El crecimiento económico en
la Yugoslavia de Tito, llegará a niveles brillantes hasta 1970, con alrededor
de 6% por año, cifra superior a las tasas de crecimiento de otros países
europeos como España, Grecia, Portugal. De un país esencialmente agrícola, va
transformándose rápidamente en un país industrializado. La tasa de crecimiento
baja a partir de los 70, a niveles de 5,6% el que es aún muy bueno, pero esto
gracias a los créditos internacionales, lo que hace subir rápidamente también
la deuda externa. La economía yugoslava demostraba su incapacidad de poder
adaptarse a las consecuencias de la crisis mundial y del problema petrolero.
Las empresas
autogestionadas siguen solicitando más dinero y capital que logran en base a
más deudas, pero sin tomar medidas serias al mismo tiempo para asegurar su
rentabilidad; en 1986, un economista estimó que un tercio de la deuda exterior
yugoslava había sido empleada en inversiones inútiles. De acuerdo al sistema,
las empresas no podían reducir personal pues el empleo estaba garantizado,
salvo para los que buscaban trabajo por primera vez que entraban a engrosar el
número de desempleados que no cesaba de crecer. El derrumbe se produce en 1979:
las tasas de crecimiento comienzan a mostrar signos negativos y la pobreza se
instala en todo el país. La crisis no cesa de agravarse: baja el crecimiento y
el ingreso por persona, al mismo tiempo que la deuda exterior sigue aumentando.
La inflación de 21,4% en 1979, llega a la extraordinaria cifra de 2'685,4% en
1989. Desde comienzos de 1980 serán comunes los cortes de electricidad, falta
de combustible, etc. La ayuda que entregan las regiones más desarrolladas como
Croacia y Eslovenia se revela ineficaz, principalmente por que ésta se invierte
en proyectos costosos e improductivos. El economista inglés Harold Lydall
escribe en 1989: "el descenso en el nivel de vida ha sido tan fuerte que
es difícil imaginar otro país en el cual no hubiesen reaccionado a una
situación parecida, efectuando cambios políticos radicales, o incluso, con una
revolución".
Pero el sistema político
dejado en herencia por Tito, aún se mantiene en pie y funciona de acuerdo a la
Constitución de 1974: con una presidencia colegial rotativa, un gobierno
federal con poderes limitados y una Liga de los comunistas ampliamente
descentralizada, y, en cada una de las entidades federales, un grupo de
dirigentes locales fuertemente conservadores, preocupados de eliminar a todos
aquellos que les molesten.
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Gaspar Glavic: Mis lecturas sobre los 2000 años de
la historia de Croacia
Studia Croatica - electronic edition
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