Cardenal Stepinac
CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos Humanos
M. Landercy
[continuación]

Acuerdo abortado

Las relaciones jurídicas con la Iglesia Católica en Yugoslavia no estaban aún regularizadas en 1931. La reforma agraria que no ocasionó prácticamente ningún perjuicio a la Iglesia Ortodoxa, fue muy desfavorable para la Iglesia Católica. La ortodoxia y el espíritu serbio se identifican, de donde se explican las tendencias a una Gran Serbia y la oposición política hacia el pueblo católico croata. El 25 de julio de 1935, se firmó el Acuerdo entre el papa Pío XI y el gobierno yugoeslavo, para que la Iglesia Católica obtuviera finalmente una posición jurídica equitativa en Yugoslavia.

El Acuerdo estipulaba:

  • 1) En las escuelas del estado cuyos alumnos sean en totalidad o en mayoría católicos, se designarán educadores católicos.
  • 2) Los manuales escolares no contendrán ataques contra la Fe ni contra la Iglesia Católica.
  • 3) Los católicos tendrán el derecho de crear escuelas libres donde vivan.
  • 4) Será aplicado el derecho matrimonial católico a los católicos, sin que esto pueda ser cambiado.
  • 5) El Estado debe acordar a la Iglesia Católica subsidios proporcionados a la cantidad de católicos y a sus necesidades reales.
  • 6) Debe garantizarse la plena libertad de crear organizaciones de juventud católica.
  • 7) Debe garantizarse la igualdad de la religión católica con las otras confesiones, al igual que la tolerancia y la confianza recíprocas. Este Acuerdo debía ser posteriormente aprobado por la Asamblea Nacional en Belgrado. Pero la Asamblea y el Senado de Belgrado protestaron, argumentando que en Serbia y en Montenegro, se practicaba oficialmente la religión ortodoxa. Sin embargo, la situación jurídica de las otras religiones de Yugoslavia (ortodoxa, musulmana y otras) estaba regularizada desde hacía largo tiempo. Se continuó entonces, atacando el Acuerdo en la Asamblea de Belgrado. La base del Acuerdo era la igualdad de todas las religiones en Yugoslavia y, por tanto la suspensión de todas las medidas contra el catolicismo. Cuando la jerarquía ortodoxa conoció los términos, se opuso también al Acuerdo.

    El 24 de diciembre de 1936, un diario croata,"Jutarnji list", publicó la declaración de Mons. Stepinac sobre la importancia del Acuerdo tanto para el Estado como para la Iglesia, y su gran importancia práctica, pues al aplicarlo, se suprimirían todos los desacuerdos entre el Estado y la Iglesia Católica.

    "Desde 1922 el rey Alejandro hacía esfuerzos en este sentido, afirmaba Mons. Bauer en una declaración del 31 de diciembre de 1936:ĦQué lamentable que llegado el momento en que sólo falta el acuerdo de la Asamblea, el Episcopado ortodoxo manifieste tal animosidad! Es vejatorio y triste para los católicos. Aún más, ya que en el texto del Acuerdo no hay ni sombra de animosidad contra la Iglesia Ortodoxa. La posición del Episcopado ortodoxo no puede sino excitar más a un combate religioso no deseado en absoluto por los católicos". Pero esta parte del discurso de Mons. Bauer fue suprimida por el Procurador del Estado y, según la costumbre de los impresores su lugar en los diarios quedó en blanco. Los popes ortodoxos llegaron a manifestar en las calles contra el Acuerdo en Serbia, y en Sarajevo en Bosnia. Así, el Acuerdo no pudo ser propuesto en la siguiente sesión parlamentaria. La Iglesia Ortodoxa declaró que todos aquellos que aceptaran el Acuerdo serían excolmugados. Esto implicaba a nueve miembros del gobierno contando a Milan Stojadinovic. Se prohibió a los ortodoxos practicantes recibir en sus casas a los excomulgados. En la sesión del Senado del 19 de octubre de 1937, el Concordato fue rechazado definitivamente. Milan Stojadinovic declaró que no volvería a presentarlo; entonces, junto con los otros miembros del gobierno excomulgados, fue reintegrado a la Iglesia Ortodoxa, levantándosele la excomunión.

    El Santo Padre, quien no había sido directamente puesto al corriente de la situación, protestó vivamente contra el rechazo del Acuerdo. Recordó al gobierno yugoeslavo su firma al igual que la obligación que de ello se desprendía respecto de los derechos de los católicos en Yugoslavia, para que éstos no continuaran subestimados en relación a las otras religiones.

    Los católicos pidieron a Mons. Stepinac, autorización para formar asambleas de protesta. Stepinac les respondió que comprendía su gran descontento, exacerbado desde hacía 20 años en que la Iglesia Católica en la Yugoslavia real, sólo tenía problemas. El mundo entero lo sabía, les dijo, pero las asambleas de protesta no contribuirían en absoluto.

    El 4 de mayo de 1938, la Conferencia de los Obispos en Zagreb, bajo la presidencia de Mons. Stepinac, redactó una carta pastoral en la cual los Obispos señalaban su profundo pesar al constatar la posición de la Iglesia Ortodoxa serbia que creaba así, profundos desacuerdos en las relaciones entre religiones. Protestaban contra la política del gobierno real que al principio había aceptado públicamente el Acuerdo, comprometiendo su palabra en la firma, para rechazarlo luego dejando a la Iglesia Ortodoxa serbia decidir la suerte y los derechos de la Iglesia Católica en Yugoslavia, y permitiendo que se mezclara en las decisiones políticas del gobierno. Los Obispos terminaban su carta diciendo que no podían aceptar que 6.000.000 de católicos fueran en ese Estado ciudadanos que no gozaran de sus derechos igualitariamente, considerándose listos a luchar por los derechos de sus fieles.

    El 11 de diciembre de 1938 Stepinac, que jamás se mezclaba en la vida política, fue a votar en razón de la situación intolerable creada a los católicos croatas, y dio su voz a la oposición croata.

    Mentira descarada!

    Rápidamente la radio de Belgrado proclamó que Stepinac había votado por el gobierno. Querían con esto crear el caos en los espíritus, y problemas a Mons. Stepinac. Este último pidió inmediatamente que esta falsa noticia fuera desmentida. Pero sin tener en cuenta su pedido, el gobierno continuó propagando la falsa noticia, al tiempo que Stepinac persistía, por su parte declarándola falsa.

    Finalmente después de cinco semanas, el Presidente del Consejo de ministros, Milan Stojadinovic, encontró que era necesario rendirse ante este "escándalo cultural" como él lo llamaba y del cual era responsable, y publicar finalmente el desmentido.

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