El sistema federal
yugoslavo era un dominio en el cual los conceptos autogestionarios también
debían jugar un papel importante para el ulterior desarrollo de la sociedad. La
descentralización de las decisiones tanto políticas como económicas, y por
consecuencia su influencia en una autonomía creciente de las entidades
territoriales: repúblicas y provincias autónomas. Toda la historia del régimen
titista es la de una transferencia de poderes discontinua, pero bastante
regular, del centro hacia la periferia.
El modelo federal yugoslavo
era al principio una copia del que existía en la URSS, inventada allá por
Stalin. En la URSS, desde sus orígenes hasta la perestroika de Gorbatchov,
existió en las instituciones del Estado un sistema federal que daba una amplia
independencia a las diferentes repúblicas federadas, repúblicas autónomas, regiones
autónomas, etc. Pero las instituciones del Estado, a todos los niveles, eran a
su vez dobladas por las del Partido, que ejercían el poder real, y el Partido,
a su vez, era una organización absolutamente centralizada. Así se daba
entonces, que un país que aparentemente sus instituciones gozaban de amplia
descentralización, en la práctica era el sistema más centralizado del mundo. La
autonomía de sus diversos pueblos que la componían, no existía sino en el
papel. Fue el mismo sistema el que se instala en Yugoslavia al inicio del
régimen titista, pero con una gran diferencia: en la URSS existía un solo
partido comunista para toda la Unión de los Soviets; ni siquiera Rusia, la
república más importante, tenía un PC propio (vino a fundarse el partido comunista
ruso solo en 1989, el cual fue prohibido dos años después). Al contrario, en
Yugoslavia, desde los inicios existió un PC por cada república, empezando por
Serbia y Croacia.
El Partido comunista
federal (más tarde llamado Liga de los Comunistas yugoslavos-LCY), no era más
que la federación de los PC o LC de las repúblicas. Con el desarrollo de la
autogestión, una autonomía de decisión real es acordada no solamente a los
organismos de Estado, pero también a aquellos del Partido, por lo que el
federalismo ya no es una ficción sino una realidad. Con los años, las
competencias propias de las repúblicas se van convirtiendo de más en más
importantes, y las de la federación se van debilitando al mismo tiempo.
Así, poco a poco, a partir
de los años 60, el régimen cesa de ser monolítico. Cada una de sus ocho
entidades (6 repúblicas y 2 regiones autónomas) se convierten en centros de
poder político y económico ampliamente autónomos. El poder federal, en la
ocurrencia Tito, ya no interviene sino por momentos, como árbitro. El resto del
tiempo, las decisiones son tomadas según sean las relaciones de fuerzas entre
las entidades. Un politólogo americano, Pedro Ranet, logra describir toda la
historia de la Yugoslavia titista y post titista en términos de "equilibrios
de fuerzas" (balance of power)-Pedro Ranet, - "Nationalism in
Yugoslavia - 1984", tal como se hace en el estudio de las relaciones
internacionales
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Gaspar Glavic: Mis lecturas sobre los 2000 años de
la historia de Croacia
Studia Croatica - electronic edition
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