el derecho democrático a elegir su gobierno.

 

Convencidos los gobernantes comunistas de la imposibilidad de quebrar la lealtad de Stepinac a la Santa Sede, montan el famoso proceso, condenándolo a 16 años de presidio y a la pérdida de sus derechos civiles y políticos por 5 años más. Esta condena, acompañada por una propaganda desenfrenada, se la utilizó como última advertencia a la Croacia no doblegada, de que el régimen comunista, respaldado por Moscú, era omnipotente e implacable en el exterminio de toda influencia occidental.

 

Sabido es que, durante el proceso, Stepinac se negó a contestar a las preguntas del fiscal y de los jueces comunistas, y que no nombró defensores. No se trataba de un gesto desafiante o insolente, según ascveraban los comunistas, sino de una actitud razonada de quien sabía que era imposible argüir con el partido comunista, de concepciones jurídicas y morales opuestas a la mentalidad occidental y cristiana y que, además, el fallo ya estaba decidido con antelación.

 

Los abogados defensores, designados por el tribunal, actuaron con valor cívico y competencia profesional, más sus alegatos hubieron de atenerse a la legalidad comunista, según la cual la lealtad a la Iglesia y al pueblo croata era considerada un crimen. El mismo fiscal les objetó, esta vez con acierto, que "defendían al acusado Aloysius Stepinac de cargos que él no negaba sino que los ponderaba como meritorios".

 

Por eso, hasta ciertos comentarios bien intencionados, publicados en la prensa libre, no fueron del todo acertados al pretender, bajo la influencia de las insistentes acusaciones comunistas, interpretar la actitud de Stepinac como contraria a la restauración y defensa del Estado croata en tiempo de guerra. Empero, cuando se conoció su discurso ante el tribunal, dirigido no tanto a los jueces comunistas cuanto al pueblo croata y a la opinión pública mundial, el caso quedó esclarecido.

 

Repetidas veces se ha destacado que el valeroso comportamiento de Monseñor Stepinac difería muchísimo de la conducta de otros procesados, como la del general servio Draza Mihailovic, tan exaltado por la propaganda nacionalista servia. Mihailovic, protagonista de una causa perdida e injusta, es decir de la supremacía servia sobre los demás pueblos de Yugoeslavia, se arrastró con humillación ante los jueces, implorando clemencia y argumentando que muchos de sus propósitos, en realidad, eran idénticos a los de ellos, mientras Stepinac, paladín del derecho divino y humano, limpia su conciencia de todas las acusaciones, inflexible ante los conocidos métodos de ablandamiento psíquico, se mantuvo como un verdadero caballero sin tacha y sin miedo, sin ceder en lo más mínimo y sin pedir clemencia.

 

Huelga señalar otro rasgo sobresaliente de la personalidad de Stepinac: su vocación al martirio, que maduraba en él bajo el tremendo peso de la responsabilidad en tiempos tan cruciales. El mismo Tito había declarado, después de la citada entrevista, que "éste Stepinac aspiraba al martirio, pero que no le sería dada la oportunidad". El redactor de estas líneas recuerda especialmente la audiencia que Stepinac concedió en 1938 al secretario general de la Pax Romana, abbé Gremaud y M. Vershave, director de "L'Ecole de journalisme" en Lille, Francia. Refiriéndose a las amenazas que se cernían sobre Europa y Croacia, Stepinac, de costumbre tranquilo y sereno, se levantó con nerviosidad y mirando por la ventana de su biblioteca, instalada en el fortín del antiguo palacio episcopal, declaró en tono terminante: "Sé que la Iglesia en Croacia está en peligro desde el Norte (nacional-socialismo) y desde el Este (bolchevismo). El Arzobispo de Zagreb, alentado por el ejemplo de sus predecesores, quienes en otros tiempos en estas murallas combatían y caían, está dispuesto a enfrentarse con el enemigo y testimoniar con su sangre por Cristo:

 

Su gesto era todo menos teatral. Su figura reflejaba la sencillez y la sinceridad de un joven asceta, que marcha con serenidad y valor al encuentro del martirio desde ya vislumbrado. Por sobre todo, su fe era inconmovible y firme. IN TE DOMINE SPERAVI, rezaba su lema. Y cuando llegaron largos años de pruebas, nunca vaciló. Recordando la palabra del salmista, pon tu confianza en Dios, obra virilmente y tu corazón será robustecido, perseveró hasta la muerte (10/2/1960), si bien pudo salir del país y evitar todos los sufrimientos a que estuvo expuesto durante 14 años de prisión e internación aquejado por enfermedades que con la debida atención médica habrían podido ser curadas. Renunció a la libertad que se le brindaba, aceptó la prolongación de los males que padecía. De ello tenemos documentos oficiales. Así L'Osservatore Romano, en su edición del 9-10/6/1951, publicó el contenido de la nota del gobierno yugoeslavo en la que ofrecía al Vaticano la liberación de Stepinac con la condición de abandonar inmediatamente el país, y la respuesta de la Santa Sede haciendo constar que el Arzobispo prefería permanecer junto a sus fieles[11]. Se sabe con seguridad que, por lo menos, tres propuestas más en este sentido fueron rechazadas rotundamente por el heroico soldado de Cristo. El buen pastor da la vida por su grey (Juan, X, 11).

 

El testimonio dado por este digno e intachable paladín de la fe y de la patria entraña una ejemplar victoria moral sobre sus opresores. Frente a la indignación suscitada en el mundo libre con motivo de la condena de Stepinac, el jactancioso dictador yugoeslavo quiso minimizar su importancia: Todavía por algún tiempo se hará ruido en torno a Stepinac, pero pronto se cansarán y lo olvidarán. Mientras tanto, con el correr del tiempo, ella resultó una ilusión típica de los dictadores quienes suelen subestimar los valores morales. Stepinac no sólo no fue olvidado sino que su figura se acrecentó ante el pueblo ante el mundo entero.

 

Obligó capitular a los comunistas después de su muerte. Tuvieron que anular su decisión primitiva de enterrarlo en la parroquia de Krasic hasta tanto expire el término de su condena y admitir la sepultura de sus restos mortales, con todos los honores correspondientes a un príncipe de la Iglesia, en su catedral. Hasta cursaron las invitaciones oficiales al cuerpo consular y delegaron a sus representantes en el sepelio de un "criminal", de un "traidor a la patria".

 

La Croacia mártir encontró en él su expresión más genuina. Hoy, este héroe y mártir, defensor civitatis, descansa en la cripta de la catedral de Zagreb, al lado de otros próceres croatas, que dieron su vida en aras de la patria: conde Pedro de Zrin, príncipe Francisco Cristóforo Frankopan y Eugenio Kvaternik. Su tumba ya es lugar de peregrinaje.

 

En la lucha entre la tiranía y la libertad, los mártires son siempre más fuertes.

 

Buenos Aires

 

 

 

 


DOCUMENTOS

 

PALABRAS DEL PAPA PIO XII SOBRE EL CARDENAL STEPINAC

 

"Y ahora, Venerables Hermanos, en medio de la alegría que nos embarga al veros aquí delante Nos no podemos impedir que nuestro espíritu se dirija con tristeza hacia Nuestro Venerable Hermano el Arzobispo de Zagreb, quien no pudo, debido a las condiciones en que se encuentra, llegar a Roma y visitar al Padre común, con la libre facultad de retorno. Aunque ausente, Nos lo abrazamos con amor paternal y deseamos vivamente que todo el mundo sepa que al decidir honrarlo con la majestad de la púrpura romana, Nuestro único propósito es recompensar dignamente sus eminentes méritos, como también testimoniar a su entera nación Nuestra grande benevolencia y de modo especial hemos querido aportar Nuestro elogio y consuelo a Nuestros queridos Hijos e Hijas, quienes en tiempos tan difíciles, profesan, con coraje resuelto, su fe católica."

 

"...Nuestra conciencia no podía autorizarnos a reconocer y admitir el fundamento de las acusaciones formuladas contra el Arzobispo de Zagreb, acusaciones que, según sabéis, motivaron su condena a una pena muy grave. Además, no podíamos decepcionar la esperanza y la espera de los católicos del mundo y de un buen número de los no católicos, quienes con viva satisfacción se enteraron de la elevación a la púrpura romana de un pastor que es ejemplo de celo apostólico y de fortaleza cristiana."

 

(De la Alocución en el Consistorio secreto, 12/1/1953.)

 

PAPA JUAN XXIII SOBRE EL CARDENAL ALOYSIUS STEPINAC

 

-Señores Cardenales; venerables Hermanos y amados hijos! Razones de extraordinario respeto y afecto religioso han impuesto a Nuestro corazón este rito fúnebre por la bendita alma del Cardenal Aloysius Stepinac, Arzobispo de Zagreb, rito éste, insólito aquí, en la Basílica de San Pedro, por un Cardenal que no pertenezca a la Curia. Demasiado querida a Nuestro espíritu era esta figura sencilla e insigne de padre y de pastor de la Iglesia de Dios: su prolongada tribulación durante quince años de exilio en su propia patria; y la serena dignidad y confianza en su continuado sufrir, lo han llevado a la admiración y la veneración universales.

 

Las circunstancias de su deceso, atrayendo la atención de sus hijos espirituales más próximos, sobre el gran ejemplo de paciencia invicta que él dió a todos durante tantos años de presidio, mediando una distancia tan corta entre su morada y la de ellos, han repercutido como las campanadas de tristeza y llanto, recordando las notas de la liturgia del Sábado Santo junto a la tumba de Jesús Salvador: Recessit pastor noster, fons aquae vivae, ad cuius transitum sol obscuratus est. Al pasar hacia las regiones eternas hasta el sol se obscureció de hecho en el horizonte, lluvioso y triste, de estos días invernales.

 

¡Oh! Verdaderamente es una fiel reproducción del buen Divino Pastor, fiel y edificante, este Cardenal Stepinac que dió 26 años de episcopado a su ilustre arquidiócesis, primero con una labor tenaz y muy ferviente de actividad apostólica y en los últimos años de presidio doloroso, demasiado largos, ha acumulado tal riqueza de méritos que el Padre celestial los ha derramado seguramente como gracia y bendición sobre todas las familias y todos los fieles de esa Croacia ferviente y piadosa.

 

En estas últimas semanas el humilde sucesor de San Pedro como Obispo de Roma tuvo un gran consuelo del Sínodo Diocesano, en el cual la sagrada intimidad del Pastor y de su grey - clero y pueblo - se mantenía en la frecuente y suave familiaridad con el dulce esplendor de Jesús contemplando como Divino Pastor que animan suam dat pro ovibus suis (I°, 10, 11).

 

Y he aquí que en su traspaso al cielo, el alma del Cardenal Arzobispo Aloysius Stepinac nos repite, una vez más, esta gran enseñanza y este divino ejemplo del capítulo X del Evangelio de San Juan. Nos oramos por la feliz glorificación de su electo espíritu: él nos responderá desde las alturas a sello de nuestro renovado fervor pastoral, de nuestra prontitud al empeño y al sacrificio.

 

¡Dilectos Hermanos e hijos! No debemos olvidar la grave exhortación de su testamento al ejercicio constante del perdón y de la paz. Cómo es tierno, cómo es conmovedor aquel su pedido de perdón a cuantos en su vida - si bien con la mejor buena fe y la intención caritativa - haya podido ofender en lo más mínimo; cuán sublime es ese repetir de las últimas palabras del Cristo moribundo a cuantos le hicieron sufrir tan injustamente: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen: Pater dimitte illis, non enim sciunt quid faciunt (Luc. 28, 24). Gran afirmación ésta: "non sciunt quid faciunt", inmensa conmiseración que penetra de trágico resplandor el misterio de la perversión humana respecto al sentido de la vida individual y colectiva, de la que somos testigos.

 

En la gran aflicción nos reconforta advertir aquí y allá destellos de piedad humana. En torno a Cristo muerto y crucificado los Evangelistas, todos los cuatro, nos relatan el gesto de Pilato que entregó el cuerpo exangüe del condenado a la piedad de José de Arimatea, quien pidió los restos mortales y de Nicodemo quien trajo copiosa mixtura de mirra y aloe para la sepultura. En el inmenso dolor que continúa desgarrando Nuestro ánimo, el gesto de las autoridades superiores a ejemplo del antiguo gobernador romano, permitió que en torno al despojo bendito del pastor y del padre insigne se exteriorizase una manifestación de piedad popular que en los hogares humildes quedará por toda una generación como un recuerdo sagrado y un ejemplo eterno de elevación espiritual y de humana y cristiana ternura.

 

¡Oh! Por qué, consumado el sacrificio del gran sacerdote y pontífice, no habrá de ser ya permitido a todas las almas rectas y buenas saludar, por lo menos de lejos, el retorno de una paz cívica y religiosa que respetando las tradiciones nobles y robustas, reasegure el renovado ascenso de todos hacia los más altos ideales que en el espíritu de Cristo se subliman, asociados en una colaboración leal y concorde en la búsqueda y para el goce de una verdadera prosperidad que haga menos triste y más agradable la convivencia humana.

 

Que la plegaria litúrgica que se eleva de nuestros labios y de nuestros corazones a través las volutas sagradas del incienso, implore una vez más paz y gloria celestiales al llorado difunto el Cardenal Stepinac. En esta plegaria nos sentimos íntimamente unidos a todos los venerables miembros del Sacro Colegio Cardenalicio aquí presentes y a los que han querido, desde todos los puntos de la tierra, compartir la pena del Padre Común con acentos de conmovedora fraternidad para expresar así las condolencias de la Iglesia Universal. El Cardenal Aloysius Stepinac no pudo lucir ni siquiera una vez las vestiduras purpúreas, gloriosas y bien merecidas, fuera del lugar de su nacimiento y de su forzado confinamiento. Sin embargo, deseamos piadosamente creer y esperar que él en la gracia y luz del Señor extenderá ahora su protección sobre todo el Sacro Colegio, del que sigue siendo preclara prez, sobre toda la Santa Iglesia y sobre toda Yugoeslavia.

 

(De la Alocución en la Basílica de San Pedro, 17/2/1960.)

 

 

DECLARACIONES DE STEPINAC ANTE EL TRIBUNAL POPULAR DE ZAGREB EL 3 DE OCTUBRE DE 1946

 

A todos los cargos de que se me acusa aquí, respondo que mi conciencia está limpia e todo sentido (aunque el público se burle de esta afirmación) y no busco defenderme ni apelar del veredicto. Por mis convicciones estoy preparado para soportar no sólo el ridículo, el desprecio y las humillaciones, sino también, teniendo limpia mi conciencia, estoy dispuesto a morir en cualquier momento. Centenares de veces se me ha llamado aquí "el acusado Stepinac". Pero no hay nadie tan ingenuo que no comprenda que con "el acusado Stepinac" se sienta aquí en el banquillo el arzobispo de Zagreb, el metropolitano de Croacia y el jefe de la Iglesia Católica de Yugoeslavia. Y vosotros mismos habéis acudido ante los sacerdotes acusados aquí presentes para que reconozcan que sólo a Stepinac cabe culpar por todo lo que ellos hiciesen, sacerdotes y pueblo. Pero un Stepinac cualquiera no hubiese tenido tal influencia, sino únicamente el arzobispo Stepinac.

 

Durante diecisiete meses se viene librando una campaña contra mí, públicamente y en la prensa, y además, durante 12 meses, he sufrido verdadera internación en mi palacio arzobispal.

 

LOS ORTODOXOS

 

Se me acusa por el rebautismo de servios. El término es incorrecto, porque quien ha sido una vez bautizado, no necesita serlo de nuevo. Mas la cuestión concierne al cambio de religiones, y de esto no hablaré en detalle sino para declarar que mi conciencia está libre de ese cargo y que el juicio de la historia me será favorable.

 

Es un hecho que tuve que trasladar a varios párrocos, porque se encontraban en peligro de muerte entre los ortodoxos: los servios querían matarlos porque demoraban las conversiones al catolicismo. Es un hecho que durante la guerra la Iglesia tuvo que enfrentar dificultades y salvar obstáculos, precisamente por el bien del pueblo servio y con el fin de ayudar a esta gente hasta el máximo de sus posibilidades.

 

El honorable juez ha presentado un documento según el cual yo reclamé un monasterio ortodoxo abandonado en Orahovica (que antes había pertenecido a nuestros Padres Paulinos), para darlo a los monjes Trapenses, desterrados de Reichenburg por los alemanes. Estimo que era mi deber sagrado ayudar a mis hermanos eslovenos, expulsados por los hitleristas, y encontrarles un refugio provisorio.

 

VICARIO CASTRENSE

 

Se me imputa un crimen grave porque fui vicario castrense. El honorable juez me preguntó si no me consideraba traidor a Yugoeslavia por haber buscado en este problema un entendimiento con el Estado Independiente de Croacia. Fui también vicario castrense en la antigua Yugoeslavia. He intentado durante ocho o nueve años arreglar la cuestión del vicariato castrense, sin llegar a un arreglo definitivo y solidario. Por fin, dicha cuestión fue arreglada en Yugoeslavia al cabo de muchas dificultades, mediante un Concordato que después de su solemne ratificación en el Parlamento fue inutilizado por los tumultos callejeros.

 

Cuando se acercaba el fin de la guerra entre Yugoeslavia y Alemania, estaba yo en la obligación de extender la asistencia espiritual a los soldados católicos del antiguo ejército yugoeslavo y a los del ejército del recién creado Estado Independiente de Croacia. Si el Estado se había derrumbado, quedaban los soldados y teníamos la obligación de tomar en cuenta esta situación.

 

LOS DERECHOS DEL PUEBLO CROATA

 

No fui "persona grata" ni a los alemanes ni a los ustachi; no he sido ustachi ni tampoco presté juramento, como lo hicieron muchos de vuestros funcionarios, aquí presentes. La entera nación croata se había declarado plebiscitariamente a favor del Estado Croata y yo hubiera sido un infame si no hubiese sentido el pulso del pueblo croata, que en la antigua Yugoeslavia era esclavo. He dicho que los croatas no podían ascender en la carrera militar o ingresar al cuerpo diplomático, a no ser que mudaran su religión o se casaran con una ortodoxa. Se trata, pues, de un problema del que yo tenía que hablar en mis pastorales y sermones.

 

Todo lo que haya dicho sobre el derecho del pueblo croata a su libertad e independencia está de completo acuerdo con los principios básicos enunciados por los Aliados en Yalta y en la Carta del Atlántico. Si, conforme con estos principios, toda nación tiene derecho a su independencia, entonces, ¿por qué se le niega a la nación croata? La Santa Sede ha subrayado reiteradas veces que tanto las pequeñas naciones como las minorías tienen el derecho a la libertad. ¿No puede entonces, un obispo o metropolitano católico, mencionar siquiera este principio? Si hemos de caer, caigamos, por haber cumplido nuestro deber.

 

Si creéis que este proceso complace al pueblo croata, dadle la oportunidad de pronunciarse. Por mi parte, aceptaré su veredicto. He respetado y respetaré siempre la voluntad de mi pueblo.

 

Me acusáis de ser enemigo del Estado y de las autoridades nacionales. Hoy reconozco vuestra autoridad, pero ¿quién detentaba antes la autoridad? Lo repito otra vez: vosotros para mí representáis autoridad desde el 8 de mayo de 1945, mas no antes. ¿Qué lugar hay en el mundo donde se pueda obedecer a dos autoridades a la vez: a vosotros en los bosques, a otros en Zagreb? ¿A quién debí obedecer a la autoridad del golpista Simovic o al gobierno traidor - como lo llamáis - de Londres, o al que estaba en El Cairo, o al vuestro en los bosques, o al gobierno de Zagreb? ¿Es posible del todo servir a dos señores? De acuerdo con la moral católica, con el derecho internacional y con el derecho del hombre en general, esto es imposible. No podíamos ignorar a las autoridades constituidas aquí, aunque fuesen Ustachis. Estaban aquí. Tendríais derecho a pedirme cuentas desde el 8 de mayo de 1945 en adelante, únicamente.

 

En cuanto a mis actos terroristas, no tenéis prueba alguna: nadie os cree. Si Lisak, Lela Sofijanec y otros se acercaron a mí con nombres falsos, si he recibido una carta que jamás leí, si, en fin hay crimen en que los hombres se me acerquen, entonces aceptaré el veredicto con tranquilidad. No remuerde mi conciencia el haber extendido al Padre Maric un certificado de libre tránsito, porque no lo hice con la intención de infringir el régimen establecido; por tal culpa podría ir al otro mundo con la conciencia tranquila. No importa que me creáis o no. El acusado, arzobispo de Zagreb sabrá no sólo sufrir, sino también morir por sus convicciones. El mismo presidente de gobierno Bakaric ha dicho al sacerdote Milanovic: "Estamos convencidos de que detrás de estas acciones está el Arzobispo, pero no tenemos pruebas". Eso me basta, que ya es mucho confesar.

 

LA PERSECUCION RELIGIOSA

 

Ahora bien; ¿en qué consiste el conflicto, de dónde surgen las dificultades y por qué la situación no se normaliza? El fiscal ha aseverado una y otra vez que en ninguna otra parte hay la libertad de conciencia que reina en este Estado. Me permito señalar algunos hechos que prueban lo contrario.

 

Ante todo el mundo afirmo de nuevo que de 260 a 270 sacerdotes han sido asesinados por el Movimiento de Liberación Nacional. En ninguna otra parte del mundo civilizado se castigaría a tan gran número de sacerdotes, ni en tal forma, por los crímenes que se les imputaron. Así, por ejemplo, el Padre Bürger, párroco de Slatina, como miembro del Kulturbund, podría haber sido condenado, digamos, a unos 8 años de prisión; pero no le sentenciaron a muerte y lo matasteis porque él en cumplimiento de sus sagrados deberes de deán, había transportado los objetos litúrgicos de la vecina iglesia de Vocin. Afirmo de nuevo: en ningún otro Estado civilizado se le habría impuesto tal pena. El Padre Povoljnjak fue asesinado como un perro en la calle, sin siquiera procesársele, y la misma suerte han corrido algunas monjas acusadas. En ningún otro Estado civilizado la muerte habría sustituído jamás una mera sentencia de cárcel. Habéis cometido un error fatal al asesinar a los sacerdotes. El pueblo no os lo perdonará jamás. Tal es vuestra libertad.

 

Nuestras escuelas católicas, construídas al precio de enormes sacrificios nos han sido arrebatadas. El trabajo de nuestros Seminarios se ve imposibilitado. Si no hubiésemos recibido de Norteamérica siete vagones cargados de alimentos, no podríamos seguir este año. Sin embargo, se trata de los hijos de nuestros pobres campesinos. A la fuerza arrebatasteis todas sus propiedades a los Seminarios. No habéis hecho menos que la Gestapo cuando se apoderó de la propiedad del Seminario de Mokrice. No nos oponemos a la reforma agraria. La Santa Sede ha promulgado muchas encíclicas sobre las reformas sociales, pero estos actos debieron llevarse a cabo previo acuerdo con el Vaticano.

 

Se han inutilizado nuestros orfanatos; nuestras imprentas han sido destruidas y no sé de ninguna que funcione al presente. Nuestra prensa, tan atacada aquí, no existe más.

 

¿No es, pues, un escándalo asegurar que en ninguna otra parte goza la Iglesia de la libertad que aquí tiene? Los dominicos han hecho imprimir un libro religioso que yo traduje del francés, y gastaron en la edición 75.000 dinares. Terminada la impresión, quisieron retirar los ejemplares, pero fracasaron en su propósito. ¿Es eso libertad de prensa?

 

La entidad editora San Jerónimo dejó de existir. Es un grave delito contra el pueblo proceder así con sus instituciones culturales más antiguas y más importantes. Me habéis reprochado la obra de "Caritas". Recalco aquí que Caritas ha prestado enormes servicios de beneficencia a nuestro pueblo y a vuestros hijos también.

 

Además, existe la cuestión de la enseñanza religiosa en las escuelas. Habéis establecido la regla: en los cursos superiores de las escuelas secundarias se la prohibe por completo; en los inferiores es facultativa. Pero, ¿cómo concedéis a los niños el derecho a escoger por sí mismos, cuando los unos ni siquiera se han desenvuelto debidamente y a los mayores con derecho a votar se les veda la libertad de escoger en esta materia?

 

Nuestros hospitales católicos de monjas, ¿con cuántas dificultades tropiezan?

 

Contra la voluntad de la gran parte del pueblo habéis introducido el matrimonio civil. ¿Por qué no habéis implantado esta libertad de acuerdo con la mentalidad de nuestro pueblo? En los Estados Unidos, donde impera una sabia república el ciudadano es libre para escoger el matrimonio civil o el religioso, lo que es más inteligente. No os negamos que llevéis algún control sobre el matrimonio. Pero ofende gravemente a nuestro pueblo el verse obligado a contraer primero el matrimonio civil antes que el religioso. Si nos hubieseis consultado al respecto, os habríamos dado sugestiones pertinentes.

 

Los edificios de algunas comunidades religiosas en Bachka fueron confiscados; algunas iglesias de Split (ignoro si perdura esa situación) fueron convertidas en depósitos. Y los bienes eclesiásticos expropiados sin ningún acuerdo con la Santa Sede. Ya habéis visto que el pueblo, pese a vuestra reforma agraria, rehusa tomar esas tierras.

 

Pero, el aspecto material es el menor de nuestros problemas. El punto doloroso es éste: ni de noche, ni de día, sacerdote u obispo alguno tiene la vida segura. El obispo Srebrenic fue atacado en Susak por jovenzuelos, instigados por ciertas personas. Durante tres horas le maltrataron y atacaron en una habitación ante la indiferente mirada de vuestra policía y milicia. Yo mismo padecí un ataque semejante en Zapresic, atacado a pedradas y balazos. El obispo Lach había ido para la Confirmación al otro lado del río Drava y aunque se sabía de su llegada, le mandaron a la otra orilla, quedando toda la noche detenido en la prisión de Koprivnica. Algunos de vuestros partidarios han venido a verme y han declarado que semejante trato era indigno y que protestarían ante las autoridades. Las turbas apedrearon las ventanas de la casa donde se alojaba el obispo Buric, durante su visita de Confirmación. El obispo Pusic, según supe, fue atacado recientemente por el populacho, que le arrojaba manzanas y huevos putrefactos.

 

Consideramos ilusoria semejante libertad y no queremos ser esclavos sin derecho alguno; lucharemos con todos los medios lícitos por nuestros derechos en este Estado.

 

LOS PERSEGUIDORES Y LA DOCTRINA CRISTIANA

 

Para que podáis entender por qué luchamos, citaré tres o cuatro ejemplos más de vuestra pretendida libertad. Enséñase en las aulas, oficialmente y en desafío a todo el testimonio de la historia, que Jesucristo jamás existió. Sabed que Jesucristo es Dios. Por El estamos prestos a morir. Hoy enseñáis que nunca vivió; si un maestro se osa afirmar lo contrario, puede esperar con seguridad ser despedido. Os digo, señor fiscal, que bajo tales condiciones la Iglesia se halla privada de la libertad y será en breve reducida al silencio. Cristo es el fundamento de la cristiandad. Protegéis a los servios ortodoxos. Pero os pregunto: ¿Cómo podéis concebir la ortodoxía sin Cristo? ¿Cómo podéis concebir a la Iglesia Católica sin Cristo? Es un absurdo. En los libros escolares se dice que la Madre de Dios es una prostituta. ¿No sabéis acaso que tanto para los católicos como para los ortodoxos la Madre de Dios es el más sagrado y venerado de todos los conceptos? Habéis ordenado que se difunda, como doctrina oficial del Estado, que el hombre desciende del mono. Quizá algunos tengan esa ambición. Pero, ¿por qué imponer como oficial una teoría que ningún sabio de renombre se atreve a defender hoy?

 

Según vuestro criterio, el materialismo es el único sistema digno, aunque equivale a la negación de Dios y al aniquilamiento del cristianismo. Si no hay más que materia, os agradezco vuestra libertad.

 

Uno de vuestros, figura encumbrada, ha dicho: "No hay un solo hombre en este Estado que no podamos llevar al tribunal y condenarle". Frente a las acusaciones continuas con las que me colocáis entre asesinos y cómplices de los terroristas, replico que no todos los crímenes en el Estado Independiente de Croacia eran obra de los domobrani o ustachi.

 

Fueron tiempos azarosos para la Iglesia que tuvo que vencer múltiples dificultades. Nadie piense que quiero la guerra. Que las autoridades actuales entablen conversación con la Santa Sede. La Iglesia no reconoce la dictadura, mas no se opone a un entendimiento honrado con quienquiera. Los obispos sabrán a qué atenerse en el cumplimiento de sus deberes y no habrá ya necesidad de buscar sacerdotes que levanten su dedo acusador contra los obispos, como se ha hecho aquí.

 

Finalmente, quiero decir unas pocas palabras al partido comunista, que es, en verdad, mi acusador. Si creéis que yo he asumido mi actitud presente por consideraciones materiales, os equivocáis, ya que hemos permanecido inflexibles en nuestra defensa aun después de haber quedado empobrecidos.

 

No estamos contra los trabajadores que buscan el reconocimiento de sus derechos en las fábricas, porque éste es el espíritu de las encíclicas papales. Tampoco estamos contra la reforma agraria.

 

Pero, que los dirigentes del comunismo entiendan que si ha de haber libertad para difundir el materialismo, entonces nos incumbe también a nosotros el derecho a confesar y a propagar nuestros principios. Muchos católicos han muerto y morirán por defender ese derecho.

 

Concluyo. Si hay buena voluntad, puede llegarse a un entendimiento y la iniciativa corresponde a las actuales autoridades. No somos, ni yo ni los demás miembros del episcopado, los que habremos de entrar en esas negociaciones básicas. Trátase de una cuestión entre el Estado y la Santa Sede.

 

En cuanto a mí, y en cuanto al veredicto, no pido clemencia. Mi conciencia está limpia.

 

TESTIMONIO DEL PRESIDENTE DE LA ASOCIACION JUDIA NORTEAMERICANA

 

Luis S. Breier, presidente de la Asociación Judía Americana, declaró, dos días después de la condenación de Stepinac, en la Conferencia Nacional de Cristianos y Judíos, en Bronx Round Table, el 13/10/1946:

 

"Este gran hombre de la Iglesia ha sido acusado como colaborador de los nazis. Nosotros los judíos protestamos contra esta calumnia. Conociendo bien su pasado, podemos decir que desde 1934 y en los años siguientes ha sido siempre un verdadero amigo de los judíos, lo que no ocultaba ni en los tiempos de más dura persecución bajo el régimen de Hitler y de sus satélites. Era uno de los poquísimos en Europa que se levantó contra la tiranía nazi, incluso cuando más difícil y peligrosa era. Este hombre, ahora víctima de una condena escandalosa, hablaba bajo el régimen nazi abierta, valerosa e incesantemente contra las espantosas leyes de Nurenberg y su oposición al terrorismo nazi nunca disminuyó. También levantó su voz abiertamente contra el sistema de la estrella amarilla, puntualizando que era una ofensa a la dignidad humana. Es su mérito que ese sistema haya sido suprimido. Al lado de Su Santidad Pío XII, Monseñor el Arzobispo Stepinac ha sido el defensor más grande de los judíos perseguidos en Europa".

 

TESTIMONIO DE IVAN MESTROVIC

 

Original croata publicado en "Hrvatska Revija", Buenos Aires.

 

A muerte del cardenal Stepinac conmovió hondamente a todos los croatas, a los que viven en su patria y a los dispersos por todo el mundo. A mí también me afectó profundamente, tanto por mi larga amistad con el Cardenal como por su conducta heroica y su sufrimiento en defensa de su pueblo y de su credo religioso. Este defensor no se valió de espada ni de alianzas sospechosas, sino de la verdad y de su alma noble, de su corazón heroico y de su fe en Dios.

 

Su condena es una de las obras nefastas del gobierno con presagios siniestros para éste. Es ignominiosa por haberse condenado a un hombre justo, de cuya integridad, tanto en el aspecto religioso como en el nacional, ningún croata sospechó nunca, ni siquiera los que fallaron la condena. Fue "juzgado" por su fe inquebrantable en la doctrina de Cristo y en el derecho del pueblo croata a vivir libre e independiente. Lo demás, burdas invenciones. Milovan Djilas, uno de los jefes del Partido Comunista y en aquel entonces lugarteniente de Tito, se solidarizó con lo antedicho, en conversación con el autor de estas líneas, en Nueva York, pocos años ha. Solicitada su opinión sobre Stepinac y su condena, contestó:

 

"Para decir la verdad, creo, y no soy el único en creerlo, que Stepinac es un hombre íntegro, de recio carácter, imposible de torcer. Fue, de hecho, condenado injustamente pero cuántas veces en la historia los hombres justos han sido condenados por necesidad política".

 

-¿Es que, de veras, es preciso, por necesidad política, chocar con la voluntad y los sentimientos del pueblo croata y con la gran Iglesia Cristiana y, por consiguiente, con todas las religiones que confiesan la existencia de Dios? - le pregunté a Djilas.

 

-"Nosotros no teníamos nada que oponer a su nacionalismo croata, mas no podía tolerar su adhesión al Papa de Roma".

 

-En su opinión, ¿quién tiene más partidarios en Croacia, Tito o Stepinac?

 

"Es una pregunta difícil, pero la contestaré con franqueza. En Croacia no contamos más del 3%, y del 5% en toda Yugoeslavia. Eso, empero nos importa un comino, ya que los cristianos comenzaron también con escaso número de adictos".

 

-Pero los cristianos no han propagado su fe encarcelando y asesinando a quienes no los seguían, sino que lucharon por su fe afrontando martirios y sufrimientos propios.

 

Lo hacían, en cambio, más tarde, cuando dispusieron de la fuerza. Además, los métodos de nuestra doctrina son totalmente opuestos a los del Cristianismo en sus comienzos. Nosotros aniquilamos y eliminamos cuanto nos obstruye el camino; el fin justifica los medios - Dicen que ése es el lema de los jesuitas.

 

El comunismo adopta todo lema que le parezca apropiado para llegar a la meta". Pobre Djilas; tuvo que experimentarlo en pellejo propio apenas se percibió, en su interpretación marxista, un acento humano.

 

Otro de los jefes comunistas me dijo, al discutir el caso Stepinac, lo mismo que Djilas:

 

-"El es, por cierto, un hombre fuerte e intachable, firme en sus convicciones. Si hubiese cedido en algo tan sólo, hoy estaría libre y nos habría ahorrado la tentación. No nos habría molestado su nacionalismo croata y, de haber proclamado la Iglesia Croata, lo habríamos elevado hasta el cielo".

 

-Eso, señor o compañero mío, él no podía hacerlo contra sus convicciones y las de su grey; es muy probable que haya advertido cabalmente lo que significaría eso de "elevarlo", ya que de la consiguiente caída nada había de quedar ni de él ni de quienes le seguían.

 

Sobre la supuesta intervención de Stepinac en la conversión forzada al catolicismo de judíos y ortodoxos, basta el siguiente caso para desmentir tamaña calumnia:

 

El cura (vive todavía) de la parroquia católica más grande de Zagreb me mostró la circular del Arzobispo Stepinac, que entre otras cosas, decía: "Si acuden a ustedes personas de religión ortodoxa o judía, cuyas vidas peligran, y quieren salvarse aceptando la fe católica, acogerlas por salvar vidas humanas. No les exijáis una doctrina especial religiosa, ya que los ortodoxos son cristianos como nosotros y de la religión judía procede el Cristianismo. El deber y la obligación del cristiano consiste, en primer lugar, en salvar a los hombres. Una vez terminados esta locura y el salvajismo, los que aceptaron nuestra religión por convicción permanecerán en ella, los otros, pasado el peligro, volverán a su Iglesia".

 

Días después de dictado el fallo contra Stepinac, llegué a Nueva York y me entrevisté con el cardenal Spellman, quien demostró gran interés por el metropolitano de Croacia. Al informarle larga y detenidamente acerca de Stepinac, sacerdote y hombre, muy conmovido me dijo:

 

"Dentro de poco salgo para Roma y propondré al Santo Padre que lo nombre cardenal y lo llame a Roma. Creo que así el régimen no se opondrá a su salida del país". Le contesté: "Por lo que yo conozco a Stepinac, él no accederá a que lo separen de su grey".

 

Spellman me miró con asombro, y dijo:

 

-"¿Usted cree que él prefiriría pasar 16 años encarcelado a estar libre en la púrpura cardenalicia?"

 

Le repliqué que yo creía que Stepinac elegiría lo primero.

 

Poco tiempo después Spellman me llamó y me informó haber estado en Roma y conversó con el Papa Pío XII, proponiéndole que nombrase cardenal a Stepinac y que el Papa le había contestado que ya había encontrado modo para proponérselo, pero que Stepinac había contestado que no podía aceptar, ya que no podría de ninguna manera separarse de su pueblo.

 

Stepinac, en carta que me escribió repitió las mismas palabras con respecto a su tratamiento médico, recalcando que de modo alguno podía separarse de Croacia, ni aun en caso de saber que en pocos días habría de morir consolándome de soportar fácilmente su presidio, y arguyendo que los demás sacerdotes estaban en situación peor y que su deber era sufrir con ellos.

 

Cuando el año pasado volví a mi patria mi principal deseo era ver a Stepinac, lo que conseguí y él fue el primero a quien visité. No oculté tal propósito y de nadie solicité permiso, aunque sabia que no dejaban que nadie, ni siquiera los sacerdotes, lo visitase. Me fui a Krasic y sin más, a la casa parroquial. Nadie me detuvo ni me interrogó y el milicionero; que vigilaba la entrada me dió las espaldas, alejándose unos pasos. En la entrada de la casa parroquial me encontré con un hombre, que se quedó extrañado y alegre. En el primer momento se me ocurrió fuese el jardinero, pues no vestía sotana y seguramente estaba trabajando en el jardín. Se presentó como párroco de Krasic y me introdujo a la casa, donde el Arzobispo salió a mi encuentro. Los dos nos sentimos conmovidos, nos abrazamos y besamos, los ojos llenos de lágrimas. El Cardenal estaba de buen humor y tras unas palabras alegres me llevó a una habitación modesta.

 

"Este es el despacho parroquial y ahora despacho del cardenal, salón y comedor". Pronto nos sentamos para el almuerzo que las monjas improvisaron. Como era viernes, comimos pescado, un poco de queso, pan cocido por las monjas y bebimos vino de Krasic. Las monjas eran tres oriundas de Bosnia, cultivaban la huerta y se ocupaban de la modesta economía parroquial. Nos quedamos 4 horas de sobremesa hablando sobre los problemas nacionales. El cardenal estaba animado y durante toda nuestra conversación no denotó, ni con una palabra, reflejo alguno de amargura u odio hacia sus adversarios.

 

"Paciencia, vivimos en una época de desagradables aconteceres históricos; los hubo más o menos semejantes en la historia de la pobre humanidad. Me parece que en la Vedas está escrito que la estupidez y la torpeza son la causa de todas las desgracias y maldades. Cristo nos enseñó que debíamos perdonar como perdonaba él y, en verdad, el perdón es parte integrante del amor que él predicó. Todos los días rezo por los que me odian y también por los que me aman. ¿Cómo podría ser de otro modo? Ellos son también sangre de nuestra sangre, hombres y hermanos, aunque nuestros puntos de vistas sean diferentes".

 

Stepinac mostraba buen aspecto físico, salvo un rosor excesivo que procedía, sin duda, de su enfermedad. Espiritualmente estaba de lo más sereno y me parecía más fuerte de espíritu que nunca. Todo lo que pude observar es que padecía dolores en el pie operado, que mantenía levantado bajo la mesa. En cierto momento nos levantamos y nos acercamos a la ventana por la que se divisaban los campos de la aldea de Stepinac y los campesinos trabajando. Noté que se deleitaba con esta vista y le dije que a los que hemos nacido en el campo nos gustaban los campesinos y su duro bregar con la tierra y que consideraba que él también soportaba más fácilmente su confinamiento en la aldea, en esta pequeña casa, que si estuviera confinado en su vasto palacio arzobispal en Zagreb.

 

"Dice usted la verdad; así es. Nuestros hombres del campo, pese a su continua y penosa lucha, están más cerca de la tierra y del cielo de lo que pueden estar los que viven en las ciudades".

 

Nos despedimos, mas no tuve la sensación de que ése sería nuestro último encuentro, ni tampoco preveía cuánto más iba a durar su confinamiento. Ni él ni yo dijimos una sola palabra acerca de su "indulto" y de su retorno a la silla arzobispal de Zagreb. Estaba convencido de que Stepinac esperaba únicamente la gracia de Dios: perseverar en su misión hasta el fin, lo que le fue dado. Su pueblo fue dignificado por su sufrimiento y su muerte. No regresó a la silla arzobispal de Zagreb, sino al sepulcro detrás del altar mayor de su catedral, desde donde defenderá, con voz aún más potente, la libertad de la doctrina de Cristo y la libertad de su pueblo croata.

 

Stepinac yace en la tumba sombría, luminoso el rostro, como el símbolo de la inflexibilidad croata que jamás ni ante nadie se doblegará. Por eso, ¡gloria al gran hijo de Croacia Aloysius Stepinac!

 

IVAN MESTROVIC. University Notre Dame, Indiana, EE.UU.

 

LA ULTIMA CARTA DEL CARDENAL STEPINAC CARTA AL TRIBUNAL DEL DISTRITO DE OSIJEK

 

Ante el Tribunal del Distrito de Osijek se ventiló el proceso contra nueve profesores y estudiantes de teología del seminario de Djakovo, Croacia. El proceso empezó el 28 de enero y terminó el 8 de febrero ppdo., con este fallo: el director espiritual y profesor de la facultad de teología Cirilo Kos fue condenado a 7 años; el estudiante graduado en teología Iván Gaso a 6 años; los estudiantes de teología: Iván Mrso a 4 años, Ante Bajic a dos y medio, Zvonko Petrovic a 4, Bosko Radilovic a 3 y Petar Sokcevic a 2 años y medio de prisión rigurosa. Los comunistas les imputaron la difusión del chovinismo e incitación a la lucha abierta contra el actual orden estatal".

 

En relación con este proceso, el juzgado había citado como testigo al cardenal Stepinac, quien le dirigió una carta significativa, que lleva la fecha del 4 de diciembre de 1959, sólo 68 días antes de su muerte. En dicha carta el cardenal mártir da un testimonio conmovedor de sus sufrimientos y evidencia una vez más su fortaleza y su indoblegable grandeza de alma.

 

La prensa europea dió profusa publicidad a esta carta, que traducimos del inglés, según el texto publicado en el semanario londinense "The Tablet", del 5 de marzo de este año. "Recibí la citación del tribunal del distrito relativa al interrogatorio en el proceso seguido contra "Cirilo Kos y otros"... Tengo el honor de contestar, que no puedo satisfacer dicha citación, si bien en 1953 respondí a la citación dirigida por el mismo órgano del poder estatal con el propósito de interrogarme sobre el contenido de un sobre que me fue despachado directamente desde el Vaticano. Escribo esto para que no se alegue que provoco conflicto o incurro en desacato. Las razones por las que no puedo comparecer, son las siguientes:

 

1. Según informaciones que tengo desde hace tiempo, UDBA (la policía secreta yugoeslava) ha descubierto muchas cartas mías en distintas partes del país; por ejemplo, las que encontró durante un allanamiento en el seminario de Djakovo, donde Cirilo Kos era director espiritual. En esas cartas yo contestaba a los sacerdotes que me mandaban saludos y expresaban sus buenos deseos. Si se pudiese probar que cualquiera de esas cartas fue escrita por mí (por lo tanto no es falsificada), yo no lo negaría, pues la habría escrito en mi calidad de Superior legítimo a un sacerdote de mi diócesis u otro eclesiástico o amigo para reconfortarlo e infundirle ánimo. Si he de morir por eso, estoy dispuesto, ya que no me considero culpable de la menor infracción por esas cartas.

 

2. La segunda razón por la cual no puedo responder a la citación es ésta: El Supremo Tribunal Popular de la República Popular de Croacia me ha condenado el 11 de octubre de 1946 a 16 años de trabajos forzados, primero en la prisión de Lepoglava y luego en mi confinamiento actual, en Krasic. Que esta sentencia ha sido un crimen jurídico de un hombre inocente, es la interpretación de todo el mundo civilizado. Lo admitieron incluso ciertos líderes de la República Federal Popular de Yugoeslavia en la conversación sostenida con el profesor Mestrovic (se trata del conocido escultor Ivan Mestrovic, actualmente refugiado en los Estados Unidos y profesor de la Universidad de Notre Dame. - Redacción) en los Estados Unidos. Todo eso me lo comunicó el mismo profesor Mestrovic, cuando vino este año a visitarme en Krasic. El mismo conoce sus nombres.

 

La consecuencia de la condena que escandalizó a todo el mundo, es que mi vida física durante los trece años de prisión y confinamiento ha llegado al borde de la tumba. Los médicos de nuestro país y del extranjero han hecho todo lo posible para prolongar mi vida, pero no pudieron restituirme la salud hasta la fecha. Me han sacado treinta y cuatro litros de sangre y eso todavía no es suficiente. Tuvieron que operarme en ambas piernas para salvarme de la muerte inminente por trombosis. Debido a esas operaciones, prácticamente soy un inválido que arrastra sus pies por la casa apoyado en el bastón. Además, durante los últimos cinco años me aqueja la prostatitis, y pese a todos los medicamentos, son raros los ratos en que me siento completamente sin dolor. No mencionaré la casi mortal enfermedad que me afectó hace dos años cuando los periodistas anunciaron que estaba en peligro de muerte. Tampoco quiero recordar otras dolencias que me aquejan, como por ejemplo, el catarro bronquial. De eso sufrí durante años. Cuando el doctor Sercer solicitó que se me permitiera ir a la costa del mar, su pedido fue rechazado.

 

El grave estado de mi salud es mejor conocido al párroco de Krasic y a las monjas que con frecuencia pasaron días enteros a mi cabecera. A menudo no pude celebrar la Santa Misa, incluso los domingo, debido a los dolores. Cada día paso muchas horas en el sofá con los pies hinchados, levantados del piso para facilitar la circulación de sangre.

 

Yo sé que ustedes dirán: ¿Es que no lo ven nuestros guardias, cómo pasea por el patio, cuando va a la iglesia, cuando conversa con los niños, etc. Sí, voy a la iglesia cuando puedo (pero a menudo no puedo) para cumplir con mi deber por lo menos de este modo y para dirigir a la gente palabras de enseñanza y de aliento, y para ayudar al párroco de Krasic. Ningún sacerdote puede venir de las localidades vecinas para ayudarle, como solían hacerlo antes durante muchos años. Paseo también por el patio o, dicho con mayor precisión, me arrastro apoyado en mi bastón lo mejor que puedo para tomar un poco de aire fresco, conforme me lo recomendaron los médicos y para ejercitarme lo más posible. Dije a los médicos que me era imposible pasear (no lo hice durante un año), no por serme expresamente prohibido hacerlo, sino por la actitud de los guardias que me siguen por doquier.

 

Si combato la ideología del Partido, convencido de su total falsedad, ¿significa esto que combato al Estado? Si es legalmente permitido al Partido Comunista Yugoeslavo perseguir, desde hace quince años, a la Iglesia Católica a sangre y fuego, separando a la gente de la Iglesia, impidiendo el bautismo de los niños, prohibiendo la enseñanza cristiana a la juventud y la celebración de matrimonios religiosos; si la ley permite al Partido Comunista Yugoeslavo destruir las instituciones y escuelas católicas, las imprentas, los periódicos y sus propiedades y cometer innumerables actos de represión, ¿cómo alguien puede atreverse a acusarme de criminal si levanto mi voz en defensa de las cosas sagradas del catolicismo? ¿Acaso he violado la carta de los derechos humanos de las Naciones Unidas o, en cambio, fueron otros en violarla, porque, tras sangrientas injusticias y muchas supresiones, algunos quieren torturarme ahora con largos interrogatorios acerca de las cosas por las que nunca admitiré ser culpable? ¿No os basta saber que algunos de vuestros líderes han confesado abiertamente al profesor Mestrovic no tener pruebas para procesarme y que, no obstante ello, el juicio fue instaurado con consecuencias que me han llevado al borde de la muerte, según lo describí más arriba?

 

Por lo tanto, os digo que soy un hombre con ambos pies sobre la tumba, que ya estoy descendiendo en ella. Por estar gravemente enfermo no puedo dar cumplimiento a vuestra citación. Si luego se intenta torturarme por fuerza con interrogatorios en mi lecho de enfermo o durante mis dolorosos paseos en el patio, desde ya me rehuso a responder a lo que sea. Además, declino toda responsabilidad por el escándalo público que resultaría de tal proceder y que hallaría publicidad en la prensa mundial cuando se conozca el menor ataque cometido contra un hombre semi muerto. Si los órganos del gobierno consideran que me muero con demasiada lentitud, que ordenen, entonces, mi liquidación física como habían ordenado mi liquidación jurídica, catorce años ha.

 

San Cipriano dió 25 monedas de oro al verdugo que tuvo que decapitarlo. Yo no tengo oro, únicamente puedo rezar por la persona que eventualmente me ejecute, pidiendo al Señor que le perdone en la eternidad y que a mí me permita morir en paz. Si me habéis provocado para que hablase de vuestros tratos inhumanos durante esos largos años, no lo toméis a mal, por cuanto los romanos decían: Sunt certi denique fines (Todo tiene su límite). Mis carceleros pueden seguir montando guardia de acuerdo con vuestras instrucciones y asimismo hacerme la vida imposible pero yo sé cuál es mi deber. Con la gracia del Señor, cumpliré con él hasta el fin, hasta el fin sin el menor odio ni venganza para con nadie, pero al mismo tiempo sin miedo a nadie."

 

Krasic, 4 de diciembre de 1959.

Alojzije kard. Stepinac

Nadbiskup zagrebacki

 

 


CROACIA EN LA "GEOGRAFIA BLAVIANA"

PEDRO VUKOTA

 

Croacia, nación celosa de sus tradiciones, de milenaria personalidad estatal propia y orgullosa de su lealtad incondicional al mundo y a los valores de la civilización occidental, se ve privada hoy día de todos sus derechos, mientras el proceso de la emancipación alcanza sin discriminación a los pueblos de limitada formación y de las extensiones denominadas coloniales. A pesar de su evolución, idéntica a la de otras naciones europeas, no sólo está excluída de la comunidad de las naciones como sujeto del derecho internacional público, sino que ni siquiera figura en muchos mapas geográficos como ente nacional. Son apenas nombrados los que estudiaron a fondo el problema croata y saben distinguir que los nombres de Croacia, Eslavonia, Bosnia, Herzegovina, y Dalmacia e Istria se refieren a las regiones habitadas por los croatas.

 

El complejo acontecer político del siglo pasado, determinado por la decadencia y retirada del imperio otomano de la Europa suroriental, que a su vez abrió brecha en el equilibrio del concierto europeo postnapoleónico, ha sido en esencia la principal causa de la adversa realidad nacional croata. El fenómeno del retroceder turco reactivó, con todo rigor pero con nuevos actuantes y bajo nuevas formas, el secular proceso fundado en las diferencias y los clásicos antagonismos entre el mundo de la civilización occidental y el de la civilización bizantina. La Rusia Imperial, con el sueño de la Tercera Roma, considerábase no sólo el más fiel intérprete de las tradiciones de la civilización bizantina, sino que se atribuía el derecho de heredero de las regiones recientemente liberadas de los turcos. Prácticamente fijaba el límite de sus intereses hasta donde una vez se extendía el poder de los patriarcas de Constantinopla. De ahí la intromisión rusa en la vida de las jóvenes naciones, ortodoxas y en su mayoria eslavas, de los Balcanes. Las potencias occidentales se opusieron a esta actitud, interpretándola con toda razón como una amenaza directa sobre un vasto y vital sector geopolítico.

 

La Cuestión de Oriente, como se llegó a llamar este agudo problema internacional, que a la larga causara tan gran confusión, tuvo dramáticas consecuencias para el gran sector centro y suroriental europeo y se mantuvo con toda vigencia durante el siglo XIX. El conflicto mundial de 1914-18 era el desenlace de aquella larga crisis y la actual situación en la mencionada parte europea es una proyección lógica y derivada del problema oriental.

 

Este largo proceso era penoso para Croacia con el resultado de no haber podido tomar en propias manos la dirección de su destino, aunque, merced a grandes esfuerzos y en un clima sumamente adverso, consiguió su reestructuración económica, social y adecuada expansión cultural. Por otro lado, se cruzaron sobre el territorio croata tantos intereses en pugna que sometiendo todo, según estilo bizantino, a las ambiciones políticas, introdujeron una verdadera confusión en la literatura científica y documentos públicos relacionados directa o indirectamente con el problema croata. Se llegó a mitificar, hasta en las obras enciclopédicas, la realidad y la historia croatas con una desconsideración inigualada.

 

Esta situación amenaza desfigurar hasta la noción sobre lo que es croata y cuál es la función que esta nación desempeñó en la historia y cumple en la actualidad en. una región donde constantes de distinto origen influyeron en la definición de una personalidad geopolítica de singular sensibilidad. En contraste con los pueblos geográficamente vecinos, los croatas, a pesar de haber sufrido su territorio nacional, en considerable parte, el dominio turco, mantuvieron intacta su individualidad política y cultural.

 

 

CROACIA EN "ATLAS MAYOR" DE JUAN BLAEU

 

En contraste con ciertas publicaciones contemporáneas, se nos ofrece como ejemplo extraordinario y de valor realmente apreciativo, un mapa de Croacia publicado en el siglo XVII. Proviene de la época tal vez más difícil en que los croatas hubieron de sentir todo el peso de la presión turca hacia el corazón de Europa y cuando el Estado croata se redujo a las Reliquiae reliquiarum olim inclyti Regni Croatiae, Dalmatiae ac Slavoniae.

 

Juan Blaeu - Johannes Blavius - publicó en 1669, en Amsterdam, su Atlas Mayor, en doce tomos, dedicando a Croacia, en el tomo de Italia, un mapa y una descripción ampliamente documentada, todo de sorprendente exactitud, si se consideran los elementos de que disponía la cartografía de aquella época. Además, se enumeran con admirable precisión en la tabla descriptiva todas las regiones croatas y en forma enciclopédica se analiza la situación política del país. Tampoco se descuidó la parte heráldica, aunque con propósito más bien decorativo, pero en los escudos de las principales regiones no se omitieron detalles de precisión. Por fin, la dedicatoria valoriza aún más la totalidad de los documentos históricos, ya que al destinarla al ban (virrey) de Croacia, el conde Pedro Zrinski, figura de gran relieve y no menos prestigio en la vida europea de entonces, se menciona el título diplomático completo del Reino de Croacia.

 

 

 

 

El mapa objeto de nuestra atención, pertenece a la célebre escuela flamenca que dió inapreciable aporte a la ciencia. Los geógrafos y cartógrafos Mercator y Ortelius inauguraron una larga serie de los atlas modernos. Entre las grandes figuras de la edad de oro de la cartografía holandesa se destaca William Jansoon Blaeu, padre, e hijo: Joan Wz. Blaeu. Blaeu padre fue un estudioso de matemáticas y astronomía, fundador de un famoso establecimiento cartográfico de Amsterdam, editor de mapas, atlas, mapas murales y esferas terrestres. William permaneció poco tiempo en el cargo y, en 1638, lo sustituyó su hijo, quien adquirió renombre con un mapa general en dos hemisferios con proyecciones estereográficas, en homenaje a la paz de Westphalia. Joan Blaeu publicó un gran mapamundi, considerado cumbre de la cartografía holandesa[12].

 

 

Las obras de los Blaeu han sido muy apreciadas por su elevada calidad técnica y artística. En los mapas, las superficies están cubiertas de rosas de los vientos, tipos de naves escenas de vida exótica, instrumentos de navegación, escudos, etc., todo ello dibujado con esmero y primor y sin que los diseñadores pusieran coto a su imaginación. Por razón de su contenido, estos mapas eran virtualmente enciclopedias de geografía contemporánea y coronan en forma justa y digna el siglo de la supremacía holandesa en el arte cartográfico[13].

 

Entre las obras de Blaeu hijo se destaca Atlas Mayor o Geografía Blaviana, publicada en 1669, resultado de un cúmulo enorme de trabajo y pensamiento humano y de documentación. Esta obra, pues, incluye la descripción y el mapa de Croacia como parte del libro que abarca los temas itálicos en la materia. El libro, en su edición española, lleva por título PARTE DEL ATLAS MAYOR O GEOGRAFIA BLAVIANA, que contiene las cartas y descripciones de Italia. Sigue un diseño esférico sostenido por los ángeles con inscripción INNEFESSVS AGENDO. La portada termina con la indicación: En Amsterdam y la oficina de Juan Blaeu - MDCLXIX.

 

 

El atlas está dedicado al Serenissimo Señor - El Señor Don Juan de Austria, hijo del Rey don Felipe IV... Propongo a V. A. la Descripción Geográfica, con históricas narraciones, enriquecida con nuevas noticias ilustrado; y con suscinto estilo dispuesto... Amsterdam primero de Diciembre año 1669 Juan Blaeu[14].

 

DESCRIPCION DE LAS PROVINCIAS CROATAS

 

En su descripción de Croacia, Blaeu usa primero el nombre clásico Illyricum y luego Esclavonia, debido al carácter eslavo del idioma croata. El atributo ilírico para los croatas se debe principalmente al afán y la costumbre de los humanistas de llamar a los países europeos por sus nombres clásicos. Influyó mucho en el uso de nombres clásicos la reedición de la Geografía de Ptolomeo. Así, el gran humanista Aenea Silvio Piccolomini, luego Papa Pío II (1458-64), en su obra De Europa, denominó a las tierras croatas con el nombre de los antiguos ilirios. Además, la teoría sobre el origen ilírico de los croatas tuvo cierto arraigo, porque en realidad el actual pueblo croata es resultante de un variado origen étnico y se lo puede considerar en parte como descendiente de los antiguos ilirios.

 

En cierto modo, estos conceptos clásicos habían tenido indudable influencia al crear Napoleón el reino de las provincias ilíricas. L'Illyrie est constituée par la Dalmatie et les regions suivantes: Croatie, Bosnie et Slavonie... [15]

 

El breve apostólico Slavorum gentium, del Papa León XIII, cuando trata las diócesis que tienen derecho sobre el antiguo Colegio Ilírico en Roma, dice:

 

"Nicolás V., nuestro antecesor, accediendo a las solicitudes de Jerónimo de Potomlje, de la diócesis ragusina, y de otros hombres piadosos de Dalmacia y Eslavonia, con bula Piis fidelium votis, dada el 21 de abril de 1453, ha creado un hospicio en Roma, que fue llamado con el nombre de San Jerónimo de los eslavos, y luego también de los ilirios, según antigua denominación geográfica, con el fin de recibir y albergar a los fieles pobres que llegarían aquí procedentes de Dalmacia, Istria, Croacia, Eslavonia, Bosnia y Herzegovina..." [16]

 

 

El nombre generalizado eslavo, como equivalente para el nombre étnico de los croatas, proviene de una costumbre del mundo mediterráneo, principalmente italiano, de llamar a los croatas con el nombre común a los pueblos del grupo lingüístico eslavo, slavi, o según el dialecto véneto, schiavoni.

 

Al nombre ilirio o eslavo en los tiempos modernos se quiso dar interpretaciones tendenciosas, pero el sinónimo eslavo o ilirio fue usado solamente al tratarse de los croatas, porque ellos fueron prácticamente los únicos entre los pueblos de habla eslava que tuvieron contacto directo con los centros renacentistas de Italia. Además, era el único pueblo eslavo que poseía marina y, como hábiles navegantes, particularmente los ragusinos, se relacionaban con las naciones marítimas. A los demás pueblos del grupo lingüístico eslavo se les llamaba por sus nombres propios, por ejemplo: búlgaros, servios, polacos, etcétera.

 

Juan Blaeu, que tenía idea bien formada sobre Croacia, pues el año 1666 en su taller se imprimió la obra De Regno Croatiae et Dalmatiae - Libri Sex de Ioannes Lucius, el padre de la historiografía moderna croata, inicia su descripción, aquí transcripta en fragmentos, así:

 

"Aunque esta Provincia llamada también Illyris, Iliria y Ilirias; esté situada fuera de los límites de Italia; y se haya referido su descripción entre las Orientales de Europa; por perecer al dominio Veneto en muchas Ciudades, y varias Islas de las que contiene dignamente se puede colocar con las regiones que obedecen aquel Amplissimo Señorío."

 

TERMINOS. Constituyeron los Antiguos al Ilyrico, entre los Ungaros, y el Mar Adriático estediendo tanto los Romanos sus Términos, que incluían muchas tierras de la otra parte el Danubio; pero con la declinación de su Imperio, quedaron muy más ceñidos. Plinio, Ptolomeo, Pomponio Mela, Dionysio, Alexandrino y Suetonio en la vida de Tiberio, describen variamente sus límites; que los Modernos han delineado, señalando al Oriente, la Servia o Rascia; al Septentrion, la Urgría, dividiéndose de ella por los ríos Danubio y Dravo; al Occidente, la Styria Carniola por el Windisch March, y la Istria; y al Mediodia el referido Golfo ó Mar de Venecia abraçando solamente las Provincias de Dalmacia, Croacia, Bosna y Esclavonia, y denominándose de la última comúnmente todo el Ilyrico: donde advierte Lucas de Linda, que la Croacia y Dalmacia, componen la antigua Liburnia, no siendo esta Región diferente.

 

TERRITORIOS Y RIOS PRINCIPALES. El Ilyrico, por la mayor parte, es país quebrado, y montuoso, con muchas lagunas y ríos que lo Fertilizan. De las sierras confinantes de Alemania se derivan los ríos Dravo y Savo: el primero separa la Esclavonia de la Ungría; el segundo atraviesa aquella Provincia; y ambos incorporados con otros de menos nombre, se juntan con Danubio.

 

"Los otros Ríos que fertilizan al Ilyrico, se referirán en sus propios lugares. Abunda aquel territorio en ganados mayores y menores y cría de cavallos briosos. Los frutos que más copiosamente tributa, son vinos, higos y semejantes. Ni faltan minerales de oro, hierro y azogue. Los naturales son altos, robustos, agrestes, dóciles y aptos para cualquier aplicación".

 

El autor, al hacer la relación de las provincias, empieza con Eslavonia, con Bosnia, Croacia y termina con Dalmacia. Refiriéndose a Eslavonia, dice:

 

ESCLAVONIA. La Provincia que propiamente se llama Esclavonia, es contenida dentro de los ríos Drava y Sava; teniendo por límites al Oriente, la Servia ó Rascia; al Septentrion, Ungría; al Poniente, Stiria y Carniola; al Mediodia Croacia y Bosna; con longitud de cincuenta millas Alemanas - y latitud entre referidos ríos, de doze millas, siendo antiguamente porción de la Superior Hungrta. Su Metrópoli y Cabeça, es la ciudad de Zagabria que sola ha resistido la potencia Othomana, quedando libre su Imperio, sin reconocer el de otro Príncipe. Es silla diocesana y contado juntamente.

 

Al referirse a Bosnia, reino vasallo de la Croacia medieval y segunda formación estatal croata, el autor usa el término croata Bosna y no el nombre latinizado Bosnia:

 

BOSNA. "La Bosna que muchos tuvieron por antigua Dardania, es apellidada según algunos del río Bosna, que la fecunda, y se junta con Sava, después de haverla passeado casi toda. Sus términos son, al Oriente, la Provincia de Servia; al Septentrion, la Sclavonia, por el río Sava; al Poniente, la Croacia y parte de Dalmacia, que la termina también por el Mediodía. Su longitud es de cuarenta millas Alemanas, y quince de latitud. Divisióse antiguamente en Bosna Superior, y en Inferior: aquella, se intitulava Ducal, esta Real, por el Gobierno de los Príncipes que las posseían: hoy entreambas quedan sugetas al Imperio Turcico con la mayor parte de Croacia y Dalamacia; que tiene repartido su Govierno en siete Prefecturas ó Sanzacatos, Bosna, Poxega, Cernik, Bihek, Likam con Cesbava, Clisoa y Hersegovina, siendo superior a todos el Bassa de Bosna, que reconoce subordinación al Visir de Buda.

 

A continuación, reproduciendo la opinión errónea generalizada en la Europa de entonces, el autor trata a los bosnios como si fueran bárbaros.

 

En la descripción de la provincia propiamente denominada Croacia, se refiere tan sólo a una franja de tierra entre el mar Adriático y el río Sava, correspondiente a las regiones denominadas actualmente Litoral Croata, Bosnia Occidental, Lika, Gorski Kotar, Pokupje y parcialmente Posavina.

 

CROACIA. La Croacia, que los Alemanes llaman Krabaten, parte famosa de Liburnia, mira al Oriente, a la Bosna; al Septentrion, a Sclavonia; al Occidente, a Carniola, por el Windisch March; y al Mediodía a Dalmacia, que cae también al Oriente. Obedece casi toda al Dominio Mahometano, y alguna porción al Austríaco. La que está sujeta al Turco, es governada por Ministros sujetos al Bassa de Bosna, como está referido: y la que reconoce la potestad Austríaca, tiene su propio Governador. En ella se hallan muchos Señores de Vasallos que los tratan con tanta crueldad, que quieren serlo más de los Turcos. La Metrópoli de Croacia era antiguamente Fluminio, vulgarmente Fiume, orillas del río Flum, que los Alemanes nombran Pflaum: Hoy es su Cabeça Bigihon... Es su territorio fértil de trigo, vino y varios frutos, con algunos olivares... Las costumbres de los Croatos, son muy semejantes a las de los Ungaros, Esclavones y Alemanes de aquellos confines, de tal manera, que se dize por adagio de los Nobles de esta Región: "Llevan ventaja en la templança a los Alemanes; en la soberbia y astucia a los Ungaros, y en la fiereza a los Esclavones.

 

La nota sobre Dalmacia es amplia y detallada.

 

DALMACIA. La Dalmacia, región famosa del Ilyrico ó Esclavonia, cuya descripción es más propia de este volumen por las plaças que en ella ocupan los Venecianos, tiene al Oriente Alvania, y parte de la Servia ó Rascia; al Septentrion la Bosna y Croacia; al Occidente Windisch March y la Istria; y al Mediodía el Mar Adriático, con las Islas adyacentes. El nombre de Dalmacia, se originó de la Ciudad Dalmio ó Delminio, que reynando Gencio en el Ilyrico se levantó República libre; y sugetando a los Pueblos, comarcanos, inclusos dentro de los ríos Narenta, ó Norin, y Kerka, que antiguamente se llamaba Ticio, estendió su dominación por todo aquel territorio, dilatándose después hasta los límites propuestos; y llamándose también Liburnio por comprender esta Provincia la Dalmacia y Croacia, como está tocado.

 

Los Dalmatas son blancos y colorados, bien dispuestos, ligeros, valientes y ingeniosos, apacibles, fieles constantes, animosos y prudentes, las mugeres valerosas y agradables.

 

Repártese el Dominio de Dalmacia en cuatro Príncipes: la parte que se estiende desde Obroaz ó Obrovacio, por la sierra de Morlaca y sus confines, hasta Albona, a la raya de Istria, con aquella costa marítima, pertenece a la estirpe Austríaca. Las Ciudades de Zara, Nona ó Enona, Sebenico, Trau, Spalatro y Cataro, con su jurisdicciones, obedecen al Dominio Veneto: a que se agregan las Islas adyacentes Cherso, Ossero, Vellia, Arbo, Lesina, Corzola y otras menores. La República de Ragusa administra una buena parte de Dalmacia, Islas y tierra firme. Finalmente Turcos sustentan en esta Provincia algunas plaças de importancia; que se referirán más abajo.

 

La tierra de Morlaca, que antiguamente se llamaba Albius ó Albio, y se estiende por la marina de Dalmacia a la parte Occidental; contiene tres poblaciones principales: Segna, Baccari y Fiume o Río de S. Vito; que según está tocado, son de archiduque de Austria.

 

La República de Ragusa (Dubrovnik, en croata), que fue la tercera formación política croata como verdadero y soberano Estado y que intervino en la política internacional como factor de importancia europea, ha sido separadamente analizada y ocupa un capítulo aparte, consignádose los más mínimos detalles de interés:

 

RAGUSA. La República de Ragusa contiene una buena parte de Dalmacia, siendo al presente muy coarctada su jurisdicción, por la venzidad poderosa de los Turcos; no ha muchos años se estendía ciento veinte millas de longitud y doze de latitud; confina por el Oriente, con Alvania; por Septentrion, con el Ducado de Hercegovina; por el Occidente, con la parte de la Bosna, y lo restante de Dalmacia; y por el Mediodía, con el Mar Adriático. A la primera pertenecen las Ciudades de Ragusa, Stagno, Tribigna y Sabioncelo y otras fortalezas y pequeñas poblaciones. Las Islas más capaces son Agosta o Longosta: Meleda; S. Andre; Mezo; Lupana y S. Pedro.

 

Es ciudada pequeña, pero fortísima y bien gobernada. Cabeça de una ínclyta República, que ha tantos años se conserva contra la potencia Otomana, administrada por un rector, cuya oficio dura un mes solamente, Senado y otros Magistrados. Es emporio y escala de las mercaderías que baxan de Turquía y países Orientales, para conduzirse a los países Occidentales: está defendida con fuertes murallas; altas torres y gruesos baluartes; dominándola una insigne fortaleza llamada S. Lorenço; tiene un seguro puerto que cierra con una cadena. Padeció lamentable subversión por un espantoso terremoto y furiosa borrasca, el año pasado 1667, siendo el estrago de tanta consideración, que no se puede reparar totalmente tan presto.

 

EL MAPA DE CROACIA

 

El cuadro del mapa se presenta sobre una hoja de 62 por 54 cm. En eI ángulo superior izquierdo lleva los escudos de Bosnia y Dalmacia y en el ángulo derecho superior el escudo de Eslavonia y Croacia, este último jaquelado color plata y gules, hoy día el escudo nacional. En el ángulo inferior izquierdo se encuentra la tabla con el título del mapa y su contenido, en latín, y su traducción al español reza:

 

Ilírico de hoy día, que las escritores comúnmente llaman Sclavonia y los italianos suelen llamar Schiavonza, se divide en Sclavonia, Croacia, Bosna y Dalmacia. La mayor parte que está ocupada por los Turcos se divide en prefecturas que según su modo llaman sanjacatos, el resto lo tienen los venetos, húngaros y ragusinos. Los sanjacatos son Bosna, residencia de bajá, Pozega, Cernik, Bihac, Lika y Krbava, Klis y Herzegovina.

 

La delineación del mapa como su diseño íntegro están hechos con mucho esmero, siendo evidente el esfuerzo por proporcionar gran número de los elementos y nombres geográficos. Cabe destacar que, a pesar de los errores privativos a la técnica y los conocimientos de la época, sorprende la exactitud de las líneas generales, tanto respecto a los cursos de los ríos, montañas, ubicación de las ciudades y poblaciones, como en el dibujo de las islas y otros accidentes geográficos y especialmente con respecto a las fronteras, lo que entraña un valor trascendental para la historiografía moderna. Pues no se trata de determinar las fronteras entre los Estados soberanos, bien definidos, sino fijar los límites de una nación en momento en que su territorio ha sido gobernado por distintas potencias, en estado de guerra entre sí. Aún más admirable resulta la precisión científica con que se llegó a determinar y trazar las fronteras, aun dentro del mismo imperio otomano, particularmente las que separan las tierras croatas de Servia, siguiendo el curso del río Drina. Idéntica frontera ha sido reconocida en el Congreso de Berlín, en 1878, al autorizarse la ocupación y posteriormente la anexión por Austro- Hungría de Bosnia y Herzegovina, quedando inalterada hasta el año 1918. Después ha sido mantenida en Yugoeslavia como el límite regional y actualmente es el límite entre la República Popular de Bosnia y Herzegovina y la de Servia, respectivamente. En el período 1941-45 fue la frontera entre el Estado Independiente Croata y Servia, entonces bajo la ocupación alemana y búlgara. Omisiones hay tan sólo en lo que corresponde al actual Montenegro, que entonces se denominaba Zeta y, por estar bajo el protectorado veneciano en su mayor parte, se lo consideraba Albania Véneta, y su litoral parte de la Dalmacia meridional.

 

En resumen, las fronteras, tanto del Este, Norte, Nor-oeste y Este en Istria, como en el Sur-oeste y Sur que abarcan parte oriental del mar Adriático, corren siguiendo los límites de las comarcas habitadas por el pueblo croata, sin distinción del poder político vigente en aquel entonces.

 

 

DEDICATORIA AL BAN O VIRREY DE CROACIA

 

A diferencia de otros mapas del mismo libro, que se refieren a los Estados y principados de Italia, el autor con su propia firma imprime una dedicatoria en este mapa al ban o virrey de Croacia, conde Pedro de Zrin, figura descollante. En la dedicatoria, en latín, se enumeran todos los títulos y honores que poseía en aquel momento el conde Zrinski, lo que reviste especial importancia, porque por primera vez en este trabajo se menciona el título completo del reino croata de acuerdo con la diplomática medieval: Regnum Dalmatiae, Croatiae ac Slavoniae.

 

Blaeu, al referirse al territorio croata libre de los turcos y no integrante del señorío véneto, llamado por los historiadores "Reliquiae reliquiarum", no dejó aclarada bien su organización política. Como decimos, no se hace mención del Reino de Croacia y sí de Hungría y de los príncipes o del Imperio austríacos. La discriminación se hace, pero sin analizar, al decirse de Croacia que "tiene su propio Gobernador" (ban) y que Eslavonia - que entonces políticamente formaba un todo con Croacia propiamente dicha - tiene "libre su Imperio sin reconocer el de otro Príncipe". Al mencionar al ban o virrey, la función principal del conde Zrinski y el título Regnor. Dalmatiae, Croatiae Slavoniae, la misión enciclopédica explicativa quedó completada.

 

Cabría destacar, en vista de las menciones de Hungría y la casa de Austria, que Croacia, con el Pacta conventa del año 1102, entró en unión personal con corona húngara, conservando ambos Estados su soberanía. El rey común ha sido representado por el ban o virrey, por regla general un noble de Croacia. En 1527, la Dieta croata (Sabor) eligió a Fernando de Habsburgo como rey de Croacia, ejemplo seguido luego por los húngaros, haciéndose constar que lo eligieron libremente como lo habían hecho al unirse a la corona húngara... libero arbitrio se coadiunximus circa sacram coronam Hungariae, et post hoc, nunc erga maiestatem vestram.

 

De este modo, Croacia conservó su propia organización estatal, gobernada por el ban o el virrey, y la Dieta, integrada por nobles y estados.

 

La institución de ban es autóctona croata, como igualmente la palabra misma según unos de origen iranio, y se refiere al más importante colaborador del soberano. El bano de Croacia ha sido lugarteniente del rey, y muchas veces en los documentos en latín se lo llama prorex. Sus funciones específicas eran convocar y presidir la Dieta, era comandante en jefe del ejército; mandaba la fuerza naval; era jefe del poder judicial y jefe del ejecutivo del reino. Además, era miembro del consejo secreto del soberano y en las ceremonias de coronación ocupaba un sitial de preferencia y sostenía la manzana real.

 

LA PERSONALIDAD DEL CONDE PEDRO ZRINSKI

 

El conde Pedro de Zrin (en croata, Petar Subic Zrinski) era descendiente de una familia muy antigua de apellido Subic, que usa otro apellido, Zrinski, después de instalarse en el castillo de Zrin en Croacia del Norte. Su más ilustre antepasado fue el príncipe Pablo Subic de Bribir, que a su vez era bano hereditario de Croacia y "Señor de Bosnia" llevó a los tronos de Croacia y de Hungría a los reyes de la familia Anjou (en 1301), gobernantes del reino de Nápoles y luego también de Polonia y Lituania. Otro insigne Subic Zrinski fue abuelo de Pedro, Nicolás, ban de Croacia, quien cayó heroicamente en la defensa del estratégico fuerte Sigeth, sito en la Hungría meridional, al detener el avance del poderoso ejército turco, encabezado por el Solimán II, el Magnífico, en su marcha hacia Viena (1565). Sacrificó su vida rechazando la corona de Croacia, ofrecida por los turcos. Por eso y por el gesto de salir con un puñado de sus soldados contra los turcos, al ver destruída su fortaleza, se lo llamó Leónidas de la Cristiandad. Aunque no llegó a vencer, por lo menos neutralizó el potencial de Solimán, que murió durante el asedio. El acontecimiento ha sido comparado a la batalla de Lepanto. Muchos historiadores, como N. Jorga y P. Herre, consideran esta fecha como el principio de la decadencia del imperio otomano[17].

 

El heroísmo de los defensores de Sigeth ha sido tema de numerosas obras y poesías, tanto de poetas croatas como extranjeros. El hermano del titular de la dedicatoria, el conde Nicolás de Zrin, bano de Croacia (1647-64), en un epos heroico, escrito en húngaro y publicado en Viena (1651), recordó la gesta de su abuelo. Por el hecho de haberlo escrito en húngaro, pese a su origen y función de ban de Croacia, el romanticismo húngaro lo consideraba húngaro, aunque el mismo no dejó duda de su nacionalidad. En una carta al prefecto (zupan) de Zagreb, manifestó: "me Croatam et quidem Zriniam esse scio". Pedro Zrin tradujo al croata el poema de su hermano, en primera versión bajo el título "Carmen heroicum Croaticum", y en la segunda con el título "Adranskoga mora sirena" (Sirena del Mar Adriático), que publicó el año 1660 en Venecia. La participación de Pedro Zrinski en las luchas contra los turcos le mereció reconocimiento y loas de la opinión pública de entonces. Era un político sabio, respetado en la corte imperial, y además, relacionado con otras cortes, la de Roma y la del rey de Francia, por ejemplo. Se destacó en la firme oposición a las tendencias absolutistas y centralistas del emperador, rey de Croacia y Hungría, y cuando pareció que por luchas internas el mismo emperador echaba a olvido sus compromisos de defender a Croacia en la lucha contra los turcos, él intentó negociar directamente con el Sultán de Constantinopla. fue entonces que por engaño se le trajo a la corte, donde fue acusado junto con su cuñado, el príncipe Frankopan, de haber preparado un complot de alta traición, y el 30 de abril de 1671, Pedro de Zrin y Francisco Cristóforo de Frankopan fueron decapitados en Wienerneustadt.

 

El día de su muerte se celebra como fiesta nacional en pro de defensa de los derechos políticos y estatales croatas. Los restos mortales de ambos se guardan en la catedral de Zagreb, donde fueron trasladados el año 1919.

 

Buenos Aires.

 

 

 

 


ANEPIFANIA AMERICANA DE UN INSIGNE HUMANISTA CROATA

PEDRO P. BARNOLA, S.J.

 

Para nuestras jóvenes naciones americanas siempre resulta provechoso, y de indudable interés, cuanto signifique asomarse un poco más a las ventanas que miran a la cultura multisecular de las veteranas naciones europeas. Pero quizás sentimos mayor complacencia al fijar la atención no tanto en alguna de las llamadas grandes naciones de aquel continente, cómo por ejemplo Francia o Alemania, de tan preponderante influjo en la cultura mundial, cuanto en alguna otra de esas muchas naciones, si menores en extensión y en poderío político, no por eso carentes de una intensa y variada tradición de vida cultural.

 

El escaso y a veces casi nulo conocimiento que por acá hayamos podido tener anteriormente, hace que al encontrarnos luego, y casi al azar, frente a figuras y obras de esas naciones menores, experimentamos la admiración y la complacencia que siempre brotan en presencia de las cosas notables cuya existencia ignorábamos.

 

Estas observaciones tienen aplicación muy clara y concreta en el campo de la cultura humanística. Y un caso práctico que lo comprueba sin reservas, es el ocurrido hace poco tiempo en el medio cultural venezolano.

 

El año 1957 la Universidad de Los Andes (Mérida, Venezuela), sacó a luz, impresa en sus propios talleres tipográficos, una obra que dadas sus características y presentación, quizás deba considerarse la primera que en su género se ha editado hasta hoy en esta república. He aquí la ficha bibliográfica:

 

"M. Marvli davidiadis", Libri XIV. E Codice Tavrinensi in lucem protvlit Miroslavvs Marcovich. Cum viginti fascimilibus. Emeritae. Typis Universitatis. MCMLVII. Publicaciones de la Dirección de Cultura de la Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela, Nro. 62, pp. 278."

 

Creemos que puede afirmarse que hasta la publicación de tan excelente volumen serían muy contados los venezolanos que tuvieron algún conocimiento exacto de la personalidad del insigne humanista croata y gran renacentista cristiano Marco Marulo (en croata: Marko Marulic), patriota dálmata, nacido en la antiquísima ciudad de Spalato (Split), que vivió entre los años 1450 y 1524. Hemos tenido la oportunidad de revisar el magnífico volumen de estudios acerca de Marulo publicado en Zagreb, Croacia, en 1950, al conmemorarse el quinto centenario de su nacimiento, y no pudimos menos de comprender que se trata de una figura de extraordinaria importancia en el movimiento humanístico europeo en los albores del Renacimiento. Su bibliografía es abundantísima; comprende cerca de trescientos títulos, de los cuales más de cien corresponden a diversas y curiosas ediciones de casi todas sus obras, algunas de las cuales alcanzaron una extraordinaria divulgación por toda Europa, lo cual prueba el alto aprecio en que las tenían los letrados.

 

Marulo escribió no menos de quince obras importantes en prosa latina, sobre temas históricos, escriturísticos, morales, etc., y un tratado de Psicología. De la calidad de estos escritos da buen testimonio la frase en que uno de sus biógrafos afirma categóricamente que Marulo nihil scripsit quod non dignum memoria esse videretur. Se le llamaba el Virgilio cristiano, por sus muchos y excelentes poemas latinos, entre los que sobresale el poema heroico en que canta "La paz de Italia", y el comienzo de la traducción al latín de la Divina Comedia, de la cual solamente conocemos los primeros ciento cuarenta hexámetros. Pero, además Marulo tiene la gloria de que se le llame Padre de la literatura croata, por haber compuesto en impecables versos de aquella lengua, el poema en seis cantos que es la versión del relato bíblico de la bella historia de Judit[18]. Otro poeta contemporáneo, amigo y paisano de Marulo, afirmó paladinamente que dicho poema, Judit, que los peritos en lengua croata nihil gratius nihilque acceptius legere queant.

 

Figura, pues, tan relevante de la cultura renacentista centro-europea ha venido a hacerse presente, de pronto y en forma extraordinaria, en el medio cultural venezolano gracias a la espléndida edición crítica del poema "La Daviadiada", obra inédita, cuya referencia bibliográfica dimos más arriba. El manuscrito de tan importante como desconocido poema, fue descubierto por el distinguido profesor doctor Miroslav Marcovich, el año 1953 en la Biblioteca Nacional de Turín, mientras realizaba unas investigaciones sobre Cicerón. El doctor Marcovich, graduado en Filología clásica y Filosofía griega por la Universidad de Belgrado - su ciudad natal - luego de ejercer la docencia en aquella misma Universidad, pasó en 1954-1955 a regentear la cátedra de Sánscrito en la Universidad "Visva Bharati", de Rabindranath Tagore, en Santiniketan, India. Terminado aquel curso, vino a Venezuela y desde entonces regenta las cátedras de latín y de griego en la Universidad de Los Andes, Mérida, donde además ha realizado una intensa labor cultural en el plano de publicaciones de libros y artículos para diversas revistas. Su más reciente trabajo es el libro Bhagavadgita (El Canto del Señor), traducción directa del sánscríto con una interpretación racional. Este es un poema filosófico-religioso, considerado como la obra más popular del pensamiento clásico hindú, que está inserto dentro del gran poema "Mahabharata".

 

En cuanto el doctor Marcovich descubrió el manuscrito de "La Davidíada", sacó copia microfilmada de las 157 hojas que contenían tanto el texto del propio poema como una topología final, o "comentario alegórico" escrito en prosa latina por el mismo poeta Marulo. El poema está dividido en catorce libros o cantos, con un total de 6.765 hexámetros.

 

Ha sido mérito especialísimo del editor doctor Marcovich haber logrado: leer e interpretar a cabalidad todas las páginas y cada uno de los versos de un manuscrito que se hallaba en condiciones muy lamentables. fue el caso que durante un incendio que ocurrió a principios de siglo en la Biblioteca taurinense, el agua empleada para sofocar las llamas dañó seriamente diversas obras, y entre éstas se contaba el poema de Marulo. La edición del doctor Marcovich viene ilustrada con numerosas páginas fotostáticas que señalan vivamente al lector el estado en que quedó el manuscrito. Sin duda, personas que anteriormente lo tuvieron en sus manos, lo consideraron perdido. Pero el doctor Marcovich, lejos de arredrarse ante el serio trabajo que supondría una correcta transcripción, se entregó con todo empeño y con absoluto éxito a preparar la edición que ya poseemos, nítidamente impresa, merecedora de figurar en todas las buenas bibliotecas, y acreedora del más caluroso aplauso, tanto para el culto restaurador y editor como para el Alma Mater emeritense que patrocinó tan extraordinaria edición.

 

No en vano trabajó con innegable competencia durante cuatro años el citado profesor. Con paciencia benedictina, y con cariño de gran humanista, solamente quien como él posee una sólida cultura latina, pudo al fin entregar completa, aun en sus mínimos pormenores, la copia que pasó a las prensas. El poema de Marulo está íntegramente salvado, y con rigor crítico se hace constar las poquísimas interpolaciones, muy adecuadas, que fue necesario emplear para reconstruir algún pasaje totalmente perdido en el original.

 

Trabajos de esta naturaleza pueden presentarse con alto honor en cualquier importante Universidad de estudios clásicos. Y la de Mérida en Venezuela ha tenido la envidiable suerte de contar con la prestigiosa labor, realizada por este gran humanista clásico que se llama Miroslav Marcovich.

 

Caracas, Universidad Católica "Andrés Bello".

 

 

 


NUEVA CLASE Y NACIONALISMO

D.A. Tomasic

 

El sistema de gobierno desarrollado en los actuales países comunistas ha causado una aguda diferenciación social y la estratificación de clases[19]. Además, en los países dirigidos por los comunistas e integrados por dos o más nacionalidades diferentes, quedó establecida la hegemonía de una nacionalidad sobre las demás.

 

Es un hecho harto conocido que en la Unión Soviética, los miembros de la nacionalidad gran-rusa, que comprende menos del 50% de la población total, constituyen la mayoría abrumadora en los supremos cuerpos partidarios (Presidium, Secretariado, Comité Central). Ellos dominan también en las más altas jerarquías gubernamentales, militares, administrativas e intelectuales del país. Además, como resultado de esta posición hegemonística de los gran-rusos, los miembros no-rusos del partido deben estar lo suficientemente rusificados como para que los líderes rusos les permitan ocupar puestos de poder y de confianza.

 

La misma práctica se aplica también a los puestos de poder en los niveles locales de la sociedad soviética. En Ucrania, por ejemplo, en 1927, sobre 29 millones de ucranianos había 2.677.000 gran-rusos, o sea el 9 % de la población. Pero el Partido Comunista Ucraniano, según las estadísticas oficiales de 1927, estaba compuesto en aquel entonces por 51,96% ucranianos y 46,15% rusos. Fueron precisamente los miembros rusos del partido, junto con los ucranianos rusificados, quienes dominaban en el partido y dictaban su política[20]. Semejante situación se dió en la Checoeslovaquia comunista. Allí la clase gobernante estaba predominantemente integrada por los miembros de nacionalidad checa. Las filas de esta Nueva Clase fueron abiertas a los eslovacos únicamente en la medida en que se habían "chequizado".

 

 

Idéntico caso en la Yugoeslavia comunista, donde los miembros de nacionalidad servia y de religión ortodoxa han logrado establecer su hegemonía sobre las demás nacionalidades del país, conforme lo demostraremos en las siguientes páginas.

 

El Comité Central de la Liga Comunista de Yugoeslavia, elegido en el Sexto Congreso del Partido (1952), comprendía alrededor de 58,5% miembros de origen ortodoxo. Los miembros de ascendencia croato-católica y esloveno-católica formaban aproximadamente el 35% de este cuerpo supremo, mientras que la participación musulmana fue tan solo el 5% [21]. El nuevo Comité Central, elegido en el Séptimo Congreso del Partido, en abril de 1959, acusa una composición semejante. De los 135 miembros, 44 (32,6%) son servios, 16 (11%) montenegrinos, 13 (9,6%) macedonios es decir, hay 73 miembros, o el 54,1% de fondo ortodoxo. Cinco miembros (3,7%) se declararon yugoeslavos y deben ser agregados al grupo ortodoxo. De esos cinco, tres son musulmanes, uno croata y uno servio. El grupo ortodoxo, junto con los yugoeslavos, totaliza 78 miembros, el 57,8%. El resto se compone de 30 (22,2%) croatas, 23 (17,1%) eslovenos y 4 (2,9%) de minorías nacionales (2 albaneses, 1 búlgaro y 1 húngaro)[22]. Ahora bien; conforme a las estadísticas de antes de la segunda guerra mundial los ortodoxos representaban el 46% de la población total, mientras que el porcentaje de los católicos alcanzaba en aquel tiempo 39 y el de los musulmanes 11. Estas relaciones no han cambiado fundamentalmente desde la guerra.

 

 

La composición nacional y religiosa del Comité Central del Partido Comunista Yugoeslavo no refleja el cuadro completo del dominio de una nacionalidad sobre las otras. Se supone que el Comité Central del Partido debe ser un cuerpo representativo. Está integrado por los representantes del partido de las seis repúblicas constitutivas (Bosnia- Herzegovina, Croacia, Macedonia, Montenegro, Servia, Eslovenia) y, por ende, propende a dar un cuadro representativo de varias nacionalidades y religiones por lo menos en apariencia.

 

En las jerarquías militares, gubernamentales y otras, esta aparente representación no se considera necesaria. Así, por ejemplo, las estadísticas referentes a los supremos jefes militares de Yugoeslavia indican que este importante cuerpo se halla casi enteramente en manos de los oficiales servio-ortodoxos. Una reciente encuesta arrojó que de los 146 generales de más alta graduación, 110 (76%) eran servio- ortodoxos. Sólo 36 (24-%) eran de fondo romano-católico y no figuraba en esa encuesta ni un solo general de fondo religioso musulmán [23]. Según la estadística del 1° de enero de 1958, había en ese tiempo en Yugoeslavia 218 generales en servicio activo. De ellos, 162 (74,31%) eran de fondo servio-ortodoxo, 29 (13,31%) croatas, 22 (10,00%) eslovenos, 4 (1,84%) macedonios y 1 (0,46%) judío. No había ni uno solo de religión musulmana. [24]

 

Los datos personales de estos generales revelan que un número considerable de los servio-ortodoxos se enroló en el movimiento de los partisanos (guerrilleros comunistas) durante la segunda guerra mundial por su oposición nacionalista a las autoridades croatas y por su oposición nacionalista a las fuerzas de ocupación alemanas. Los generales de confesión católica, por otro lado, han sido afiliados al Partido Comunista y promovidos al grado de general, no solamente por sus aptitudes, sino también por su desnacionalización y orientación comunista internacionalista[25].

 

 

De igual manera, la dominación servio-ortodoxa en los asuntos de gobierno se manifiesta en la composición de las representaciones diplomáticas de Yugoeslavia en los países extranjeros. De conformidad con el International Yearbook para 1953, de los 33 jefes de misiones diplomáticas yugoeslavas, 23 (70%) eran servios. Según estadísticas más recientes (1° de enero de 1958), de los 46 jefes de misiones diplomáticas, 29 (63%) eran servio- ortodoxos. Del resto, 7 son croatas, 7 eslovenos, 2 musulmanes y 1 macedonio. De 24 Consulados Generales que Yugoeslavia mantiene actualmente en los países extranjeros, 17 Consules Generales (70%) proceden del fondo nacional servio. Del remanente, 2 son croatas, 3 eslovenos y 2 macedonios[26].

 

El dominio servio en Yugoeslavia se evidencia con mayor claridad todavía en las estadísticas oficiales del Partido, de las instituciones gubernamentales y militares en Bosnia-Herzegovina. Esta República constituyente sirve como buen "test" de la política del Partido respecto a las nacionalidades, por cuanto el territorio de Bosnia-Herzegovina está, étnicamente, más mezclado que ninguna otra región yugoeslava y aquí ningún grupo nacional o religioso acusa una mayoría numérica absoluta.

 

Según los datos estadísticos oficiales (1948), hay en Bosnia- Herzegovina alrededor de 2.700.000 habitantes. De éstos, 1.150.000 son servio-ortodoxos (42%), 900.000 son musulmanes (33%) y 700.000 católicos, de acuerdo al credo religioso. En cuanto a su orientación nacional, 1.260.000 (47%) se declararon servios 650.000 (24%) croatas y 800.000 (30%) "musulmanes nacionalmente indefinidos". [27]

 

El Comité Central del Partido Comunista para Bosnia-Herzegovina cuenta con 48 miembros (1955). Sin embargo, este cuerpo máximo de gobierno de la República está constituído por 35 servios-ortodoxos (73%), 10 musulmanes (21%), 2 católicos (4%) y 1 judío. Y en cuanto a su orientación nacional, 30 miembros de este Comité se declararon serviqs, 17 "yugoeslavos" ;y sólo uno croata.

 

Ahora bien; no existe tal nacionalidad "yugoeslava". Las principales nacionalidades de Yugoeslavia son: croata, macedonia, servia y eslovena. Los montenegrinos, empero, se identifican con la nacionalidad servia. Existen también minorías nacionales en Yugoeslavia, a saber: albaneses, húngaros, rumanos. Los que declararon ser "yugoeslavos" son, por lo tanto, los que se desnaturalizaron o los que están orientados más bien en sentido internacional que nacional, pero dispuestos a apoyar la política del dominante grupo servio en el Partido y en el gobierno del país. Es por eso que en el Comité Central del Partido Comunista de Bosnia-Herzegovina, los 10 musulmanes, 3 de los 35 servios-ortodoxos, 1 de los 2 católicos y el miembro judío se declararon "yugoeslavos" [28]. Eso es una nueva confirmación del principio político de la Nueva Clase, sentado más arriba, según el cual, los que quieren subir en la jerarquía partidaria o gubernamental deben pertenecer a la nacionalidad dominante o estar asimilados por ella.

 

Hasta el reclutamiento de los afiliados ordinarios es regido por el mismo principio político. Así, por ejemplo, en 1950, el Partido Comunista tenía en Bosnia-Herzegovina 54.150 afiliados. De éstos, 37.320 (70%) eran servio- ortodoxos por su fondo religioso 8.714 eran musulmanes, 7.519 eran católicos y 607 judíos.

 

Sin embargo 41.005 (81%) se declararon servios, 5.117 croatas, 4.920 "yugoeslavos", 3.012 "musulmanes nacionalmente indefinidos" y 5 otros [29]. Aquí notamos que relativamente gran número de musulmanes, que de otro modo se declaran, en mayoría abrumadora, como "nacionalmente indefinidos", pusieron, al entrar en las filas partidarias, la nacionalidad "servia" o "yugoeslava". Lo mismo sucedió con cierto número de católicos de Bosnia-Herzegovina, que de otro modo se identifican casi exclusivamente como croatas.

 

La política consistente en favorecer la orientación nacional servia o yugoeslava a expensas de la orientación nacional croata se pone de relieve también en otras instituciones de Bosnia- Herzegovina. Así, por ejemplo, la policía regular (milicia) de Bosnia-Herzegovina cuenta con 11.700 agentes. De éstos, 7.832 (70%) son servios-ortodoxos, 2.100 musulmanes y 1.718 católicos. Pero tocante a su orientación nacional 8.340 (79%) se declararon servios, 2.510 "yugoeslavos" y únicamente 380 croatas y 420 como "musulmanes nacionalmente indefinidos" [30].

 

Entre los oficiales de la milicia en el territorio de Bosnia-Herzegovina se observó con mayor claridad la misma tendencia. De los 620 oficiales de policía, 411 son ortodoxos, 130 musulmanes y 79 católicos. En cuanto a su orientación nacional, 502 (81%) se declararon servios, 102 "yugoeslavos", y sólo 14 croatas y 2 "musulmanes nacionalmente indefinidos" [31]. Como es de esperar, idéntica situación prevalece en otras instituciones estatales de Bosnia- Herzegovina. Por ejemplo, de los 196 diputados del Consejo de la República de Bosnia-Herzegovina, que constituye el más alto cuerpo legislativo y administrativo de la República, 144 (73,48%) se declararon servios, sólo 38 (19,35%) croatas, 9 (4,59%) yugoeslavos y 4 (2,05%) como "musulmanes nacionalmente indefinidos [32].

 

Este dominio de elementos servios y servio-ortodoxos en el Partido Comunista de Yugoeslavia no es ningún fenómeno nuevo. Es más bien tradicional en el movimiento comunista yugoeslavo que desde sus comienzos tuvo la servioortodoxia como su base nacional y cultural. El Partido Comunista de Yugoeslavia tomó cuerpo en abril de 1919, cuando, por iniciativa del partido social-demócrata de Servia, tuvo lugar en Belgrado la reunión de todos los partidos socialistas de Yugoeslavia. El propósito de esta reunión fue crear un partido comunista e ingresar a la Internacional Comunista que acababa de formarse en Moscú bajo la dirección de Lenin. A fines de 1920, el Partido Comunista Yugoeslavo contaba 69.000 afiliados, en su mayoría servio-ortodoxos[33].

 

Las elecciones celebradas el mismo año para la Asamblea Constituyente indican también que los votos comunistas fueron obtenidos, en su gran mayoría, en las regiones ortodoxas, tales como Montenegro, Macedonia y Servia. De igual modo, la representación parlamentaria y la dirección del partido en aquel tiempo se hallaban, mayormente, en manos de los ortodoxos por su fondo religioso. De la total representación parlamentaria comunista, 82 por ciento eran de ascendencia ortodoxa, aunque los ortodoxos representaban en aquel entonces sólo 46 por ciento de la población total. Había únicamente 9 católicos y 1 musulmán, comparados con 48 ortodoxos entre los diputados comunistas. En cuanto a su afiliación nacional, había tan sólo 6 eslovenos, 3 croatas, 1 ó 2 macedonios. Cuarenta y ocho eran servios (inclusive 4 montenegrinos).

 

A semejanza de la máxima dirección partidaria, también los cuadros partidarios inferiores eran, por mayoría abrumadora, ortodoxos y servios. Eso se desprende de la composición nacional y religiosa del grupo de 502 candidatos para las elecciones parlamentarias, de los que - 342 (casi 69 %) eran de ascendencia ortodoxa y servia, mientras que 140 (28 %) eran católicos y sólo 2,3 por ciento musulmanes. El porcentaje de los católicos en la total población de Yugoeslavia era en aquel tiempo 39 y el de los musulmanes 11 [34].

 

Puesto que la dirección servia del Partido Comunista yugoeslavo en esa época tendía a imponer su ideología nacional al Partido, se produjo un conflicto abierto con la política de la Internacional Comunista, dirigida por Stalin. A la sazón Stalin exigía que el Partido Comunista yugoeslavo sacara provecho del antagonismo nacional interno entre los servios y los croatas y entre los servios y los macedonios, como asimismo entre los servios y los montenegrinos. Quería que el Partido abogara por las ideas de la separación nacional, a fin de provocar la desintegración del país y así crear las condiciones para que los comunistas tomasen el poder. Semejante política, sin embargo, contrariaba completamente las ideas y los sentimientos de los líderes servios del Partido Comunista yugoeslavo. Esa gente se había identificado con los ideales nacionales servios y quería preservar la integridad territorial de Yugoeslavia bajo la dirección servia [35].

 

Debido precisamente a ese conflicto entre la dirección servia del Partido Comunista yugoeslavo y Stalin, en 1938, Josip Broz Tito, croata por nacimiento, llegó a la más alta posición del Partido como su Secretario General. Tito, empero, en su trabajo de organización y preparación del Partido para la futura revolución, se inclinaba a confiar cada vez más en el elemento servio del Partido, particularmente desde que el Partido se empeñó en atraer a los elementos servios en número mucho mayor que de las demás nacionalidades yugoeslavas. En su "política de cuadros" Tito prestó atención especial a los grupos jóvenes de estudiantes y universitarios. En ese sentido, cierto número de colegios secundarios en Montenegro, Bosnia y Servia Occidental, al par que en la Universidad de Belgrado, revestían importancia fundamental desde el punto de vista del futuro del Partido. fue precisamente en esas instituciones docentes, y especialmente entre los estudiantes de origen servio-ortodoxo, donde Tito encontró a sus más entusiastas y más capaces partidarios[36]. El resultado fue que entre esa gente joven Tito reclutaba y entrenaba a los futuros jefes partidarios, militares y administrativos. Lo admitió él mismo al reseñar el trabajo del Partido con respecto a la organización y propaganda. Tito dijo: "Gran parte de crédito para ese trabajo debe atribuirse a la organización del Partido de la Universidad de Belgrado. Esta Universidad era conocida, desde hace tiempo, por su libertad de pensamiento, especialmente entre las dos guerras. En primer lugar, la mayoría de los estudiantes eran hijos de campesinos y obreros, por regla general de Montenegro, Bosnia y regiones servias. La mayor parte de esos estudiantes vivía en sus casas y llegaban a Belgrado únicamente para rendir exámenes; ellos estaban en constante contacto con el pueblo" [37].

 

Además, fue la misma gente que había formado los contingentes yugoeslavos en la guerra civil española.

 

Las mismas brigadas luego se convirtieron en núcleos de la lucha guerrillera de los partisanos durante la Segunda guerra mundial. En el curso de esas actividades guerrilleras, a fines de noviembre de 1942, los partisanos comunistas se sintieron lo suficientemente osados como para emprender la organización de una legislatura clandestina, su primer desafío para la toma del poder en Yugoeslavia. De los 68 diputados presentes en el acto de constitución de ese cuerpo, en su primera reunión, 53 (78%) eran servios- ortodoxos, 10 eran croatas-católicos, 4 musulmanes y 1 judío servio[38]. La principal lucha de los partisanos, la organización del primer gobierno partisano y luego la organización del gobierno revolucionario partisano (noviembre de 1943) tuvieron lugar en la Bosnia Occidental, en una zona habitada principalmente por servios-ortodoxos[39].

 

Las razones por las que los servio- ortodoxos fueron atraídos por el Partido Comunista yugoeslavo en número comparativamente mucho mayor que las otras nacionalidades y religiones, incluso bajo la dirección de un hombre de origen croata y católico son mútiples.

 

El pueblo servio-ortodoxo sentía durante siglos íntima afinidad con el pueblo ruso-ortodoxo en base a la religión común (ortodoxos orientales) y a la similitud lingüística y cultural. El eslavofilismo que reclama cualidades superiores para los eslavos y su cultura, y el paneslavismo, que propaga la unidad cultural y política de todos los eslavos bajo la dirección rusa, echaron hondas raíces entre rusos y búlgaros, como asimismo en Servia y Montenegro. Tanto entre los jefes como entre el pueblo en los pequeños países eslavo-ortodoxos. La Rusia Ortodoxa fue considerada como "Gran Madre Rusia". Rusia los había ayudado en el pasado a conseguir y consolidar su independencia nacional. Esperaban también que Rusia los protegería en el futuro y les ayudaría a fortalecer y extender su poder nacional.

 

Debe tomarse en cuenta que para los pueblos ortodoxo-orientales, religión y nacionalidad se identifican. Por razones históricas, en la Cristiandad Oriental, a diferencia de la Cristiandad Occidental, la Iglesia ha sido identificada con el Estado. En consecuencia de esa situación, la Iglesia Ortodoxa consideraba como su deber el promover los intereses políticos del Estado con el cual se asoció. Por eso, la Iglesia Ortodoxa había contraído objetivos políticos y nacionales, además de sus funciones religiosas. Por ende, varias iglesias ortodoxas promovían el credo religioso juntamente con el nacionalismo entre sus adeptos. Esas iglesias nacionales fueron denominadas según sus identificaciones nacionales (rusa, servio-ortodoxa, etc.). De aquí que el nacionalismo entre esa gente, debido a su mezcla con la religión, tomase arraigo tan hondo[40]. Como la ideología eslavófila y paneslava implicaba también la supremacía ortodoxa, podía esperarse que dichos movimientos encontrarían partidarios especialmente entre los eslavos ortodoxos.

 

Al mismo tiempo, sin embargo, rivalidades, conflictos y guerras se sucedían entre varias naciones eslavas. Algunas se extendieron a expensas de otras y establecieron su hegemonía, esgrimiendo como justificativo la ideología de la unidad paneslava. Los gran-rusos, por ejemplo, mandaban sobre los ucranianos y bielorusos, los checos dominaban a los eslovacos.

 

De igual modo, Servia pudo imponer, a fines de la primera guerra mundial, su hegemonía política sobre las amplias zonas habitadas por los pueblos croata, macedonio, montenegrino y esloveno. Servia sacó provecho de su posición de aliada de las potencias victoriosas en la guerra y justificaba su dominación sobre las demás naciones sureslavas en nombre de la "unidad yugoeslava" (sureslava). En la segunda guerra mundial los servios lograron recobrar su supremacía anterior, tomando esta vez su hegemonía la forma de comunismo.

 

Los servios fueron atraídos en número cada vez mayor al movimiento comunista en el curso de la segunda guerra mundial, no tanto por su ideología comunista internacionalista. Se han resentido violentamente al devenir una minoría nacional en el recién establecido Estado Croata y católico. Además, los atraía el contenido eslavófilo y paneslavo del comunismo ruso. Para muchos de ellos, el bolchevismo era aceptable mientras fuera ruso y eslavo y en tanto ofreciera las perspectivas de una Yugoeslavia restaurada bajo la dirección servio-ortodoxa [41].

 

Otra razón importante del llamado comunista a los servios-ortodoxos estriba de la psicología del comunismo. El movimiento comunista, conforme lo concibió Lenin, es una organización militante cuyo objetivo consiste en llegar al Poder por cualquiera y todos los medios. Tanto en su ideología como en su práctica este movimiento recalca conspiración, violencia y crueldad con respecto a la toma del poder y en el trato con los adversarios, todos considerados como "enemigos". El partido comunista de tipo leninista sigue, en su organización interna, los principios de autoritarismo, disciplina militar férrea, total dedicación al partido y abnegación por la causa de la. revolución. Semejante partido, pues, tiende a seducir a la gente de una catadura psicológica e ideológica peculiar. Mas semejante partido debe proceder con un criterio selectivo en la afiliación y el entrenamiento de sus miembros y "cuadros" (los funcionarios del partido). Por esa razón, uno de los aspectos fundamentales de organización del partido comunista consiste en su "política de cuadros", es decir, en la selección metódica y minuciosamente planeada de sus miembros, en su entrenamiento y adoctrinamiento en su promoción en base a severas pruebas de capacidad, desempeño y lealtad, y en su ascensión a los puestos y funciones en mérito a habilidades especiales talentos y confianza[42]. Uno de los criterios más decisivos en la promoción de cuadros es el grado de "partidismo", o sea, el sentido de dedicación y abnegación por la causa, y de subordinación a la dirección suprema.

 

En términos generales, el partido en sus fases pre-revolucionaria y revolucionaria, debido a sus aspectos psicológicos, hace llamados y recluta en sus filas tipos de militantes, dinámicos, agresivos, consagrados, fanáticos y conspiradores. Además, el partido, en razón de sus facetas psicológicas, sus ideas de una sociedad sin clases, por su hermandad universal y libertad cultural y personal, recurre también en esta fase de su desarrollo, a cierto número de idealistas, con orientación universal, y a utopistas de varia índole. Además, fundándose en su supuesta lucha contra toda clase de explotación y opresión, el partido se dirige con vigor, en esta fase de su desarrollo, a numerosos miembros de las naciones sojuzgadas, de las clases explotadas y de las minorías desterradas.

 

Cabía esperar, pues, que el Partido Comunista yugoeslavo, en sus fases revolucionarias y debido a sus aspectos psicológicos y paneslavos, ejerciera fuerte atracción entre los servios-ortodoxos de los Alpes Dináricos.

 

Estos montañeses de las regiones de Montenegro, Bosnia Occidental, Servia Occidental y Croacia Central (Lika) son renombrados por su militancia y rebeldía tradicionales, por sus cualidades castrenses y resistencia a las penurias, por el deseo de poder y por su crueldad, como asimismo por su sentido de heroismo, dedicación y abnegación en aras de los ideales servios-ortodoxos[43]. Tales rasgos fueron particularmente exaltados durante la segunda guerra mundial, cuando los servios-ortodoxos de estas regiones se encontraron bajo las autoridades croatas católicas. El partido, pues, prestó atención especial a esta gente tanto antes como durante la guerra. Como resultado de todas esas circunstancias tenemos que la mayoría de los más altos comandantes militares de la Yugoeslavia contemporánea procede de la zona dinárica (Mapa I) [44]. La orientación ideológica de esta gente se moldeó bajo la influencia de Belgrado, sede de la ortodoxia servia y del nacionalismo servio (Mapa II). [45]

 

III

 

De acuerdo a las enseñanzas leninistas, cuando en un país los comunistas tomen el Poder deben implantar la "dictadura del proletariado", consolidarla y desarrollarla como base para la expansión del comunismo a otros países, persiguiendo su objetivo de la revolución mundial. Esta es la tercera fase de la revolución mundial[46]. Por ello, el partido llegado al Poder en un país, sigue recurriendo y reclutando a los individuos militantes, dedicados, fanáticos, crueles y deseosos del poder. Eso se convierte en imperativo para la promoción de la ideología revolucionaria; aún más, para la autoperpetuación en el poder de un pequeño grupo de conspiradores profesionales y consagrados, que han implantado un gobierno totalitario en oposición a las amplias capas de la población.

 

Esas circunstancias, empero, provocaron la formación de una casta gobernante - la Nueva Clase - que se apoderó del control de todo el aparato del gobierno y monopoliza íntegramente la vida social, económica y educacional del país. Ocupando tal posición, el partido debe recurrir también a gente muy capacitada e instruida, especialistas en todas las esferas de las actividades política, económica y militar. Para gobernar con eficiencia, el partido depende del saber de esos expertos. Y a fin de granjearse su lealtad, el partido los premia en forma de ingresos relativamente altos, de comodidades y privilegios especiales. El partido depende también de los conocimientos y pericia de los eruditos y docentes, novelistas y artistas, publicistas y periodistas. El resultado es que toda esa "ínteligentsia" - administrativa, tecnológica y humanista - promueve intereses creados en sus estatutos y posesiones y por ende tiende a identificarse con la Nueva Clase [47].

 

Parecería, pues, lógico, que el partido comunista en un estado multinacional habría de dirigir su política de cuadros para evitar antagonismos entre los varios grupos nacionales y étnicos del país. Al parecer, la consolidación del poder partidario sería grandemente favorecida si existiesen entre los varios grupos nacionales y étnicos del país relaciones armoniosas y amistosas más bien que hostiles. Para conseguir tal objetivo, cabía esperar que el partido tratase muy sistemáticamente de introducir una representación más o menos proporcional de los varios grupos nacionales y étnicos en la más alta jerarquía partidaria y en las más altas instituciones del país, sea administrativas y legislativas, sea judiciales y militares, económicas y docentes. Eso no ocurre, sin embargo. Todos los regímenes comunistas contemporáneos, en países multinacionales, han acusado hasta la fecha fuerte tendencia a una concentración monopolística del Poder político, económico y social en manos de un grupo, relativamente pequeño, de personas pertenecientes al grupo dominante o están enteramente asimiladas por ese grupo.

 

El partido advierte cabalmente que semejante tendencia representa uno de los puntos más flojos de su gobierno. Lo demuestra el hecho de que el partido propicia leyes y decretos, estatutos y reglamentos que hacen punibles por ley toda discriminación nacional y todo antagonismo nacional. Los máximos líderes y funcionarios partidarios hacen frecuentemente declaraciones en tal sentido. Mas eso es pura ideología, mientras que en la práctica vemos que tales normas y reglamentos se aplican únicamente a las nacionalidades subyugadas y no a la nacionalidad dominante. Así se oye a menudo hablar de enjuiciamientos y procesos contra los "burgueses nacionalistas" en Ucrania y en las Repúblicas asiáticas y bálticas de la Unión Soviética. Semejantes procesos fueron montados, con frecuencia, contra los eslovacos y los croatas, como asimismo contra los intelectuales judíos, pero rara vez, si alguna, contra los rusos, los checos o los servios.

 

Las razones de esta política aparentemente ilógica derívanse de la necesidad y la conveniencia de la estructura monolítica del Partido y del Estado en una sociedad controlada por los comunistas. Cuando a principios del siglo XX Lenin concibió la organización del partido comunista, su objetivo principal era desarrollar un instrumento que fuera el más eficaz en la lucha contra la policía zarista rusa; un instrumento que pudiese socavar sistemáticamente el régimen zarista y, llegado el caso, permitir al partido tomar el Poder. Lenin creía que para poder alcanzar dichos propósitos el partido comunista debía ser limitado a un número relativamente pequeño de conspiradores profesionales, bien entrenados, disciplinados y completamente consagrados a la causa de la revolución. Este grupo debía estar sólidamente integrado alrededor de su dirección máxima, la cual, a su vez, estaría compuesta por "una docena de gente talentosa que trabajase en perfecta armonía" [48].

 

Lenin también concibió el partido comunista como una organización militante y combatiente, empeñada permanentemente en una guerra clandestina o abierta con sus enemigos hasta su derrota y destrucción. Mas, a fin de alcanzar el máximo de eficiencia combativa, el partido, conforme a la concepción leninista, debía mantener la "unidad absoluta de voluntad y acción", y una disciplina militar estricta y subordinada de los cuadros y filas inferiores a la jefatura suprema[49]. Semejante alto grado de monolitismo puede lograrse únicamente si los líderes y los cuadros partidarios piensan y actúan igualmente, es decir, si poseen entrenamiento, experiencia y personalidad similares o idénticos y pueden trabajar al unísono, sin roces. Quienes no pueden alcanzar tal grado de uniformidad deben ser depurados sistemáticamente.

 

Semejante organización del partido resultó muy eficiente en acción y casi impenetrable e inmune a infiltración por parte de sus enemigos, particularmente por el servicio secreto enemigo. fue precisamente tal organización del partido lo que ha permitido a Lenin y a sus bolcheviques tomar el Poder en Rusia en 1917. Lenin, en consecuencia, llegó a la conclusión de que tal partido debería ser organizado en escala internacional y convertirse así en el Estado Mayor del proletariado mundial en su revolución contra la burguesía del mundo entero[50]. De ahí que el modelo del partido ruso, mediante la institución de la Internacional Comunista, fue impuesto a los partidos comunistas en todo el mundo[51]. En ciertos casos, este sistema de organización partidaria sirvió a su propósito tan bien y tan eficientemente como en Rusia, en lo tocante a la toma del Poder y al establecimiento de la dictadura del partido. Los ejemplos más salientes de lo antedicho son los casos del Partido Comunista yugoeslavo y del Partido Comunista chino.

 

Llegados al Poder, y a fin de perpetuarse como casta gobernante, los bolcheviques declararon que el "enemigo" interno no había sido derrotado. En realidad, sostenían que el enemigo estaba ahora más activo y amenazante que antes de que tomasen ellos el Poder[52]. Y con el objeto de eliminar cualquier oposición a su gobierno, Lenin y sus adláteres consideraron imprescindible, a efectos de un control total de la sociedad, aplicar el sistema conspiratorio de gobierno también en la administración del Estado. De este modo, Rusia se convirtió, también, en el modelo de organización estatal aplicado en la formación de todos los Estados bajo control comunista.

 

Ahora bien; para mantener "unidad absoluta de voluntad y acción", tanto en el partido como en el Estado, la actuación de los foros partidarios y de los cuerpos legislativos en una sociedad bajo gobierno comunista, no puede tener nada que se asemeje a la actuación de los partidos políticos y a las instituciones representativas vigentes en los gobiernos de tipo Occidental. En los sistemas políticos occidentales existe casi un pleno juego de varias fuerzas sociales, tanto dentro de los partidos políticos como en las instituciones representativas. Las facciones interpartidarias como asimismo las coaliciones, alianzas y bloques entre partidos y agrupamientos multipartidarios, suelen formarse y disolverse libremente, dependiendo de las presiones circunstanciales y de los objetivos políticos y sociales variables y a menudo en pugna de los grupos representados. Pero en el sistema leninista de monolitismo político, faccionalismo y otros agrupamientos formados para alcanzar diferentes objetivos políticos, o los mismos objetivos mediante diferentes medios, son prohibidos como un sacrilegio y castigados con depuración (expulsión o ejecución)[53]. En lugar de libre juego de fuerzas sociales y decisiones tomadas por mayoría de votos, en el sistema del Partido Comunista, el grupo que consigue dominar al Comité Central impone desde arriba la unanimidad de votos en el partido y en los cuerpos legislativos. Mediante las directivas partidarias, se logra también "unidad de voluntad y acción" en todas las instituciones gubernamentales, económicas, docentes y militares.

 

A un grado tan alto de regimentación y conformidad dentro de Partido y del Estado se llega mediante el sistema de "manipulación conspiratoria". En esta estructura organizacional cada foro partidario y cada nivel de conducción de todas las instituciones públicas se halla dividido en varios grupos pequeños, oscilando según la índole y el grado de autoridad. El más pequeño, pero a la vez el más significativo de esos grupos en el plano de la organización local, de república o nacional, consiste en el núcleo impermeable, muy compacto, de los que deciden. Este "Sanctum" del cuerpo partidario o gubernamental pone sus decisiones en práctica a través de un pequeño grupo de asesores y ejecutores capaces y leales (el "círculo interno"). Ellos también aseguran la ayuda de "hombres de frente", escogidos por el prestigio de que gozan en las filas partidarias (la "masa partidaria"), por su habilidad de influencia sobre amplias capas de la población, como asimismo por su disposición a seguir, sin más, las directivas de la dirección interna del partido. En semejante estructura, cada una y todas las decisiones de la dirección suprema del partido se comunican inmediatamente al núcleo partidario en cada plano del partido y de allí al núcleo directivo en cada plano correspondiente de la organización estatal "cinta de transmisión").

 

En cada cuerpo del partido y en cada plano de la organización partidaria núcleo de los que deciden está organizado, por regla general, en forma de un "secretariado". Y la unidad monolítica de voluntad y acción en todo el partido se logra mediante el "Eje de secretariados", que va ininterrumpidamente desde arriba para abajo de la pirámide partidaria (ver la Carta). La unidad política (la "línea partidaria") en el Eje Secretarial se mantiene de acuerdo al principio de "representación inversa". Este recurso consiste en tener en cada cuerpo partidario y en cada plano de la organización partidaria a uno o más hombres-clave, que son miembros del cuerpo partidario superordenado y representan así a este cuerpo y su política en las unidades inferiores del partido y no viceversa. De ese modo queda establecido un eslabón irrompible del máximo cuerpo partidario, el Secretariado del Comité Central, o el Politburó (Presidium, el Comité Ejecutivo del Comité Central) a la unidad partidaria más baja, es decir, a la unidad básica del partido o célula.

 

Este sistema de control de arriba se ve reforzado por el principio de "centralismo democrático", según el cual las decisiones tomadas en un cuerpo partidario superior deben ser ejecutadas por los cuerpos partidarios inferiores "incuestionablemente, pronta y correctamente". En teoría, "el centralismo democrático" implica también libre discusión en base a la mayoría de votos dentro de las filas. En la práctica, sin embargo, los cuerpos inferiores del partido se limitan a discutir cómo llevar a cabo las directivas de un cuerpo superior. Este sistema de control de arriba queda reforzado también por otro recurso, como es el principio de "comunicación vertical", según el cual los cuerpos partidarios en el mismo plano de organización no pueden comunicarse entre sí directamente, sino sólo a través de su común cuerpo superordenado. Eso ayuda a prevenir la formación de una oposición organizada en la masa partidaria contra las directivas de arriba. De igual modo, el principio de control directo de arriba faculta a la máxima dirección del Partido a interferir directamente en los asuntos de los foros partidarios en cualquier plano de la organización partidaria, a través de un sistema de "instructores". Estos son asesores e inspectores que sirven como enviados y perros guardianes de la suprema dirección partidaria en los planos inferiores de la organización del partido. Ellos verifican si las directivas del partido han sido ejecutadas pronta y correctamente. Para que todo ese sistema de organización funcione sin roces, el Secretariado principal de la pirámide partidaria decide sobre la promoción de cada persona al núcleo de los que deciden y al círculo interno, en cada plano de la organización partidaria. Dichas promociones se hacen en mérito a la capacidad y la habilidad como asimismo a la lealtad al supremo líder del partido.

 

Las elecciones para el Congreso del Partido, que representa el cuerpo legislativo supremo del partido, no son directas, sino indirectas. Eso permite a la dirección partidaria manipular las elecciones para el Congreso del Partido de modo tal, que esté segura la elección de los hombres leales, que dicen sí. Así todo ese sistema de organización monolítica y conspiratoria permite a la máxima dirección del partido y a su Eje Secretarial perpetuarse en el poder y establecer su permanente control sobre el partido y su política. Sólo cuando mediante "revoluciones de palacio" el supremo líder del partido es alejado, entonces suelen sobrevenir cambios personales más radicales, tanto en los máximos cuerpos partidarios como en todo el Eje Secretarial[54].

 

El núcleo del partido, o la casta gobernante, mantiene su control total de la sociedad al monopolizar y concentrar en sus manos toda la propiedad y todas las fuentes de producción e ingresos. Además, la casta gobernante refuerza el sentido de total dependencia de cada individuo del partido y del Estado en cuanto a su vida y subsistencia, mediante el control sistemático de pensamiento y sentimientos. Esta forma de manipulación psicológica se logra a través de la monopolización y concentración en manos del partido de todos los medios de comunicación entre afiliados. Sin embargo, mientras tanto la economía dirigida por los comunistas es una economía de escasez, la única manera de asegurar la lealtad de los expertos necesarios en la administración estatal y en la dirección económica en investigación y tecnología, en enseñanza y propaganda, consiste en premiarlos a expensas de los campesinos, obreros industriales y la baja burocracia (empleados, oficinistas y técnicos)[55].

 

IV

 

El problema fundamental para el partido consiste, pues, en preservar y perpetuar en sus manos la administración de un sistema de control total tan complejo y delicado. Una manera de resolver este problema podría ser la política de "puerta abierta". Es decir, afiliando al partido a toda gente experta, sin atenerse a sus antecedentes nacionales sociales y religiosos. Semejante política, empero, tendería a debilitar al partido en sus aspectos ideológicos y disciplinarios. Podría fácilmente conducir hacia la desintegración del sistema de monolitismo partidario y provocar el traspaso de poder y de control estatal del partido a manos de la burocracia. Por ello, el partido, a fin de evitar tal suerte, debía recurrir a otros medios para concentrar todo el control en sus propias manos.

 

En el terreno legislativo, el administrativo y el judicial, el partido alcanzó tal alto grado de control mediante el sistema de "juntas directivas entrelazadas". O sea, en cada cuerpo gubernamental, en cada institución estatal y en cada plano de organización estatal (de municipio, comarca, república, nación), el núcleo de contralor está compuesto por la misma gente que forma el núcleo del partido en el mismo plano de organización. Además, el partido, atento al peligro de desvío de lealtad, debe forzar rigurosamente el principio de la "primacía de lealtad al partido". Todo funcionario del partido que muestra su adhesión a una función no partidaria de tal modo que pueda comprometer su lealtad primaria al partido, debe ser depurado implacablemente, prescindiendo de su pericia profesional o sus anteriores méritos partidarios. Semejante sistema de control atribuye importancia particular a las fuerzas armadas, incluso a las fuerzas policiales, por cuanto éstas son las únicas instituciones organizadas que poseen armas y que podrían, por lo tanto, desafiar la supremacía del Partido y derrocar su gobierno mediante una rebelión armada.[56]

 

El principio de "juntas directivas entrelazadas", como un sistema de organización Partido-Estado, entraña, no obstante, serios inconvenientes. La necesidad de la identidad ideológica y de la similitud en la formación personal de la dirección del partido y de los funcionarios partidarios, lleva casi inevitablemente al reclutamiento del aparato directivo partidario y de los funcionarios conductores del Estado entre la gente de los mismos antecedentes étnicos. Debido a la identidad cultural y la similitud de experiencias la gente procedente del mismo ámbito social y cultural está propensa a tener mentalidades similares, se entiende mejor recíprocamente y tiende a orientaciones, aspiraciones y objetivos similares o idénticos.

 

Son propensos a confiarse recíprocamente más que en gente de diferente medio lingüístico, social y religioso.

 

En consecuencia, de raíz semejante o idéntica prefiere atraer al partido a un coetáneo, apoyarse mutuamente en el escalonamiento de las jerarquías partidarias y estatal y desarrollar intereses creados comunes en la consolidación, fortalecimiento y perpetuación de sus posiciones dentro del partido y del Estado. Se forma como una casta gobernante comunista cerrada - la Nueva Clase.

 

En un Estado multinacional, tales circunstancias llevan casi inevitablemente al reclutamiento de los cuadros partidarios, especialmente del núcleo central del partido, y, por ende, de la Nueva Clase, mayormente entre un grupo nacional. Luego es esta Nueva Clase, una vez establecida en el Poder, y cuando se trata de sus intereses creados, la que presiona la política partidaria en el sentido de "comunismo nacional".

 

Los objetivos de "comunismo nacional" son la protección de la Nueva Clase contra la intrusión de clases gobernantes de otros países comunistas, y en modo particular de la Nueva Clase en la Unión Soviética. Para uso y consumo interno, la Nueva Clase, tanto en la Unión Soviética como en ciertos países dirigidos por el comunismo, tales China, Yugoeslavia y Polonia, aprovechan eficientemente los sentimientos nacionalistas para levantar la moral y galvanizar el clima psicológico. Ello fue necesario para poder combatir la falta de entusiasmo, la indiferencia y apatía reinantes en las anchas capas de la población, que se siente maltratada y explotada por los nuevos gobernantes. En los países multinacionales, bajo la férula comunista, los gobernantes comunistas fracasaron en su intención de desarrollar un patriotismo o nacionalismo "soviético", "yugoeslavo" o "checoslovaco". En consecuencia, el único nacionalismo y patriotismo a que pudieron recurrir, como estímulo y apoyo moral, fue el de la nacionalidad dominante. Advirtieron que muchos integrantes de la nacionalidad dominante, aunque opositores al comunismo, prestarían apoyo al partido siempre y cuando el partido propiciara los intereses nacionales de su grupo nacional. Tal curso de acontecimientos reforzó, a su vez, la tendencia de incorporar a la Nueva Clase preponderantemente a los miembros de la nacionalidad dominante.

 

Ahora bien; semejante desarrollo suscita violentas reacciones entre las nacionalidades subyugadas y otros grupos étnicos, en relación con el grado de conciencia nacional o étnica. Estas nacionalidades y otros grupos étnicos acaban por percibir que no sólo los esclaviza la dictadura del partido, sino también la hegemonía de una nacionalidad extranjera, y que se los emplea para promover los intereses de la nacionalidad dominante. En tales circunstancias, los grupos sometidos suelen culpar a la nacionalidad dominante de todos los males causados por la dictadura y la política del partido.

 

Carentes de medios legales de oposición, las nacionalidades oprimidas suelen recurrir a la espontánea y no organizada resistencia en masa reflejada en la pasividad política y desinterés en los asuntos del Estado. Tal desmoralización tiende a reforzar la apatía existente y la merma en la producción entre las capas más explotadas de la población, particularmente obreros industriales, campesinos y baja burocracia, sin atención a su procedencia nacional. Desmoralización que suele manifestarse ulteriormente en fenómenos de alcoholismo, "hooliganismo", promiscuidad sexual y criminalidad[57].

 

Las contramedidas del régimen, limitando las libertades individuales y de grupos, para controlar estos hirvientes resentimientos nacionales, no refrenan, sino más bien promueven, el desarrollo progresivo de la conciencia de grupo... Dichas medidas tan sólo intensifican hostilidad de grupo entre la gente que se considera explotada nacional y socialmente. Por lo tanto en lugar de resolver el problema nacional, que fue uno de los mayores alardes del comunismo, acentuaron esta fuente de conflicto interno.

 

Por otra parte, la Nueva Clase en la Unión Soviética, debido a su supremacía militar y económica, estaba propensa a sacar provecho económico y político de otros Estados comunistas. Dicha política provocó tensiones y choques abiertos entre la Unión Soviética y otros países controlados por los comunistas, y obligó a la Unión Soviética a revisar sus métodos con respecto a otros países, insistiendo, sin embargo, en su papel conductor como condición imperativa para preservar la unidad y acrecentar la eficiencia combatiente del mundo comunista.

 

Por ello, cada Estado comunista contemporáneo, fundado en los principios leninistas de organización Partido- Estado, ha desarrollado una casta gobernante que, en defensa de sus intereses creados, se tornó nacionalista, no solamente con respecto a las nacionalidades subyugadas, sino también con relación a otros países comunistas y no comunistas. Al mismo tiempo, sin embargo, todas estas clases dirigentes de varios Estados comunistas han considerado necesario mantener entre sí unidad y solidaridad. Esa política de unidad resulta imprescindible como medio de consolidación y perpetuación de su poder en relación a la oposición interna y en relación al mundo no comunista.

 

Cada Estado multinacional, gobernado por los comunistas, y el "campo comunista" íntegro se enfrenta, pues, con tres "contradicciones" básicas: el choque de intereses entre la Nueva Clase y las vastas cupas oprimidas de la población; el choque de intereses entre la nacionalidad dominante y las nacionalidades o minorías étnicas sojuzgadas; y, finalmente, el choque de los intereses creados entre las clases dirigentes de varios Estados comunistas, mientras que se ven obligados, al mismo tiempo, a mantener entre sí una solidaridad internacional .

 

Hablando del imperialismo nacional de su tiempo, Lenin destacó las tres importantes "contradicciones": el conflicto entre los obreros y los propietarios de los medios de producción, particularmente los "trusts" monopolísticos; el conflicto entre varias naciones imperialistas acerca de posesiones territoriales, mercados y materias primas; el conflicto entre el imperialismo nacional y sus pueblos coloniales y en dependencia. Lenin declaró que debido a sus contradicciones internas, los días del imperialismo nacional estaban contados, que el imperialismo se hallaba en la última etapa de desarrollo. El concibió un partido de revolucionarios y conspiradores profesionales, cuyo objetivo era derrocar el sistema del imperialismo "moribundo" y edificar sobre sus cenizas un orden nuevo y mejor un orden comunista.[58]

 

Pero parece que la Nueva Clase - que evolucionó de los fundamentos del monolitismo político de Lenin y que se denomina comunista - ha desarrollado su propio sistema de explotación económica y de imperialismo nacional. La cuestión ahora es: ¿Será capaz o no la Nueva Clase de resolver sus propias contradicciones antes de que se desintegre como resultado de presiones intery externas? [59]

 

Bloomington, Indiana University.

 

 

 


 

PARTITURA DEL HIMNO NACIONAL CROATA

 

 

 

 

 


CROACIA –  DATOS GEOGRÁFICOS, ECONÓMICOS E HISTÓRICOS

 

GEOGRAFIA Posición Geográfica: entre los 42° 30' y 46° 30', de latitud Norte y los 14°30, y 20°30, de longitud Este.

 

Superficie: Las provincias históricas croatas - Croacia, Eslavonia, Dalmacia, Istria, Bosnia y Herzegovina - abarcan una superficie total de 115.000 Km2.

 

Límites: Al Sur con el mar Adriático, frente a Italia, al Oeste con Eslovenia, al Norte con Hungría y al Este con Servia y Montenegro. La costa marítima croata, una de las más quebradas del mundo, se extiende en 1.560 Km., en línea recta 600 Km.

 

Relieve: En el Noreste se caracteriza por la llanura danubiana y las estribaciones de los Alpes, mientras en la parte occidental y meridional pertenece a la cadena de los Alpes Dináricos, de estructura carso. El punto más alto 2.228 m.

 

Ríos: Danubio en la frontera noreste con sus principales tributarios, Drava y Sava y sus afluyentes Drina, Bosna, Vrbas, Una y Kupa, en longitud de 5.578,9 Km. Otros ríos, largos 487 Km en total, desembocan en el Adriático: Rasa, Zrmanja, Krka, Cetina y Neretva. Por consiguiente, Croacia es a la vez país danubiano y mediterráneo.

 

Clima: Mediterráneo en el litoral, convirtiéndose gradualmente hacia el Norte y Este en continental. La temperatura anual media es de 10°-17° Las precipitaciones varían entre 600 y 3.000 mm.

 

Población: En las provincias históricas croatas en 1931 había 6.300.000 habitantes y actualmente son 7.200.000 aproximadamente. Densidad (1931) 55 por Km2, población rural, en 1960, 60 %. Ciertos núcleos de croatas viven en los países vecinos: Montenegro, Servia, Hungría, Austria e Italia. Fuera de Croacia residen cerca de 2 millones de croatas, mayormente en los países transatlánticos, especialmente en las Américas.

 

División Administrativa: En cada una de las provincias históricas hay mayoría absoluta de la población croata. Los católicos y musulmanes son croatas, mientras los ortodoxos están influenciados políticamente por la Iglesia nacional servia con jurisdicción en Croacia también.

 

Religión: Católicos 68,1%, cristianos orientales "ortodoxos", 17%, musulmanes 13%, protestantes, judíos y otros, 0,9%.

 

División Administrativa: Actualmente Croacia forma parte de la República Federal Popular Yugoeslava y está repartida en dos: 1) República Popular de Croacia, que abarca Eslavonia (sin la parte oriental de Sriem, anexada a Servia), Dalmacia (sin Boka Kotorska, anexada a Montenegro), Croacia e Istria y 2) República Popular de Bosnia- Herzegovina, separadas de las demás provincias croatas en virtud de la teoría oficial según la cual los croatas de religión musulmana no están nacionalmente definidos, prevaleciendo por ello el acentuado predominio de la minoría servia.

 

 

Ciudades: La capital de Croacia es Zagreb (500.000 habitantes), actualmente sede del gobierno de la República Popular de Croacia; Sarajevo, I30.000 h., capital de Bosnia-Herzegovina. Otras ciudades importantes son: Rijeka (Fiume), 80.000 h., Split, 75.000 h., Osijek, 80.000 h.; Banjaluka, 40.000 h.; cerca de 30.000 h. tienen Mostar, Dubrovnik, Tuzla, Karlovac, Pula y Zenica.

 

Emblemas Nacionales: Bandera: tricolor, tres franjas horizontales de igual forma y dimensión; franja superior en rojo, central en blanco e inferior en azul. Escudo: jaquelado, dividido en escaques cinco por cinco, color gules y plata (rojo y blanco). Himno nacional: "Lijepa nasa domovina" (Hermosa patria nuestra).

 

Datos Comparativos: Croacia por su extensión y población supera a los siguientes países europeos: Albania, Dinamarca, Eslovaquia, Estonia, Irlanda, Luxemburgo, Servia y Suiza; su superficie es mayor que la de Bélgica, Bulgaria, Bohemia, Holanda, Hungría y Portugal tiene más habitantes que Finlandia, Grecia, Noruega y Suecia.

 

ECONOMÍA

 

Producción Agricola-Ganadera: De los cereales, se cultiva mayormente trigo y maíz, en cantidades suficientes para las necesidades de la población. De las plantas industriales: tabaco, lino, cáñamo, oleaginosas, remolacha azucarera, lúpulo, piretro, plantas medicinales y aromáticas. Las cosechas vitícola y olivarera son importantes. De los frutales abundan en primer lugar: ciruelos, manzanos, guindos, nogales e higueras. Se crían y exportan bovinos, cerdos, ovinos, caballos y aves. Variadas especies de peces de mar y ríos.

 

Industria forestal: Croacia, después de Finlandia, es el país más boscoso de Europa (40% de la superficie total). Tiene renombre mundial el roble de Eslavonia.

 

Minería: Para el consumo interno sobran carbón, hierro, sal, cemento. En la producción de bauxita, Croacia ocupa uno de los primeros lugares en el mundo. Ultimamente fueron descubiertos y son parcialmente explotados, considerables yacimientos petrolíferos, tal vez los más ricos de Europa.

 

Industria: Está adelantada la manufactura de los productos agrícola- ganaderos y desarrollada la industria maderera, mientras que en los últimos decenios está progresando la metalúrgica y construcciones navales (500.000 ton. anuales).

 

La industria dispone de suficientes medios energéticos en primer lugar de electricidad, procedente de usinas hidráulicas. En ese sentido las posibilidades son inagotables.

 

Comunicaciones: Una red ferroviaria y caminera relativamente densa se extiende en la parte septentrional de Croacia, conectada además con los puertos fluviales (Danubio-Sava) y marítimos. Por Croacia atraviesan importantes vías internacionales: de la Europa Occidental en dirección al Cercano Oriente y de la Europa Central hacia los puertos marítimos. Los croatas son hábiles marineros, con tradición marítima secular y cuentan con excelentes puertos naturales: Pola, Rijeka, Zadar, Sibenik, Split, Ploce, Dubrovnik y Boka Kotorska. La flota mercante yugoeslava (cerca de un millón de toneladas) está integrada y dirigida casi exclusivamente por los croatas.

 

Comercio exterior: La mayor parte de los artículos de exportación de Yugoeslavia proceden de Croacia, como ser: maderas, bauxita, cemento, productos químicos (tanino, Solvay soda, cianamida) , maquinarias, barcos, tabaco, cáïtamo, carnes, aves, frutas, vino, maraschino y slivovica. Los principales países importadores y exportadores son los de Europa Occidental y de modo especial Alemania, Italia y Austria, mientras la posición marítima de Croacia posibilita un continuo intercambio con numerosos países de Europa, Cercano Oriente y las Américas.

 

Turismo: La costa croata - tierra de mil islas -, con sus playas, bahías, cabos y ensenadas, pintorescas ciudades de sabor histórico, se halla entre los países europeos que reúnen las mejores condiciones para el turismo internacional. Actualmente también los principales centros turísticos, fuente de divisas, corresponden a Croacia.

 

CULTURA E HISTORIA

 

Orígenes: En el siglo VII desde el territorio de la Polonia actual inmigraron a las provincias romanas Dalmacia y Panonia Inferior varias tribus croatas, de habla eslava y, al parecer, de origen iranio. Llegaron como foederati del imperio romano, entonces con sede en Bizancio - igual que godos, francos y longobardos - independizándose gradualmente. En la nueva patria hallaron y asimilaron a importantes núcleos de la población iliro-celta, ya romanizada, grupos de eslavos, godos y avaros, arribados en la primera fase de las grandes migraciones de los pueblos, como asimismo a los colonos romanos y griegos en las ciudades dálmatas. En la época moderna se han radicado, preferentemente en las ciudades, pequeños grupos de alemanes y eslovenos. De todos esos elementos étnicos se formó lo que es hoy el pueblo croata, una mezcla racial como todos los pueblos occidentales. En Croacia prevalecen tipos raciales: dinárico (adriático), alpino, nórdico y mediterráneo. El porcentaje de cada tipo es muy parecido al de Eslovenia e Italia septentrional. Durante las invasiones turcas se infiltraron importantes núcleos de la población balcánica, muy reacia al proceso de asimilación, en razón de la fuerte influencia que sobre ella ejerce la Iglesia nacional servia, y de ahí las pretensiones panservias a ciertas regiones croatas.

 

Cultura: A su arribo a Dalmacia, los croatas encontraron establecida la organización eclesiástica, recibieron el bautismo y la doctrina cristiana de Roma, y de este modo incorporáronse a la sociedad occidental, en formación. Tomaron parte en casi todas las empresas comunes del mundo occidental, destacándose como defensores abnegados de sus límites orientales. Su aporte al progreso de las artes y ciencias ha sido significativo. En Croacia, al lado de los monumentos clásicos romanos, se hallan valiosas obras de arte y edificios en los estilos romántico, gótico, renacentista, barroco y moderno. Obras de los artistas croatas adornan los grandes centros europeos, particularmente en Italia destacándose las de Laurana, Juan Dalmata, Julio Clovio, Medulic, Mestrovic y otros. Los croatas figuran entre los humanistas más insignes.

 

Durante las invasiones turcas, cierto número de croatas en Bosnia adhirió al islamismo, asimilando los elementos de cultura islámica persa, lo que se refleja en arquitectura, trajes, música y manera de vivir de esta comunidad religiosa.

 

Las letras croatas, escritas en el alfabeto autóctono, llamado glagolitsa, se remontan a la temprana Edad Media. Desde entonces en algunas diócesis del litoral croata los oficios se celebran en el idioma nacional y con el rito latino, único privilegio otorgado por la Iglesia Católica.

 

Tanto en Croacia como en la Europa Occidental, el latín era durante siglos el idioma de la política y de la cultura. Hasta 1848, en la Dieta croata (Sabor), la alta magistratura y las relaciones con los reinos asociados se usaba el latín, idioma insustituible en una comunidad multinacional como lo era la Monarquía danubiana. Triunfante el pensamiento democrático y nacional, el idioma croata deviene el oficial, mientras que ya desde el renacimiento florecen las letras en croata.

 

Las instituciones culturales y educativas a partir del siglo XVIII corren paralelas con las de Europa Central. Huelga señalar el notable desarrollo actual de las artes plásticas y de la poesía lírica. En Croacia se da una riqueza excepcional del folklore en sus distintas manifestaciones: poesía popular, música, bailes, trajes, costumbres y artesanía.

 

Organización Estatal:

 

Los croatas, al llegar a su nueva patria, heredaron la organización política de la provincia romana Dalmacia, reconociendo la autoridad suprema del imperio bizantino, después la de Carlo Magno. En el siglo IX Croacia es ya un reino independiente y, poco tiempo después, uno de los países europeos más poderosos. Extinguida la dinastía vernácula de los Trpimirovic, los croatas, en virtud de Pacta Conventa de 1102, entran en unión personal con el reino de Hungría, a fin de resistir unidos, con mayor eficacia, las pretensiones de Bizancio y Venecia. Los reyes comunes proceden de las dinastías: Arpad (1102- 1301), Anjou de Nápoles (1301-1886), Luxemburgo (1387-1458), luego, sucesivamente, Habsburgos, Hunyadi y Jagello hasta el año 1527, en que, para defender la Europa Occidental de los osmanlíes, los croatas tanto como checos y húngaros, eligieron como su rey: a Fernando I, archiduque de Austria, hermano de Carlos V, realizando así la comunidad danubiana que perduró hasta 1918, cuando Croacia fue incorporada ilegalmente y contra la 6 voluntad de su pueblo al "Reino de los Servios, Croatas y Eslovenos", denominado en 1929 Yugoeslavia. Durante cierto tiempo (1377- 1463) Bosnía era un reino vasallo de Croacia y Hungría, hasta la invasión de los turcos, gozando de un estatuto privilegiado dentro del imperio otomano. Por decisión del Congreso de Berlín de 1878, fue ocupada por Austro-Hungría. Dubrovnik, tercera formación estatal croata, era durante siglos Ciudad-Estado independiente, una de las más ilustres repúblicas marítimas del Mediterráneo. En las guerras napoleónicas perdió su independencia y por resolución del Congreso de Viena fue incorporado a la provincia Dalmacia. Ocupando un territorio de suma importancia estratégica, los croatas no sólo enfrentaban las invasiones de los hunos, mogoles y osmanlíes, sino que como pueblo marítimo, participaron en las batallas contra los sarracenos, en las cruzadas, en las batallas de Lepanto y Argel, hasta estaban presentes en la Armada Invencible y en el descubrimiento y colonización de las Américas. En el comercio marítimo del Mediterráneo, Dubrovnik ocupaba uno de los primeros lugares, superando a veces a la flota de Venecia. A través de todas sus vicisitudes históricas Croacia consiguió retener los atributos de reino soberano hasta su virtual anexión a Servia en 1918. Salvo el período 1941-45, los esfuerzos croatas, desde 1918 hasta hoy, tienden a emanciparse de la denominación panservia de cariz comunista en los últimos 15 años. Los croatas, fieles a sus arraigadas tradiciones de convivencia secular con los países occidentales, se rehusan a ser tratados como un anexo servio y ruso y aspiran a la restitución del milenario estado croata e integración a la comunidad de las naciones europeas libres como ente soberano.

 

 

 


CRÓNICAS Y COMENTARIOS

 

 

DOCTOR ANTE PAVELIC - ANTECEDENTES Y CONTROVERSIAS CON MOTIVO DE SU MUERTE

 

El 28 de diciembre del año pasado falleció en Madrid, a la edad de 70 años, el político croata doctor Ante Pavelic. Nacido el 14/7/1889 en Herzegovina, Pavelic se recibió de abogado en la universidad de Zagreb. En la primera fase de su actividad política integró la dirección del Partido del Derecho Estatal Croata (Hrvatska Stranka Prava) , fue elegido concejal y luego diputado nacional por la capital croata. Asesinados Esteban Radic y otros líderes democráticos croatas en el parlamento de Belgrado e instaurada la dictadura en 1929, Pavelic, al igual que otros políticos croatas, se asiló en el extranjero. Mientras los representantes asilados del Partido Agrario Croata (Hrvatska Seljacka Stranka), partido mayoritario en las sucesivas elecciones, solicitaban respaldo de los países democráticos, vencedores en la primera guerra mundial y sostenedores del sistema de Versalles, Pavelic buscaba apoyo de las naciones revisionistas, primero de Bulgaria, luego de Hungría e Italia. Su colaboración con la organización revolucionaria macedonia - VMRO - le valió la condena a muerte, dictada ya en 1929 por el Tribunal Yugoeslavo Especial para la Defensa del Estado.

 

La actividad política de Pavelic toma desde este momento nuevo cariz. Convencido de que frente a la hegemonía, la dictadura y el imperialismo servios y a favor de la independencia de Croacia no se podía luchar con medios políticos legales, de por sí inexistentes en un Estado despótico, funda el Movimiento Libertador Croata "Ustasha" de carácter revolucionario y clandestino. Dicho movimiento cobró fama a raíz del atentado cometido en Marsella en 1934 contra el rey-dictador Alejandro I, de la dinastía servia Karageorgevic, en colaboración con la organización revolucionaria macedonia. En esta ocasión Pavelic fue condenado a muerte en contumacia por segunda vez, ahora por un tribunal francés. Al inaugurarse, poco después, el curso político de acercamiento entre Italia y Yugoeslavia, el centro de actividad de los nacionalistas revolucionarios croatas se traslada del extranjero al país. En aquellos días, Pavelic y la mayor parte de los refugiados políticos croatas se hallaban internados en Italia, quedando en libertad recién en 1941, al estallar la guerra entre las potencias del Eje y Yugoeslavia, momento éste que aprovecharon los nacionalistas croatas para proclamar independencia nacional el 10 de abril de 1941, y para instaurar en Zagreb su propio gobierno, de cuya jefatura poco días después se encargó Pavelic. Este implantó un régimen de dictadura personal, que se mantuvo hasta mayo de 1945, en medio de cruentas luchas con los guerrilleros, tanto chetniks como comunistas, las serias dificultades por la política ambigua de sus aliados Mussolini e Hitler, como asimismo por las desavenencias con las fuerzas democráticas internas. Acto seguido, Croacia ha sido invadida por las huestes de Tito, quien, apoyado por el ejército rojo, incorporó el territorio nacional croata a Yugoeslavia.

 

Pavelic parte otra vez al exilio, donde intenta reunir a sus partidarios. En 1948, inmigró a la República Argentina y ocho años después fue gravemente herido a balazos en los alrededores de Buenos Aires por criminales desconocidos. El gobierno comunista yugoeslavo solicitó reiteradamente del gobierno argentino su extradición, rechazada por desconocerse su morada. Esta vez, localizado el domicilio de Pavelic, éste logró desaparecer y su residencia se llegó a conocer tan sólo a raíz de su deceso, acaecido en Madrid.

 

Es obvio que los gobiernos de los países en que residía Pavelic como refugiado - sea cual fuese el juicio que les merecía su actuación - no consideraban procedente ni decoroso entregar a un político anticomunista para que lo condenara un tribunal comunista.

 

***

 

(Nota de la Redacción) - Como el propósito fundamental de nuestra revista es tratar los problemas políticos y culturales croatas, en otra oportunidad nos referiremos con objetividad, "sine ira et studio", a la personalidad y obra de este tan discutido revolucionario y político croata. Por ahora cábenos señalar, sin ser sus partidarios, que las informaciones y los comentarios aparecidos en la prensa mundial en ocasión de su fallecimiento han sido redactados mayormente de acuerdo con los antecedentes suministrados por los servicios de información de las dos dictaduras yugoeslavas: la monárquica y la comunista. La impopularidad de Pavelic en los países democráticos les sirvió de pretexto para tildar la lucha del pueblo croata por su libertad nacional y política como separatismo, traición al servicio de los regímenes fascista y nacional- socialista.

 

Es un hecho irrefutable, empero, que los croatas sin distinción de partidos, están luchando desde hace 40 años contra la hegemonía servia, congénita al Estado yugoeslavo, nacional y culturalmente heterogéneo, aspirando a restituir su milenaria soberanía nacional, no reconocida en Yugoeslavia. Esta lucha podría calificarse separatismo únicamente de existir la nacionalidad yugoeslava en el sentido étnico-histórico, o de ser el conglomerado plurinacional yugoeslavo una comunidad de naciones, libremente constituida y gobernada. Por el contrario, no existe tal pueblo yugoeslavo; existen los pueblos servio y croata, definidos étnica y políticamente como naciones históricas separadas hasta 1918. La soberanía croata data de la temprana Edad media y su continuidad fue mantenida y respetada hasta el desmembramiento del imperio de los Habsburgos. Con la unión forzosa e ilegal al reino de Servia, operada en 1918, Croacia perdió todos sus atributos de nación soberana y se convirtió en objeto de la opresión política de tipo balcánico, de la discriminación nacional y religiosa como también de la explotación económica. Sobradas razones, pues, asisten a los croatas para luchar por la restitución de su soberanía nacional, única garantía de las libertades y derechos, tanto nacionales como humanos.

 

El extremismo nacionalista croata, al anteponer, igual que otros movimientos congéneres, los verdaderos o supuestos intereses nacionales a las instituciones democráticas, era mucho más el resultado de las condiciones insanas que imperaban en Yugoeslavia bajo la dominación servia, opresora y despótica que el reflejo de las corrientes nacionalistas europeas. Pavelic, en la elección de los métodos seguía mucho más el modelo de los nacionalistas y revolucionarios servios que las tácticas practicadas por los fascistas y los nacional-socialistas. Además, como prototipo de activista y conspirador, no le preocupaba mucho el fondo ideológico del movimiento Ustacha, capitaneado por él.

 

Croacia desconocía los métodos terroristas en sus contiendas políticas, siendo ellos, en cambio, el rasgo característico de la lucha por la emancipación servia del dominio turco, donde aún actualmente existe el verdadero culto de los bandoleros (haïduks) . El terrorismo político fue introducido en Croacia por los agitadores servios y su fechoría más famosa fue el atentado de Sarajevo, perpetrado en 1914, prólogo trágico de la primera conflagración mundial. En Yugoeslavia se fomentaba y se sigue fomentando el culto oficial de los asesinos del malhadado Francisco Fernando de Austria. En el lugar del atentado hay una placa recordatoria, mas no a la víctima sino a sus victimarios, mientras .las instituciones patrióticas servias se honran tomando los nombres de los atentadores de Sarajevo. Es una coincidencia sintomática que éstos fueran a la vez fanáticos nacionalistas servios y afiliados al partido socialista revolucionario, núcleo del posteriormente organizado partido comunista yugoeslavo.

 

El atentado de Marsella contra el rey-dictador fue obra común de los activistas nacionalistas macedonios y croatas, en represalia por el asesinato del líder croata E. Radic y tantos otros atropellos y violencias de una despiadada dictadura, ensañada con los croatas y macedonios. Si bien los atentados pudieron contar con la complacencia de ciertos gobiernos, reacios al expansionismo servio, es obvio que no eran "terroristas internacionales" a sueldo, conforme a la tesis oficial yugoeslava, sino opositores a la tiranía del rey Alejandro, odiado tanto en el país cuanto repudiado por la opinión democrática mundial. Tan es así, que el tribunal de Aix-en-Provence, considerando los motivos de los inculpados, conmutó la pena de muerte por la de prisión perpetua, motivando su fallo en que habían obrado por móviles patrióticos, honrosos e idealistas.

 

Producido en 1941 el estrepitoso y brusco derrumbe del ejército yugoeslavo, inesperado únicamente por los que no querían ver la realidad yugoeslava, fue establecido el Estado Independiente de Croacia, si bien con muchos temores por su porvenir, por cuanto continuaba la guerra impidiendo el reconocimiento del nuevo gobierno por los Aliados. No obstante estas circunstancias, que en parte determinaron la forma del gobierno, resultan insostenibles las insinuaciones de que se trataba de un acto estilo Quisling, ya que los revolucionarios croatas no se han rebelado por motivos ideológicos o por el ansia del poder contra su propio gobierno democrático, poniéndose del lado de los invasores. Todo lo contrario. Croacia se encontraba desde más de dos decenios bajo la dominación foránea, en las garras de la camarilla militar servia que unos días antes de estallar la guerra había dado el golpe de Estado, derribando al gobierno de Belgrado por haber concedido a Croacia una autonomía restringida. Es absolutamente seguro que la mayoría de los croatas que participaron en el restablecimiento del Estado croata hubiera preferido tener como aliados a los gobiernos democráticos occidentales. La juventud croata luchó con arrojo, sacrificándose por mantener la independencia croata contra los guerrilleros nacionalistas servios (chetniks) y luego contra los comunistas, segura de que contribuían con su sangre a la defensa de los intereses permanentes de la comunidad occidental, dividida momentáneamente. No se presentaba otra alternativa a los croatas que luchar contra los comunistas, quienes auspiciaban la dominación soviética y servia sobre Croacia o entrar en sus filas.

 

La lucha de los croatas por su independencia nacional no tiene, pues, carácter antidemocrático, como lo prueba el heroísmo del cardenal Stepinac. Servia, pese a las apariencias y los tópicos remanidos por un concurso de circunstancias se encontró en las dos conflagraciones mundiales del lado de los vencedores occidentales, únicamente en función de la aliada tradicional de Rusia y como exponente balcánico del expansionismo zarista y soviético, respectivamente.

 

 

TRATO EXCEPCIONAL PARA LOS COMUNISTAS YUGOESLAVOS

 

Las potencias occidentales han procurado sacar provecho político del cisma surgido entre Belgrado y Kremlin - en realidad, trátase no de diferencias ideológicas, sino principalmente de impedir que Moscú destituya a su antojo a los gobernantes de Belgrado, como suele hacerlo en los países satélites ocupados - y por tal motivo dan un trato excepcional a los comunistas yugoeslavos para captar su benevolencia (que ese trato favorable puede ser desmedido, lo prueba la encuesta del influyente e independiente semanario londinense "The Spectator" sobre la intromisión de los comunistas yugoeslavos en las emisiones de British Broadcasting Corporation, destinadas a Yugoeslavia.

 

La encuesta de The Spectator dió motivo a interpelación parlamentaria y a las explicaciones pertinentes del gobierno británico. The Spectator, disconforme con la réplica oficial, publicó sobre el mismo tema, el 13 de marzo de este año, un editorial y un extenso Memorándum sobre "La sección yugoeslava" de la radioemisora oficial. Lo que reclama el semanario londinense es un servicio de información desinteresado, sin favorecer a la oposición democrática en Yugoeslavia.

 

"El éxito de las emisiones para Yugoeslavia - alega The Spectator - no debería valorarse por la cantidad de material propagandístico favorable al Occidente o satisfactorio para Tito y sus partidarios. Su valorización debe partir del grado en que refleja el verdadero cuadro de la vida inglesa, incluyendo, lo que es de importancia primaria, la opinión pública inglesa acerca de Yugoeslavia".

 

BBC procede, sin embargo, de modo que "parece que su servicio informativo beneficia al titoísmo y está concebido de tal forma que las transmisiones para Yugoeslavia reflejan, no lo que piensan los ingleses sino lo que el régimen yugoeslavo desearía probar a sus súbditos que nosotros pensamos". A tal efecto, The Spectator aduce una serie de antecedentes que pasamos a resumir:

 

Desde hace cinco años quedaron suprimidos los comentarios de Desmond Clarke, muy populares entre radioescuchas yugoeslavos, pero censurados por la prensa comunista. La BBC en sus emisiones no hizo mención de los casos en que los representantes yugoeslavos y soviéticos defendían la misma causa en las Naciones Unidas, especialmente a raíz de la revolución húngara. Tampoco registró los procesos en Yugoeslavia contra los elementos prooccidentales. Los comentarios objetivos sobre la Yugoeslavia comunista, propalados en las emisiones para los demás países comunistas, se omiten en las emisiones yugoeslavas. Hasta en la citación de las fuentes extranjeras, BBC se deja someter por el régimen yugoeslavo. Sobre el libro "La Nueva Clase", de Djilas, se trasmitieron algunos juicios favorables de la prensa inglesa, pero se hablaba mucho más de los comentarios desfavorables, que fueron muy escasos. Así se citó íntegramente la crítica de la diputada laborista Barbara Castle, publicada en New Stateman, a favor de Tito. Pero, cuando dos meses después la autora revocó en la misma revista sus alegatos apresurados y optimistas, BBC ni lo mencionó. Para otros satélites se trasmiten fragmentos de "La Nueva Clase", salvo a Yugoeslavia. Tampoco se informó y comentó el proceso y la condena de Djilas.

 

Con todo, los radioescuchas yugoeslavos de las emisiones podían en parte enterarse de lo que piensa el público inglés acerca de la actualidad yugoeslava a través de la reseña mensual de la prensa británica, suprimida, sin embargo, a partir de este año. Al referirse al año de los refugiados, la BBC omitió indicar que el mayor porcentaje de los refugiados, después de Alemania Oriental, procedía de Yugoeslavia.

 

BBC persevera en su tesis de que Yugoeslavia ocupa un lugar especial entre los países comunistas y, por lo tanto, su comunismo no debe censurarse. Los funcionarios comunistas yugoeslavos tienen oportunidad de expresar sus opiniones, mientras no ocurre lo propio con la oposición democrática yugoeslava o, dicho con mayor precisión, cuantos puedan criticar el régimen comunista. Los funcionarios yugoeslavos de visita en Londres pueden hablar por BBC, lo que a menudo aprovechan para sus ataques contra los Estados Unidos y para argumentar de que el sistema social en Yugoeslavia comunista aventaja al inglés, "porque en Yugoeslavia no hay huelgas". En esas emisiones no figura un solo comentarista político inglés de talla.

 

Con la mira a establecer "las mejores relaciones" con el régimen yugoeslavo fue introducido en 1954 el sistema de traer de Yugoeslavia el personal para las emisiones, por cinco años y recíprocamente. Durante seis años desfilaron por BBC ocho locutores yugoeslavos y un solo locutor de BBC, Mr. Valentine, fue designado en la radioestación de Zagreb. Sin embargo, tan pronto llegó, la policía le hizo ciertas propuestas que él rechazó, por supuesto. Luego fue sometido a presiones - por lo que tuvo que salir del país a los pocos días de su llegada. BBC le dió pase de enfermo y el incidente fue silenciado. El "intercambio" continúa, unilateralmente.

 

La consecuencia es que en BBC se oculta una célula comunista, que informa al gobierno yugoeslavo sobre lo que pasa en la trasmisora. The Spectator cita a tres notorios comunistas destacados en BBC: I. Zivkovic, de Zagreb; B. Bozovic y señorita S. Zivkovic, de Belgrado. "Pese al mentís de BBC, es evidente que esa gente influye incluso en los programas diarios".Entre otros ejemplos The Spectator alega un caso característico ocurrido con motivo de la muerte del cardenal Stepinac. La locutora comunista servia, S. Zivkovic, tergiversó el texto. Donde estaba "Stepinac fue juzgado por su supuesta colaboración con los nazis", ella puso "fué condenado por la colaboración con los nazis, lo que fue probado en el proceso".

 

"Las autoridades comunistas yugoeslavas - continúa The Spectator - no sólo imposibilitan el envío a Yugoeslavia de representantes de BBC, sino que ordenan quién debe trabajar en Bush House" (sede central de BBC) . Así, a principios de 1957, Ilegó a BBC M. Gregoric, de Belgrado, quien recibió la orden de un agente secreto de la embajada yugoeslava en Londres de espiar a los empleados de la BBC y, entre otras cosas, remitirle copia del boletín interno de la radioemisora inglesa, que a veces consigna las direcciones y las cartas de sus oyentes yugoeslavos, interesantes para la policía comunista. Gregoric informó sobre este pedido a los jefes del "servicio yugoeslavo de BBC", mas le aconsejaron que satisficiera los deseos de la embajada. La policía secreta yugoeslava se enteró pronto de todo eso y la familia de Gregoric fue retenida en Belgrado. Se solicitó de BBC el despido inmediato de Gregoric "en aras de las relaciones amistosas", lo que se hizo y, como colmo, aconsejaron a Gregoric regresar a Yugoeslavia, porque no podía obtener el asilo político en Inglaterra.

 

The Spectator concluye su Memorándum con la aserción de que los representantes de la "nueva clase" yugoeslava están muy contentos con BBC, pero los pueblos de Yugoeslavia escuchan cada vez menos su emisiones, consideradas una especie de la propaganda oficial yugoeslava. La gente prefiere las emisiones croatas de la Radio Madrid. En ese sentido The Spectator cita al periódico de la radiodifusión suiza - Schweizer Radiozeitung - que bajo el título "Guerra de radio sobre Yugoeslavia" escribió que "desde hace cierto tiempo las emisiones croatas de Radio Madrid son muy populares en Yugoeslavia. Parece que esas emisiones se escuchan muchísimo, incluso en Servia. Los radioescuchas repudian las emisiones de Londres como "protitoístas". Otros diarios suizos, como asimismo Christian Science Monitor, de Boston, registraron que en Zagreb, durante las emisiones croatas de Radio Madrid, los cafés y confiterías quedan vacíos porque los parroquianos se van a escucharlas.

 

The Spectator, a raíz de su encuesta, publicó muchas cartas y entre ellas la del doctor Juraj (Jorge) Krnjevic, secretario general del Partido Agrario Croata (Hrvatska Seljacka Stranka), quien desde hace veinte años. vive exilado en Londres:

 

"Me parece - dice la carta-,. que la discusión en The Spectator sobre las emisiones de B. B. C. para Yugoeslavia está planteada. con estrechez. La conjura del silencio sobre los atropellos del régimen comunista yugoeslavo no se trata sólo en BBC Idéntica postura asumen hasta los diarios ingleses más, prominentes en; sus informes y comentarios sobre la Yugoeslavia de la posguerra. En Times se pueden leer únicamente informes muy cautos escritos con ánimo de no afectar la irritabilidad de los gobernantes actuales. Es significativo que la misma actitud tome The Voice of America (La voz de América) y los corresponsales de New York Times en Belgrado, como asimismo el Comité Nacional Norteamericano pro Europa Libre, que se ocupa de refugiados. Al constituirse en los Estados Unidos el cuerpo representativo de los exilados europeos - Naciones Cautivas Europeas - se aconsejó que en él no se incluyera a los asilados de Yugoeslavia para no herir la susceptibilidad de la Yugoeslavia de la posguerra".

 

La actitud de BBC, en opinión de ese veterano político democrático croata, "es consecuencia de la política en general de Gran Bretaña y de los Estados Unidos, desmoralizante para los pueblos sometidos a las dictaduras comunistas y perjudiciales a la causa de la democracia y de la libertad".

 

Cabe agregar que ciertos organismos de las Naciones Unidas practican discriminación en detrimento de los refugiados de Yugoeslavia dándose casos realmente trágicos con los prófugos devueltos. Los croatas, además, no están contentos con las emisiones de The Voice of America" trasmitidas únicamente en idioma literario servio, ignorándose por completo el idioma literario croata.

 

CHANTAJE PARA LLEGAR A "MODUS VIVENDI" CON LA SANTA SEDE

 

Aún antes del fallecimiento del cardenal Stepinac, el gobierno comunista yugoeslavo procuraba crear la impresión que deseaba normalizar la situación de la Iglesia Católica en "Yugoeslavia. Sin embargo, por su mentalidad césaropapista los comunistas de Belgrado no conciben que un "modus vivendi" se logra mediante concesiones y avenimientos y no con medidas de persecución y opresión, que resultan ser mero chantaje. Semejante proceder con la Iglesia Católica surte efecto contrario, quedando en una posición incómoda los que de buena fe habían sugerido ciertos arreglos con el gobierno comunista, considerándolos mal menor.

 

En su política chantajista los comunistas, entre otros medios, han recurrido también a una serie de procesos montados contra el clero católico. Como dichos juicios no han sido debidamente difundidos e interpretados en la prensa occidental, estimamos oportuno resumirlos:

 

I. Los días 17 y 18 de marzo de este año se ventiló en Skoplje, capital de la República Popular de Macedonia, donde los católicos constituyen una minoría insignificante en medio de la población ortodoxa e islámica, el juicio instaurado al obispo católico de Skoplje, Smiljan Cekada, al económo del seminario teológico de Zagreb, Rodolfo Pukljak y a un grupo de laicos tanto católicos como ortodoxos y musulmanes. Se les imputaba la venta clandestina de divisas y artículos varios que recibían del extranjero a título de ayuda, de sus parientes y de las organizaciones católicas, en primer lugar norteamericanas. Aunque las penas no eran severas, se dió gran publicidad al proceso con el propósito de perjudicar a una diócesis católica en diáspora, situada en el corazón de los Balcanes y al seminario de Zagreb más importante de Croacia. De modo especial se ensañan contra monseñor Cekada, por su gran renombre y autoridad entre los macedonios y albaneses, quienes tanto como los croatas, se oponen al predominio servio. Los macedonios aspiran a tener su Iglesia autocéfala y no depender de la Iglesia nacional servia, instrumento del chovinismo servio, lo que ni antes ni ahora les fue dado. De ahí sus acentuadas simpatías para los croatas e incluso por la Iglesia Católica.

 

II. Los antecedentes del proceso instaurado en Osijek están publicados en la pág. 46. Este proceso tuvo por objeto obstaculizar la actividad del seminario de la importante diócesis de Djakovo. fue precedido por innumerables allanamientos, interrogatorios, detenciones y amenazas directas a los seminaristas, obligándolos a ser delatores. Los comunistas se esfuerzan en cerrar todos los seminarios en Croacia. Emplearon la misma táctica para clausurar el antiguo seminario de Split, donde se educaba a los sacerdotes para Dalmacia. La prueba principal de las actividades subversivas fueron palabras escritas en un libro a lápiz: Yo soy croata. Los comunistas se vanaglorian de haber realizado la igualdad nacional, mas este ejemplo prueba lo contrario. Es inconcebible que a un clérigo servio se le juzgue por declarar su nacionalidad, mientras que a un croata se le tilda de chovinista, elemento subversivo y criminal por el mismo motivo.

 

III. Al mismo tiempo se han efectuado detenciones y allanamientos en la arquidiócesis de Sarajevo, desconociéndose todavía los detalles. Se sabe que fueron detenidos los sacerdotes no afiliados al sindicato del clero católico, patrocinado por el gobierno comunista, pero desaprobado por la Santa Sede.

 

IV. El aparato propagandístico comunista dió gran publicidad al proceso contra quince jóvenes por vinculación ilegal y actividad subversiva, ventilado en Zagreb entre el 13 y el 29 de enero de este año. El acusado principal era el franciscano Rodolfo Jerak, condenado a 15 años de trabajos forzados, señalado como instigador. Otros inculpados fueron condenados a graves penas de uno a catorce años de presidio. Se sabe que en esta oportunidad se efectuaron numerosas detenciones, desconociéndose el paradero de los detenidos. Este grupo fue incriminado de mantener relaciones con los círculos "fascistas" exilados, sin aportar una sola prueba fehaciente. Para los comunistas todos los exilados sin excepción son fascistas, criminales y nazis, respaldados por Adenauer. La finalidad de este juicio ha sido doble: difamar a todos los exilados políticos como nazis-fascistas y demostrar que no persiguen a la Iglesia Católica como institución religiosa, sino únicamente por la actividad ilegal y subversiva de una parte del clero. La propaganda comunista tuvo cierto éxito, pues las agencias noticiosas trasmitieron sin comentario los cargos comunistas de que se trataba de actividades profascistas.

 

En resumen, los comunistas yugoeslavos procuran llegar mediante chantaje a un modus vivendi con la Iglesia Católica por motivos de su prestigio político en los países democráticos. Con tales tácticas evidencian su total desconocimiento de la mentalidad occidental y, por consiguiente, dan una interpretación errónea a la actitud cauta y reservada de los círculos eclesiásticos, dispuestos a hacer ciertas concesiones por el reemplazo de algunos funcionarios eclesiásticos, pero nunca a hacer concesiones principistas.

 

 

SUCESOR DEL CARDENAL STEPINAC

 

Poco tiempo después de la muerte del cardenal Stepinac, la Santa Sede designó como sucesor al Monseñor Francisco Seper quien desde 1954 era Administrador Apostólico de la diócesis zagrabiense. Nació en Osijek en 1905 cursó estudios universitarios en Zagreb, interrupiéndolos para dedicarse al sacerdocio. En Roma, colega y amigo de Stepinac, estudió en la "Gregoriana" y fue ordenado en 1930. Luego fue secretario de Stepinac, rector del seminario teológico de Zagreb y más tarde párroco en la capital croata. En 1954 fue designado arzobispo titular y ahora residencial. En 1958 pudo ir a Roma ad limina, sin que se le permitiese, siquiera una vez visitar a Stepinac. El nuevo jefe de la Iglesia Católica en Croacia es reputado como prelado culto, prudente y enérgico y como probado patriota. La Santa Sede designó al nuevo arzobispo residencial de Zagreb, Metropolitano de Croacia, sin contar al gobierno yugoeslavo, quien tuvo que avenirse al hecho consumado.

 

 

DATOS INEXACTOS EN LAS EDICIONES DE W. M. JACKSON

 

Los servicios diplomáticos y publicitarios yugoeslavos difundieron toda clase de falsedades e interpretaciones erróneas en lo tocante a la cultura la historia y las aspiraciones croatas.

 

Por ello, solemos encontrar en enciclopedias, compendios y manuales, referencias al pasado y el presente de Croacia, deficientes si no tergiversadas enteramente con evidente tendencia política. Los editores y compiladores de dichas publicaciones enciclopédicas fueron casi siempre sorprendidos y burlados en su buena fe e intención de propagar únicamente la verdad sobre cada país.

 

Hoy nos referiremos a las ediciones enciclopédicas W. M. Jackson, de Buenos Aires, que gozan de merecido prestigio en el área de habla española y muy consultadas por los profesores.

 

I

 

Veamos ahora, libres de espíritu polémico algunos datos sobre las literaturas croata y servia, contenidos en la Enciclopedia Práctica W. M. Jackson (T. IX, Buenos Aires, 1956). 1. El firmante de la nota sobre la literatura croata, profesor Pablo Schostakowsky (apellido más bien ruso), empieza su reseña con una notoria inexactitud y evidente contradicción:

 

"Las letras se mantuvieron en Croacia estrechamente ligadas con la Servia en todos los. períodos de su desarrollo, a pesar de que la posición geográfica de este país, en el litoral del Adriático, lo predestinaba a entrar en la órbita de la cultura occidental. Los croatas aceptaron incluso la religión romanocatólica y el alfabeto latino. Sus letras alcanzaron un florecimiento extraordinario en los siglos XV-XVIII en la ciudad marítima de Dubrovnik (Ragusa)."

 

El señor Schostakovsky evidentemente desconoce por completo la materia, pues es un hecho incontrovertible, reconocido por todos los estudiosos de la especialidad, que el desarrollo cultural, literario y político de Croacia estuvo vinculado con él de la Europa Occidental. En el territorio croata y de modo especial en el Dubrovnik, mencionado por Schostakovsky, tuvieron su fiel reflejo las corrientes y movimientos culturales del Occidente. En Ia literatura croata los temas el estilo, el espíritu y el enfoque de los problemas coinciden en líneas generales con los predominantes en países occidentales. Lo mismo puede decirse de otras actividades culturales e incluso de las formas políticas. Resulta, pues, precisamente lo. contrario de lo que sostiene Schostakovsky: los croatas entraron en la órbita de la cultura occidental y no hubo conexión alguna entre las literaturas servia y croata hasta mediados. del siglo pasado, por cuanto entre los servios, dominados por los turcos, no había clima propicio para el cultivo de las letras y bellas artes, estando además bajo la influencia de la literatura eclesiástica rusa, de manera que los pocos libros de sus escritores, el pueblo servio no podía entenderlos por estar escritos en una mezcla del antiguo "eslavonico" y ruso-servio.

 

2. Los datos y las calificaciones de ciertos autores resultan íntegramente falsos. Al gran poeta lírico croata Agustín Ujevic se lo incluye en la literatura servia y se lo define como "cantor de la revolución rusa". La verdad está en el lado opuesto. El poeta que fue para la literatura croata lo que Mallarmé, Rimbaud y Valéry para la francesa, es considerado el más grande poeta croata del presente siglo. Por su patriotismo y su espíritu liberal fue acusado por los comunistas de Tito como escritor burgués juzgado y condenado públicamente. Sus discípulos y admiradores, la gran mayoría de los jóvenes escritores croatas, fueron tildados de reaccionarios, occidentalistas decadentes y algunos de ellos aún hoy no pueden publicar.

 

3. Otra falsedad histórica de dicha reseña es la aserción de que los dirigentes del ilirismo llegaron a adoptar el idioma literario servio. La verdad es que el ilirismo - movimiento nacional croata del siglo pasado - adoptó como lenguaje literario, en aras de la unión nacional, el dialecto de los escritores renacentistas de Dubrovnik, con pequeñas modificaciones morfológico-fonéticas y modernismos. Resulta que los escritores croatas usaban el actual idioma literario varios siglos antes de la aparición de la moderna literatura servia. El dialecto de Dubrovnik (stokavski) no es servio, pues es el dialecto hablado por la mayoría de los croatas. Por lo tanto los croatas no han podido adoptar el idioma literario servio ni "robarlo", como sostienen los chovinistas servios, a quienes está imitando Schostakovsky.

 

II

 

En El Mundo Pintoresco (T. IX, año 1957, Buenos Aires), otra edición magníficamente presentada e ilustrada de W. M. Jackson, se inserta un artículo sobre Los pueblos eslavos del sur - Entre Los servios, croatas y eslovenos. Mientras se cantan loas a Montenegro, sobre Croacia y Eslovenia encontramos pocas líneas que dicen menos. Nos enteramos de que en Croacia en general "las regiones contiguas a los ríos son muy insalubres, lo que no cuadra con la verdad. Se habla in extenso y con elogios de Montenegro, región ésa que ocupa un modesto lugar en cuanto a la cultura y la atracción turística. Croacia, en cambio, comparada con otras regiones de los eslavos del sur, ocupa primerísimo lugar, pero resulta descartada y mal ilustrada. Mientras Croacia y Eslovenia, que son dos naciones diferentes, figuran juntas, Dalmacia, que es parte integrante de Croacia, la cuna de la cultura y la organización estatal croata, es tratada por separado. De Dalmacia se dice tan sólo que es la provincia más bella de Yugoeslavia, pero El Mundo Pintoresco no incluye ni una sola fotografía de esa provincia.

 

Al leer, al pie de las fotografías pertinentes, la frase "cortesía de la Legación de Yugoeslavia en Buenos Aires", las omisiones señaladas cobran su verdadero significado. Es decir, que los representantes diplomáticos yugoeslavos, en su mayoría servios y montenegrinos, suministran los datos y el material fotográfico, pagado en su gran parte con el dinero croata, ocultando deliberadamente todo lo tocante a Croacia, país de donde proceden casi exclusivamente más de 300.000 inmigrantes radicados en la América del Sur.

 

La política oficial yugoeslava tanto en la época monárquica cuanto a la actual comunista, no es la política de igualdad de los eslavos del sur sino que tiende a la integración política y cultural, a la balcanización de las naciones de cultura occidental, como lo son Croacia y Eslovenia. De allí toda suerte de falsificaciones v tergiversaciones de hechos y circunstancias por los propagandistas que burlan la buena fe de los editores extranjeros.

 

Vinko Nikolic

 

 


RESEÑA DE LIBROS

 

Pablo Tijan: Crisis del liberalismo en la Europa Central (El mito Masaryk) - Madrid, 1958 - Editora Nacional, pág. 460.

 

El eminente polígrafo y eslavista croata, prof. Pablo Tijan, había publicado en 1951, en la revista madrileña Arbor, ed. del Consejo Superior de Investigaciones Científicas un notable ensayo El Mito Masaryk con el cual arrojó nueva luz sobre la persona y obra de Tomás G. Masaryk, filósofo y estadista checo (1856-1937), quien fue creador y primer presidente de la República Checoeslovaca desde su constitución, en 1918, hasta 1935. El autor, en prieto análisis, expuso las causas de la crisis y del derrumbe de ese estado centroeuropeo, acaecido en vísperas de la segunda guerra mundial y de su sumersión posterior dentro del imperio soviético.

 

En el libro, objeto de esta reseña, se trata del mismo tema, ampliado y documentado, escrito con riguroso método científico, ofreciendo al lector un interesante enfoque de la evolución política en Europa danubiana.

 

La materia ha sido dividida en cuatro partes y 36 capítulos. El autor aborda la crisis y que se apoderó de la multisecular monarquía danubiana bajo el impacto de las corrientes modernas del liberalismo y nacionalismo histórica e ideológicamente correlativos. Su exposición histórica no se circunscribe al análisis crítico de las relaciones austro-checas, sino que abarca los puntos salientes de toda la problemática en la monarquía plurinacional de los Habsburgos. En forma adecuada y sirviéndose de fuentes croatas, pondera también la participación de Croacia en esta evolución. La segunda parte la dedica al estudio de la personalidad y del pensamiento de Masaryk, mientras que en las dos últimas partes analiza su obra de estadista e interpreta su fracaso final.

 

El profesor Tijan asume una postura crítica frente a las concepciones y los prejuicios de los políticos, quienes se empeñaban en destruir la comunidad política danubiana, que, durante siglos cumplía con su irremplazable misión europea, convencidos de que de este modo posibilitaban la aplicación del principio nacional, el progreso y la afirmación de la democracia. En cambio, resultó que los conflictos nacionales se agudizaron. En lugar de los estados nacionales sobre los despojos de la vieja monarquía se constituyeron, en realidad, nuevos estados plurinacionales, en los que una nacionalidad, a veces minoritaria, imponía discriminación nacional, origen de los regímenes que no eran del todo democráticos y progresistas. La crisis, con el desenlace trágico en que se sumió Checoeslovaquia, que constituía el experimento tal vez más logrado de estas integraciones plurinacionales, apunta precisamente sobre los errores y las equivocaciones de sus creadores y protectores. El mismo Masaryk tuvo que confesar: Nuestra República es sólo una mala edición de la antigua monarquía.

 

Las consecuencias, originadas por semejante estado de cosas, eran fatales. La dominación comunista actual se deriva de la crisis que estudia minuciosamente el autor. Aunque no propone soluciones para el futuro inmediato, resulta obvio de su examen crítico y desapasionado que los viejos errores no deben repetirse. Por eso, es menester seguir con reservas y precaución las actividades de ciertos políticos exilados, quienes sostienen todavía supuestos que determinaron la insoportable situación actual. De ahí que la posición revisionista del autor referente a la historiografía oficial yugoeslava y checoeslovaca reviste suma importancia. En apoyo de su tesis, el disertante reproduce valiosas y poco conocidas conclusiones de los mismos autores checos, de orientación católica.

 

La obra "Crisis del Liberalismo en la Europa Central" tiene el mérito, aparte de contener numerosos antecedentes que hacen más comprensibles al lector hispano importantes problemas mundiales, de haber sido enfocada desde el punto de vista de los países directamente afectados. Los autores alemanes, franceses, rusos e ingleses, que se ocupan de estos problemas, aun cuando se trata de esfuerzos de objetividad y buenos propósitos, fallan a veces en reflejar con exactitud todos los anhelos y los intereses de esos pueblos, mientras que el profesor Pablo Tijan les lleva la ventaja por proceder de un país danubiano y poseer conocimientos directos sobre el problema checoeslovaco, por haberlo estudiado en la misma Bohemia y porque podía servirse de literatura abundante, no sólo de los grandes países occidentales, sino de las obras y fuentes de los autores checos, eslovacos, rusos, croatas y servios.

 

Buenos Aires

J. B. GHETALDI

 

 

 

D.A. TOMASIC: National Communism and Soviet Strategy - Public Affairs Press, Washington D. C., 1957, pp. VIII-222.

 

La mayoría de los libros sobre el problema del comunismo nacional en Yugoeslavia o el llamado "titoísmo" lo enfocan desde el punto de vista de su importancia para el comunismo internacional y para el mundo libre, sin entrar en un preciso análisis de los factores de tal variante comunista. Pero el profesor D. A. Tomasic, en su libro National Communism and Soviet Strategy (Comunismo nacional y estrategia soviética), además de dar un interesante análisis del problema expone la evolución del comunismo en Yugoeslavia en relación con los complejos problemas ,del país y en primer lugar con el de las nacionalidades. El libro llena así una necesidad en la literatura sobre el comunismo yugoeslavo.

 

El autor es profesor de sociología y especialista en los estudios sobre la Europa Oriental en Indiana University, prestigiosa universidad de los EE.UU. Hasta el año 1941 fue profesor de sociología en la Facultad de Derecho de la Universidad de Zagreb. En esa época había publicado ya varios libros, entre los cuales merece destacarse el dedicado al desarrollo político de los croatas (Politicki razvitak Hrvata HKN, Zagreb, 1938) . El libro que comentamos es el tercero que publicó en los Estados Unidos. El primero analiza el papel de las personalidades y de la cultura en la política de la Europa Oriental (Personality and Culture in Eastern European Politics, George W. Stewart, Nueva York, 1948), mientras que el segundo trata de la influencia de la cultura rusa sobre el comunismo soviético (The Impact of Russian Culture on Soviet Communism, Free Press, Glencoe III., 1953).

 

Los conocimientos profundos tantos del comunismo soviético como de la psicología, la historia y la cultura de los pueblos que integran Yugoeslavia, constituyen esa feliz combinación que permitió al profesor Tomasic, con la asistencia de J. Strmecki, dominar la complicada problemática de los acontecimientos en ese país que llevaron a los comunistas al poder y luego al conflicto con Moscú, estallado en 1948.

 

En el primer capítulo del libro que reseñamos, el autor trata del significado del "titoísmo" para el mundo comunista; explica los peligros a que está expuesto el movimiento comunista internacional en el sistema monolítico por una parte, y en el debilitamiento del control central por otra. Luego pasa al análisis del desarrollo del movimiento comunista en Yugoeslavia y describe sus tímidos comienzos y el cambio brusco con que pasó del apoyo a las nacionalidades oprimidas por la hegemonía servia a la defensa de Yugoeslavia en la época del Frente Popular.

 

Sumamente interesante es el capítulo que describe la psicología de los habitantes de las montañas dináricas y cómo los servios de esa zona llegaron a asumir el papel dominante en el Partido Comunista yugoeslavo durante la última guerra. El profesor Tomasic atribuye la fricción con Moscú y la eficaz resistencia de Tito al ataque de Stalin en gran parte a la arrogancia y autocomplacencia de esos guerrilleros embriagados por su triunfo. Para la valoración moral de la rebelión de los comunistas yugoeslavos contra Moscú es menester destacar que ellos habían ido más adelante en el terror y la ejecución de los planes comunistas que ninguna de las "democracias populares" y que la ruptura con Moscú no fue deseada ni por Tito ni por sus partidarios. La ambición desmesurada provocó el conflicto. A ningún dictador le agrada recibir órdenes de otro. Este punto se olvida muy a menudo porque no concuerda con. el deseo de muchos observadores y con la necesidad irracional de atribuir, además de coraje, valor moral a todo aquel que se enfrenta con un adversario más poderoso. El autor nos muestra cómo, después del alejamiento de la fuente del comunismo internacional, ese exceso de seguridad se ha convertido en desorientación y desmoralización.

 

Los capítulos finales analizan la importancia del "titoísmo" para la estrategia mundial del Kremlin y su relación con los levantamientos en los países satélites. En lugar de oponerse a cualquier tendencia hacia el "titoísmo", es decir, hacia la relativa autonomía de los gobiernos comunistas fuera de la URRS, el Kremlin ha utilizado, después de la muerte de Stalin la idea "titoísta" como un instrumento útil para dar la impresión de que un "estado socialista" puede funcionar exitosamente aun independiente de Moscú; que puede haber un comunismo "nacional". Se trata de una adaptación temporaria entre nacionalismo y comunismo, ya que era imposible continuar con el sistema monolítico stalinista en el expandido imperio comunista. Y si fracasa esta política "titoísta", el profesor Tomasic opina que esto podría significar el comienzo del fracaso del comunismo como movimiento mundial unificado.

 

Buenos Aires,

BRANIMIR ANZULOVIC.

 

 

 

 

ERNEST PEZET: Stepinac-Tito - Contextes et éclairages de "L'Affaire"-, París 1959, Nouvelles Editions Latines, pp. 32.

 

Con motivo de la publicación del difundido libro del R.P. Teodoro Dragun Le Dossier du Cardinal Stepinac, Ernest Pezet hizo su presentación en la cripta Sainte Odile, París, el 21 de diciembre de 1958. El opúsculo de referencia contiene su discurso, despojado de elementos oratorios y con prólogo del mismo autor, en el cual compara el caso del cardenal Stepinac con L'Affaire Dreyfus. Tanto su exposición oral como impresa tuvieron repercusión inusitada en Francia. En este número publicamos in extenso el razonamiento y las deducciones de este destacado parlamentario francés y profundo conocedor del problema yugoeslavo. La obra, además, contiene interesantes recuerdos personales relacionados con el atentado de Marsella de 1934.

 

"Le Monde Diplomatique", órgano de los círculos diplomáticos y de las grandes organizaciones internacionales, en su número de diciembre de 1959, se refiere a esta obra y conceptúa su valor informativo diciendo, que "el vicepresidente del Senado, que durante una treintena de años fue uno de los miembros más activos y más escuchados de las comisiones de asuntos exteriores de las dos Asambleas parlamentarias, estima que Tito está cometiendo el mismo error sobre el que él había, antes del atentado de Marsella, prevenido al mismo Barthou. Tito, en efecto, en opinión del autor, ha fundado el Estado yugoeslavo sobre el predominio del elemento servio. También, según él, la idea yugoeslava que era de origen croata y esloveno e implicaba la unidad fraternal de todos los eslavos del sur, ha sido tergiversada en beneficio de los serbios, tratados como nación superior a otras, de suerte que detrás de la fachada del federalismo comunista pervive la tradición de la monarquía servia. Pezet ve en esta actitud la razón profunda de las medidas contra Monseñor Stepinac, considerándolas sumamente injustas".

 

BRANKO KADIC

 

 

R. P. THEODORE DRAGOUN: Le dossier du cardinal Stepinac. París, 1958, Nouvelles Editions Latines, pp. 288.

 

A medida que la figura del cardenal Stepinac cobraba mayor relieve en el plano internacional, irguiéndose en símbolo de la verdad y libertad frente a la tiranía, se multiplicaban en los países occidentales, estudios y comentarios sobre el Cardenal presidiario y las circunstancias históricas en que le tocó vivir y actuar. Merece ser destacado el libro de Fiorello Cavalli, S.I., que contiene un detallado análisis sobre "Il processo del arcivescovo de Zagabria" (Roma, Ed. La Civiltá Cattolica, 1947) , como también la obra voluminosa de Richard Pattee, renombrado historiador norteamericano "The Case of Cardinal Aloysius Stepinac". (The Bruce Publishing Company, Milwaukee, 1953). En esta obra, magistralmente documentada, el autor se empeña en ilustrar el caso de Stepinac desde el punto de vista histórico y en analizar con minuciosidad y rigor científico los motivos, los elementos jurídicos y el curso del proceso. La compleja problemática de las relaciones internas de los pueblos incorporados al conglomerado yugoeslavo, dominado por los servios, dificultaba a veces a esos autores el entendimiento cabal de la realidad yugoeslava y de sus causales fundamentales, mientras que el escritor del Prontuario del cardenal Stepinac R.P. Teodoro Dragoun, dominico croata y actualmente rector nacional de la Misión Católica Croata en Francia, estaba en mejor posición para ubicar a Monseñor Stepinac en el cuadro histórico y para valorizar los factores concurrentes. Su libro está destinado preferentemente al público francés, expuesto a las intensas campañas anticroatas, desatadas por los nacionalistas y comunistas servios, quienes abusan de las simpatías francesas hacia Servia, su aliada en la primera guerra mundial. La prestigiosa revista francesa "Etudes" (diciembre 1946) se refirió a este estado de ánimo al puntualizar a raíz del proceso y la condena de Stepinac: "Más lenta que la prensa anglosajona, no tan bien informada, nuestra prensa, en su conjunto y salvo excepciones meritorias, ha vacilado en esclarecer este acontecimiento y aún más, en tomar partido. De este modo ha quitado a la opinión francesa - lo que es muy lamentable - la oportunidad de condenar una injusticia; en cuanto a los cristianos, ellos no podrán venerar a un mártir." Para orientar mejor al lector francés confundido T. Dragoun presenta sistemáticamente el cuadro histórico geográfico de Yugoeslavia, describe la situación religiosa durante los regímenes monárquico y comunista. En corroboración de sus argumentos reproduce toda una serie de documentos irrefutables, a saber: memorándum del Arzobispo Bauer del 25 de mayo de 1935; ensayo sobre la lucha contra el catolicismo de E. Pezet y H. Simondet; varias cartas pastorales de los obispos croatas; discurso de Stepinac ante el tribunal; alegatos de los abogados defensores, designados por el tribunal; transcripciones de Etudes, Civiltá Cattolica y Osservatore Romano; Libro Blanco de la Santa Sede, del 15 de diciembre de 1952 y fragmentos del Le communisme et L'Eglise Catholique (Ed. de Fleurus pp. 409-414); testimonios de los destacados políticos, eclesiásticos y hombres prominentes sobre Stepinac.

 

En el prefacio, el obispo auxiliar de París, Monseñor Jean Rupp, quien en 1930 visitó a Croacia, evoca sus recuerdos y pone de relieve la importancia excepcional y estratégica de Croacia viéndola como inserción en el Occidente de valores prestigiosos.

 

El libro de Dragoun tuvo aceptación no sólo en Francia, sino en la América del Sur. El prestigioso diario "La Nación" de Buenos Aires, en su suplemento literario del 29-I1-59, publicó una referencia elogiosa sobre "Le Dossier du Cardinal Stepinac", destacando que "esta obra es una afirmación histórica de la figura del perseguido Arzobispo de Zagreb a través de circunstancias y hechos de enorme repercusión mundial".

 

Buenos Aires

Branko Kadic

 

 

 

ANTE SMITH PAVELIC: Dr. Ante Trumbic - Problem hrvatsko srpskih odnosa-. Ed. "Hrvatska Revija", Munich 1959, pág. XVI-333.

 

Con esta obra, dedicada al doctor Antonio Trumbic, presidente del Comité Yugoeslavo -en torno al cual durante la primera guerra mundial se agruparon los exilados de Croacia antiaustríacos - primer canciller del nuevo "Reino de los Servios, Croatas y Eslovenos", su autor ha llenado un vacío en la literatura política croata. Trumbic, quien abogó por la unión nacional de los croatas, servios y eslovenos, al enfrentarse con la realidad de una Yugoeslavia dominada por los servios y regida por regímenes antidemocráticos, llegó a ser uno de los partidarios del Estado nacional croata.

 

Es ilustrativo para las relaciones entre los servios y croatas que el autor de esta enjundiosa obra es uno de los pocos croatas aceptado en el servicio diplomático yugoeslavo como hijo del doctor Ante Pavelic, vicepresidente del Consejo Nacional, cuerpo revolucionario éste, constituido en Zagreb que en 1918 derrumbada la Monarquía Austro- Húngara, asumió el poder en Croacia y Eslovenia. Su padre presidió la delegación del Consejo Nacional que el 1° de diciembre de 1918 accedió en Belgrado a la unión de Croacia con Servia.

 

El doctor Pavelic reúne todas las condiciones para poder comprender e interpretar con acierto la línea política de Trumbic, por cuanto él mismo pasó por parecida evolución política, y desde su juventud estaba en contacto con los íntimos colaboradores de Trumbic. Pudo además consultar documentos inéditos, legados por su padre. El prólogo al libro lo escribió el conocido escultor Ivan Mestrovic colaborador de Trumbic en el Comité Yugoeslavo, quien experimentó análogas decepciones. Mestrovic afirma que Yugoeslavia es en realidad Servia engrandecida, donde los croatas han vivido su martirio y su desilusión.

 

El autor distribuye el tema en tres partes. En la primera resume la situación política en Croacia con anterioridad a la primera guerra mundial, asumiendo una actitud netamente antiaustríaca, considerada hoy por muchos croatas errada y anacrónica.

 

La segunda parte contiene una interesante y exhaustiva exposición de la actuación del Comité Yugoeslavo, su lucha contra el Pacto de Londres de 1915, de carácter secreto, en virtud del cual, como recompensa a Italia por su entrada en la guerra al lado de las potencias de Entente, le fue reconocido el derecho a anexionar las regiones netamente croatas y eslovenas, de importancia vital para esos pueblos, sitas en la parte oriental del Adriático. Reseña también el permanente conflicto de los exilados croatas con los políticos de Servia, en primer lugar con el presidente del gobierno servio, Nicolás Pasic, partidario de la instauración de la Gran Servia, bajo la tutela del imperio ruso y en detrimento de Croacia. El autor analiza y valoriza los esfuerzos del político croata Frano Supilo, uno de los promotores del Comité Yugoeslavo, para contrarrestar las maniobras de Servia, Rusia e Italia, dispuestas a sacrificar los intereses esenciales de Croacia y Eslovenia. A continuación Smith Pavelic expone, sobre la base de nuevos documentos, los sucesos ocurridos en Zagreb durante el desmoronamiento del imperio de los Habsburgos.

 

La tercera parte describe la lucha sostenida por Trumbic en la Conferencia de Paz contra la aplicación del Pacto de Londres, contando hasta cierto punto con la influencia del presidente Wilson, pero respaldado poco o nada por su propio gobierno, que quiso entenderse a sus espaldas con Italia, en perjuicio de los vitales intereses croatas y eslovenos. En los capítulos finales queda ilustrada la actividad opositora de Trumbic y su evolución en el sentido del nacionalismo croata. Esta parte resulta incompleta porque el autor no disponía siempre de datos fidedignos, por haber residido en el extranjero y faltándole contactos directos con los acontecimientos internos.

 

En el capítulo final, el autor sintetiza su exposición y emite el siguiente juicio concluyente: "Desde el principio Trumbic anhelaba la igualdad política de servios y croatas y el "respeto de las libertades democráticas, en consonancia con las tradiciones políticas croatas...

 

"En lugar de igualdad y democracia prevalecieron las ideas y la política de la supremacía de "los servios, para quienes la unificación equivalía a incorporación de los demás sureslavos al "Estado servio y su integración, hasta forzosa, en la comunidad nacional servia. Si bien esta "política fue practicada en el Reino de los Servios, Croatas y Eslovenos bajo el rótulo yugoeslavo, en realidad no era sino la dictadura servia, nacional y nacionalista. La experiencia de "los últimos decenios demuestra que tanto servios como croatas carecen de la suficiente fuerza moral y física como para imponerse unos a otros y que los croatas reclaman resueltamente "el reconocimiento de la individualidad y la soberanía nacionales. Por ello, la cuestión de las "relaciones croatas-servias están todavía sin solución y abierta." (pp. 314-15.)

 

La obra de Smith Pavelic está escrita con método científico, bien documentada y pulcramente redactada. Contiene amplios datos bibliográficos. Este libro representa un valioso aporte a la literatura política, imprescindible para los que quieran interiorizarse de la realidad yugoeslava.

 

Buenos Aires.

Ivo Bogdan.

 

 

 

VJEROSLAV VRANCIC: Dr. Andrija Artukovic pred sjevernoamerickim sudom (Artukovic ante la justicia norteamericana), Buenos Aires, 1959. Ed. Hrvatska Misao, V, p. 112.

 

Millares y millares de croatas buscaron refugio en los países libres al terminar la segunda guerra mundial, cuando los comunistas se apoderaron del gobierno y Croacia quedó ocupada por las huestes de Tito. En los EE.UU. se radicó cierto número de refugiados croatas y entre ellos el Dr. Andrija Artukovic, ex ministro del interior del Estado Independiente de Croacia durante la guerra.

 

En septiembre de 1951, el gobierno comunista yugoslavo inició ante el Tribunal del Distrito de Los Angeles el proceso de extradición contra el Dr. Artukovic, que terminó en enero de 1959, interviniendo las tres instancias de la justicia federal norteamericana. La demanda inicial se basó en incriminaciones de carácter general, sin especificarlas, según las cuales el acusado era miembro de las bandas criminales que habían aterrorizado gran parte de Yugoeslavia. Se le imputaba la muerte de más de un millón de yugoeslavos, asesinados supuestamente en el Estado Independiente de Croacia.

 

Por la vaguedad de las incriminaciones y la falta de pruebas suficientes, el proceso no prosperó. El procurador público yugoeslavo presentó entonces una demanda complementaria, haciendo responsable al acusado de una serie de asesinatos y participación en los asesinatos, perpetrados de abril de 1941 a octubre de 1942, durante el cual el demandado desempeñaba el cargo de ministro del interior.

 

La demanda y el pedido de extradición se basaban esta vez en un tratado de asistencia judicial, firmado en 1902, entre ex Reino de Servia y Norteamérica.

 

Yugoeslavia, como es sabido, fue creada después de la primera guerra mundial sin que se consultara a los croatas, eslovenos, montenegrinos y macedonios. Entre las dos guerras mundiales, los sucesivos gobiernos yugoeslavos, dominados por los servios, se comportaron como si Croacia, Eslovenia, Montenegro y Macedonia fuesen tierras conquistadas y anexadas al Reino de Servia. Tal política fue criticada en su tiempo, incluso por el partido comunista, el cual, sin embargo, llegado al poder, mantuvo y hasta incrementó el predominio de los servios, aunque éstos constituyen apenas una minoría relativa del conglomerado plurinacional yugoeslavo.

 

En ese sentido resulta muy esclarecedor el hecho de que el pedido de extradición formulado ante el poder judicial norteamericano se fundara en un tratado concertado en 1902 con el Reino de Servia, o sea, 16 años antes de la creación de Yugoeslavia. Otro hecho significativo es que se trata del mismo político croata, Dr. Artukovic, cuya extradición solicitaba en 1934 el gobierno dictatorial yugoeslavo a raíz del atentado de Marsella. En aquella oportunidad las autoridades francesas entregaron al Dr. Artukovic, quien al cabo de un riguroso proceso y múltiples torturas fue declarado inocente por el Tribunal Yugoeslavo de Seguridad del Estado y puesto a disposición de la justicia francesa, que lo dejó en libertad.

 

En virtud del citado tratado servio- norteamericano, el inculpado estaba sujeto a la extradición en caso de existir una razón verosímil para creerlo culpable del asesinato o participación en el asesinato. Eso significa que el tribunal norteamericano tenía que comprobar únicamente si existía la sospecha justificada de una eventual culpa, mientras competía a la justicia yugoeslava comprobar fehacientemente todas las pruebas, pronunciándose sobre la culpa o inocencia del demandado.

 

La sentencia fue dictada por el comisionado federal del Tribunal del Distrito de Los Angeles, Theodore Hocke. Ella contiene un resumen cronológico de todo el proceso, la exposición sumaria de los alegatos, el análisis extenso de las pruebas producidas durante el juicio, la motivación dei rechazo de extradición y el fallo absolutorio.

 

Por tratarse del único fallo de esta índole dictado por la justicia de una república americana sobre el pedido de extradición de refugiados croatas por las autoridades comunistas y yugoeslavas, creemos de interés transcribir párrafos de sus considerandos:

 

"Asesinato es un crimen tanto en Yugoslavia como en los EE.UU. La definición de asesinato es substancialmente la misma en ambos Estados. Asesinato es el crimen previsto en el tratado como base para la extradición."

 

"Ni una sola prueba fue aportada en el sentido de que el acusado haya cometido el asesinato".

 

"Todas las declaraciones testimoniales presentadas por el demandante están redactadas - en forma narrativa. Los testigos firmaron las declaraciones, pero es obvio que ésas no eran sus palabras."

 

"El mismo lenguaje se emplea continuamente en las declaraciones testimoniales. Las palabras "el llamado Estado Independiente de Croacia" figura en todas las declaraciones. - Dudo muchísimo de que eso podría ser una coincidencia."

 

"Resulta claro también que las declaraciones fueron hechas con el fin de instigar la pasión y el prejuicio. Se refieren constantemente a los infantes de tierna edad, a los niños recién nacidos, a los ancianos, al trato cruel e inhumano, etc."

 

"Considerando todas las pruebas producidas y las fuentes jurídicas citadas por ambas partes, puedo llegar a una sola conclusión. El demandante no ha demostrado suficiente, competente prueba que existe una causa razonable o probable para creer que el acusado es culpable de cualquiera de los crímenes imputados. Espero que no veré el día que una - Persona haya de responder por un crimen, ni en los tribunales de California ni de los EE.UU., en base a pruebas como las producidas por el demandante" .

 

El comisionado dice luego que aquí se podría dar término a la motivación de su fallo, pero, en vista de los alegatos de la defensa, agrega que, incluso en caso de haber cometido 'el acusado los crímenes imputados, no habría lugar a la extradición, por cuanto dichos crímenes tendrían carácter político. A tal efecto da la siguiente motivación:

 

"Las pruebas presentadas, como asimismo los hechos históricos, de los que puedo tomar nota judicial, evidencian que desde años los pueblos de los Balcanes viven en desacuerdo. Sin el sufragio o posibilidad de elección por parte de los croatas, después de la primera guerra mundial, Croacia fue incorporada al Reino de los Servios, Croatas y Eslovenos. El gobierno estaba controlado por los servios, quienes impusieron tremendas cargas a los croatas. Los croatas querían un gobierno independiente o por lo menos una representación independiente en el Parlamento. En las elecciones celebradas en 1928 los croatas eligieron a sus diputados para el parlamento de Belgrado. Llegados al parlamento fueron asesinados por un diputado servio. Por poco estalló la guerra civil y en 1929 el Rey Alejandro disolvió a todos los partidos políticos. Los croatas nunca se olvidaron de su ideal de un estado independiente y, al invadir los alemanes e italianos a Yugoeslavia durante la segunda guerra mundial tuvieron la primera oportunidad para establecer su propio estado.

 

El día 10 de abril los líderes croatas declararon la independencia y comenzaron por establecer su propio gobierno. Los servios se opusieron a ello, desencadenándose la lucha civil. Muchas vidas se perdieron. Facciones de chetniks y "partisanos" (guerrilleros comunistas) hicieron todo lo posible para desbarajustar los propósitos del nuevo gobierno".

 

El libro que reseñamos está publicado en croata y contiene una exposición detallada .sobre el sistema judicial de los EE.UU. Además, transcribe en inglés el texto íntegro del fallo absolutorio y los considerandos pertinentes (págs. 85-105).

 

Buenos Aires.

A. Belic.

 

 

 

CHARLES JELAVICH: Tsarist Russia and Nationalism. (Russian Influence in the internal Affais of Bulgaria and Serbia, 1879-1886). Berkeley and Los Angeles, 1958. University of California Press, p. 304.

 

Liuben Karavelov uno de los más distinguidos autores búlgaros, escribió en 1870 proféticas palabras: "Si Rusia viene a liberarnos, será recibida con gran simpatía; si, empero, viene a dominarnos, dará con muchos enemigos", expresando así el sentir de los pueblos balcánicos hacia la Rusia zarista. Jelavich emprendió la ardua tarea de examinar hasta qué medida la política rusa, promoviendo en primer lugar sus intereses de gran potencia europea, entró en conflicto agudo con el nacionalismo búlgaro, y cómo, en cambio, se granjeó las simpatías de los servios.

 

A través de las 300 páginas de su obra, dividida en 11 capítulos, dos de ellos dedicados exclusivamente a Servia, el autor reseña detenidamente los acontecimientos desde el Congreso de Berlín (1878) - oportunidad en que la combinada presión de las grandes potencias obligaron a Rusia a abandonar a favor de Austria, su dominante posición de exclusiva influencia en Servia, en compensación de exclusiva influencia en Bulgaria, imprescindible para el tan anhelado dominio de los Estrechos - hasta la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Rusia y Bulgaria (1886).

 

Ante el lector desfilan los representantes militares y políticos rusos en Bulgaria en sus. relaciones con el príncipe Alejandro Battenberg y los líderes políticos búlgaros, tanto conservadores como liberales vicisitudes en torno a la redacción y suspensión de la constitución, la construcción de las líneas ferroviarias internacionales, la organización de las fuerzas armadas, la unión con la Rumelia oriental, la guerra con Servia, la abdicación del príncipe Alejandro, etc. Por la influencia directa y los cargos ocupados por los rusos en Bulgaria se desprende el grado de dependencia de Bulgaria, equivalente al principio a la ocupación.

 

Al resumir, en el prólogo, el fondo ideológico de las relaciones ruso- búlgaras el autor subraya la semejanza de los acontecimientos de la época estudiada con los de la década inmediata posterior a la segunda guerra mundial. Antes Rusia invocaba la tradición autocrática, la ortodoxia y la eslavofilia, actualmente invoca el ideal comunista y el parentesco étnico de los eslavos.

 

La obra se basa principalmente en el material no publicado hasta ahora, extraído de los despachos de British Foreign Office y Public Record Office y de los archivos austríacos (Haus-Hof-und Staatsarchiv), como asimismo de las obras de varios historiadores. El autor también tuvo acceso a la interesante correspondencia de Giers con A. P. Davidov, A. G. Ionini, A. E. Vlangali e I. A. Zinoviev.

 

Las cinco páginas de la bibliografía seleccionada sin que figure un solo autor croata, explican las referencias unilaterales y equívocas de Jelavich en torno a las aspiraciones servias a las provincias de Bosnia y Herzegovina, ocupadas en virtud del tratado de Berlín por Austria, como asimismo, con mayores derechos, a la Macedonia, que también se apropiaba Bulgaria. Así, por ejemplo, carece totalmente de valor histórico la arbitraria aserción del autor de que Bosnia y Herzegovina, que en el Congreso de Berlín fueron asignadas a Austria- Hungría son "los territorios nacionales serbios (p. 165) , o cuando se expresa en el mismo sentido en las pp. 174 y 178, y al comentar la política del Imperio de los Habsburgo y en los Balcanes: Careciendo de "vínculos naturales" en la península balcánica estaba obligado a confiar más bien a la fuerza y a la diplomacia. Por ello en sus relaciones con las regiones balcánicas, Austria abogó por la anexión directa del territorio, como en el caso de Bosnia y Herzegovina..." (p. 2). El lector menos interiorizado de los problemas étnicos, geográficos, históricos, políticos y nacionales del sur-este europeo ha de llegar a la conclusión errónea de que las provincias en cuestión constituyen territorio nacional servio, error éste que el autor hubiera obviado fácilmente al consultar las fuentes croatas, por ejemplo, la obra magistral de L. V. Südland "Die Südslawische Frage und der Weltkrieg (El Problema Sureslavo y la Guerra Mundial) , Viena, 1918; Zagreb, 1944 o el libro documentado del Dr. Mladen Lorkovic "Narod i Zemlja Hrvata" (Pueblo y Tierra de Croacia), Zagreb, 1940, como también la obra del historiador inglés Seton Watson R. W. "Die Südslawische Frage im Habsburger Reich" (El Problema Sureslavo en el Imperio de los Habsburgos), Berlín, 1913.

 

La población de Bosnia y Herzegovina, según las últimas estadísticas oficiales de Belgrado, arroja el 44% de la minoría servia. Históricamente, Bosnia integraba el reino croata y luego el reino vasallo de Croacia- Hungría. En cuanto a su economía, vías de comunicación naturales y la gravitación geográfica, forma una unidad indivisible con otras provincias croatas.

 

El libro del profesor Charles Jelavich constituye un aporte valioso al esclarecimiento de la política rusa y sus propósitos en la península balcánica. El método científico aplicado en el estudio de tema tan sugestivo y expuesto en estilo ameno y fluído, son otras características de esta obra, editada con esmero gráfico.

 

Buenos Aires

Milan Blazekovic

 



[1] “La Yugoslavie en péril”, Bloud et Gay, Paris, 1933

[2] Huelga aclarar que no todos los ortodoxos en Yugoslavia son servios. Además de los servios, dicha confesión la profesan en Yugoslavia también los macedonios, los montenegrinos, las minorías búlgara y rumana y una parte de la minoría albanesa, en total cerca de dos millones de personas. Incluso un importante núcleo de los ortodoxos radicados en Croacia rehusa ser considerado servio. No obstante ello, los servios, al identificar religión con nacionalidad, consideran automáticamente a todos como miembros de la Iglesia nacional servia, la que a su vez actúa como instrumento de la "servización", incluso allí donde los fieles, como por ejemplo en Macedonia, forman masas compactas de una nacionalidad aparte. Los abusos que comete la iglesia nacional servia con fines proselitistas y chovinistas cobran a veces formas drástricas. Los macedonios se hallan sometidos a una doble presión, tendiente a desnacionalizarlos, mediante las instituciones políticas y eclesiásticas. La Yugoeslavia comunista, en su constitución, reconoce formalmente que los macedonios constituyen una nacionalidad aparte, pero con todo eso no han podido conseguir que se les reconociera la Iglesia ortodoxa macedonia autocéfala, pese al hecho de que ella tiene una tradición más antigua y reputada que la Iglesia nacional servia. (Nota de la Redacción.)

[3] Ernest Pezet: Stepinac-Tito, Contextes et éclairages de "L'Affaire", París, 1959, Nouvelles Editions Latines.

[4] Richard Pattee: The case of Cardinal Aloysius Stepinac, Milwaukee, 1953. R. P. Théodore Dragoun: Le dossier du Cardinal Stepinac, Paris, 1958.

[5] Dimanche, Bruselas, 28 de febrero 1960.

[6] Robert E. Sherwood: Roosevelt y Hopkins - una historia íntima, Barcelona, 1959, Libros de Nuestro Tiempo, p. 242.

[7] Glasnik Srpske Patrijarsije ("El Vocero del Patriarcado Servio"), Belgrado, 1937, N° 9.

[8] Vesnik Srpske Crkve ("El Heraldo de la Iglesia Servia"), Belgrado, 1937, N° 1064.

[9] "La verdad sobre las relaciones entre el Vaticano y Yugoeslavia", Ed. Oficina de Prensa de la Legación de la R. P.F. de Yugoeslavia, Buenos Aires, 1952, p. 49.

[10] Richard Pattee: "The Case of Cardinal Aloysius Stepinac", The Bruce Publishing Company, Milwaukee, 1959, págs. 423-6.

[11] ¿Quién pondrá en duda, por un instante siquiera, la fortaleza de este corazón? Este gesto es suficiente para colocar a Monseñor Stepinac entre los grandes obispos contemporáneos", escribió entonces Monseñor Gustavo J. Franceschi, exaltando a Stepinac como símbolo de la fidelidad. "Bendigamos al Señor que, por fortalecimiento de las almas infunde a Monseñor Stepinac la energía sobrenatural de preferir la fidelidad a la libertad". (Criterio, 8/8 de 1951, Buenos Aires.)

[12] G. R. Crone: "Historia de los mapas". Fondo de Cultura Económica, México, 1956, p. 145.

[13] G. R. Crone: Idem, p. 146.

[14] En las citas se mantiene la forma gramatical original.

[15] Paulin Gérard Scolardi: Krijanich, Messager de l'unité des Chrétiens. París, 1947. 106

[16] El texto original en la obra: Mons. Dr. Juraj Magjerec: "Hrvatski Zavod sv. Jeronima u Rimu" -Collegium S. Hieronymi Illyricorum- 1453-1953. Roma 1953, p. 119.

[17] Fernand Braudel: "El Mediterráneo y el Mundo Mediterráneo", Fondo de Cultura Económica, México 1953, T. II, p. 281.

[18] Este poema fue impreso en Venecia, la edición en 1521, 2° y 3° en 1522, bajo el título "Libro de Marko Marulic, spalatinense, que contiene la historia de la santa viuda Judit, en versos croatas compuesto...".

[19] Milovan, Djilas: The New Class (New York, 1957). Ver también D. Tomasic, The Impact of Russian Culture on Soviet Communism (Glencoe, Illinois, 1953).

[20] Basil Dmytrskyn: National and Social Composition of the Membership of the Communist Party (bolshevik) of the Ukraine, Journal of Central European Affairs (Boulder. Colo.) octubre, 1957 pp. 254, 258.

[21] Biographies. Manuscript, Indiana University, 1959. En adelante, Biographies.

[22] La orientación nacional de los miembros del CG es tomada de S. Jankovic y M. Mihajlovic edit.: Ko je ko- biografski podaci o jugoslavenskim savremenicima, Belgrado, 1957.

[23] Biographies.

[24] Anon. [Adil Zulfikarpasic], "Generali Titove Komunisticke Armije", Hrvatski Dom (Frigurgo, Suiza), vol I, Nro. 98, enero-febrero 1959, p. 11. Zulfikarpasic era miembro del PCY. Durante la guerra era teniente coronel en el ejército comunista de Tito. Dejó las filas comunistas en 1947 y desde entonces vive exilado.

[25] Biographies.

[26] Anon. [Adil Zulfikarpasic], "Diplomacija Komunisticke Jugoslavije", Hrvatski Dom, op. cit., p. 13-14.

[27] De hecho, estas cifras estadísticas no concuerdan con el verdadero sentir de los musulmanes, quienes se declaran nacionalmente indefinidos bajo la presión del régimen comunista, ensañado especialmente con los croatas de religión islámica.

[28] Adil Zulfikarpasic "Bosna i Hercegovina u Svijetlu Statistickih Podataka". Bosanski Pogledi (Viena) , vol. I (1955) , p. 38.

[29] Ibid., p. 39.

[30] Ibíd., p. 37.

[31] Ibid., p. 38.

[32] Ibíd., p. 35

[33] Istorijski Arhiv Komunisticke Partije Jugoslavije (Belgrado, 1949-1953); vol II p. 27. En adelante Istorijski Arhiv.

[34] Definitivni Rezultati Popisa Pucanstva Kraljevine Srba, Hrvata i Slovenaca, 1921 (Belgrado, 1931).

[35] Istorijski Arhiv, vol II, pp. 70, 67-77, 73. Ver también Sima Markovic, Nacionalno Pitanje u Svetlosti Marksizma (Belgrado, 1923) , pp. 118, 123-124.

[36] D. A. Tomasic, National Communism and Soviet Strategy (Washington, D. C. 1957), p. 39. En adelante Tomasic, National Communism.

[37] Vladimir Dedijer, Tito (New York, 1953) , p.48.

[38] Comparar Borba (Belgrado), dic. 6, 1952 en Istorijski Arhiv, vol I, Par. 2, pp. 250-59.

[39] Tomasic, National Communism, Cap. IV y V.

[40] D. A. Tomatic, "Slavs", Encyclopedia Americana (New York, 1957).

[41] Tomasic, National Communism, Cap. IV.

[42] Ibíd., Cap. III y IV.

[43] Para un análisis detallado de la cultura dinárica ver Jovan Cvijic: "Studies in Yugoslav Psychology" Slavonic Review (Londres), dic. 1930. Ver también Edith M. Durham: Some Tribal Origins, Laws and Customs of the Balkans (Londres, 1928). Ver también D. A. Tomasic: Personality and Culture in Eastern European Politics (Nueva York, 1948). En esta última obra se analizan también diferencias y similitudes entre ortodoxos y católicos en las regiones dináricas. Importante contribución a nuestro conocimiento de la cultura dinárica y su psicología se puede hallar asimismo en la biografía de Milovan Djilas: Land Without Justice (Nueva York, 1958).

[44] Este mapa, como asimismo el Mapa II, ha sido confeccionado por Joseph Strmecki, de la Universidad de Pittsburg.

[45] Biographies.

[46] Joseph Stalin, Foundations of Leninism (Nueva York, 1939) , p. 91.

[47] M. Djilas, The New Class, op. cit.

[48] Lenín, Collected Works (Nueva York 1929) , vol. IV, pp. 196, 180-201.

[49] Lenín, Selected Works, vol. V, pp. 60, 204. Ver también Stalin, op. cit., pp. 119-20

[50] Stalin, op. cit., p. 110.

[51] Ver Tesis y Estatutos de la Internacional Comunista y Programa de la Internacional Comunista, particularmente "Condiciones de Admisión".

[52] Lenín, Selected Works, vol. VII, pp. 140-141; vol. X, pp. 60, 80. Ver también Stalin op. cit., pp. 48-50.

[53] Stalin, op. cit., pp. I22-24.

[54] Tomasic, National Communism, pp. 37-38, 41-43, 97, 102-108.

[55] M. Djilas, The New Class, op. cit.

[56] Tomasic, National Communism, pp. 103, 96-101.

[57] Ibid., pp. 141-44.

[58] Stalin, op. cit., pp. 13-14.

[59] Se agradece el apoyo financiero prestado por Indiana University y Social Science Research Council.