La nueva economía

 

La nueva economía

 

La Yugoslavia socialista de Tito, inicia la transformación de la economía nacionalizando las empresas industriales o comerciales, pequeñas o grandes, como así mismo la confiscación de los grandes dominios agrícolas. Los campesinos serán invitados a agruparse en comunidades agrícolas llamadas zadruga, cuyo nombre evocaba las comunidades campesinas serbias tradicionales, pero el modelo era el koljose soviético, el sistema de explotación agrícola colectivo instalado en la URSS en 1932. Pero esta experiencia en Yugoslavia titista no tendrá una larga vida ya que ella será abandonada en 1953, y la mayor parte de la tierra se mantendrá y volverá a ser propiedad privada.

 

Relaciones exteriores

 

En política exterior, Tito entrará en conflicto violento con los aliados occidentales por las reivindicaciones sobre Trieste y sobre la Carintia austríaca. En 1953, las relaciones entre Italia y Yugoslavia llegan a un estado de crisis por la pretensión italiana. Italia apoyada por la OTAN, obtiene la ciudad de Trieste y Yugoslavia la zona B (los alrededores de Trieste) que serán anexados a Eslovenia.

 

La construcción federal

 

Sobre el problema de las nacionalidades en la nueva Yugoslavia, Tito y el Partido comunista tenían pensamientos ya definidos hacía tiempo. Estos habían sido elaborados en el cuadro del Komintem desde los años 30, según el modelo soviético. Importantes decisiones fueron tomadas en la época de la insurrección, en reuniones de representantes de los partizanos efectuadas en territorios controlados en Bosnia en 1943.

 

La diversidad de las nacionalidades existentes en Yugoslavia ya no eran negadas por nadie. El centralismo de la Yugoslavia monárquica había sido denunciado como un sistema de "opresión burguesa serbia sobre los pueblos no serbios". Por lo tanto, el Estado yugoslavo "nuevo" era declarado "multinacional", reconociéndose oficialmente, tal como en la URSS, la distinción entre ciudadanía (yugoslava) y nacionalidad (serbia, croata, etc., incluso húngara, albanesa...) La organización del país debía ser por lo tanto federal, asegurando derechos iguales a todas las nacionalidades, y un territorio propio a las nacionalidades eslavas del sur más importantes de ellas. Así, Yugoslavia se convierte en un Estado federal con seis repúblicas:

 

Eslovenia, Croacia, Serbia, Montenegro, Macedonia y Bosnia (los "Musulmanes" de Bosnia serán reconocidos como una "nacionalidad" en 1968). Por otra parte, las dos principales minorías no eslavas quedarán incorporadas en dos "provincias autónomas": el Kosovo, con la mayoría albanesa, y la Voivodina, con una fuerte mayoría húngara, y conteniendo también numerosas otras minorías. Estas dos provincias quedarán sujetas a la república de Serbia. Durante la época monárquica, la principal causa de inestabilidad fue la preponderancia manifiesta de Serbia sobre los pueblos no serbios, razón por la cual el régimen de Tito buscará el modo de impedir la repetición de esta experiencia negativa. Para esto llevan a la práctica una política resumida en: "Para una Yugoslavia fuerte, una Serbia débil.

 

Sobre las ocho entidades territoriales de Tito (seis repúblicas y dos provincias autónomas), cinco habían sido consideradas bajo la monarquía como puramente serbias: no solamente Serbia y sus dos provincias autónomas, sino también Montenegro, cuyos habitantes son muy cercanos a los serbios, y Macedonia, cuya especificidad no había sido jamás reconocida. En ella, los serbios constituyen un poco más de un tercio del total; bajo la monarquía, Serbia representaba el equivalente a cinco octavos del conjunto y tenía en sus manos todos los poderes. Bajo Tito, ella no representaba más de un octavo.

 

Así, un cierto equilibrio se intentaba asegurar entre las repúblicas correspondientes a los pueblos más numerosos como los croatas y los serbios. Una de las grandes novedades del sistema fue la creación de la República de Macedonia y el consiguiente reconocimiento de la nacionalidad macedonia. Esta región venía siendo sido disputada desde 1912 entre serbios y Búlgaros, y sus habitantes obligados a declararse a veces serbios o a veces búlgaros. Por lo que el nuevo régimen les propone llamarse simplemente "Macedonios". Los dialectos hablados en Macedonia pertenecen a un grupo "búlgaro-macedonio", y es bastante más cercano al idioma búlgaro que del serbio, pero en todo caso, diferente también al hablado en Bulgaria. Por este motivo, intentarán crear desde 1945 una lengua oficial "macedonia", sobre la base de los dialectos locales. La nueva lengua será enseñada en las escuelas, utilizada en la prensa y la literatura, etc. La esperanza de los iniciadores de esta reforma era de que los nacionalistas macedonios se volcaran hacia Yugoslavia y no contra ella.

 

También el régimen titista garantiza una total igualdad de derechos a todos los pueblos, la enseñanza a cada uno en su lengua materna como así mismo el uso de ella en todos los asuntos públicos. Sobre todo en Voivodina, estas medidas serán destacables ya que en ella se hablan oficialmente seis lenguas: serbio, croata, húngaro, rumano, eslovaco y ucranio. El carácter multinacional del régimen era simbolizado en las personas de los principales dirigentes: alrededor de Tito, croata, estaban Eduardo Kardelj, esloveno, Aleksandar Ranković, serbio, y Milovan Djilas, montenegrino.

 

Se llegó a decir de Tito, que éste era "el último de los Habsburgos". No solo por el boato en su vestir y sus aires de nuevo emperador, sino por la similitud de su política tendiente a obtener un equilibrio entre las diferentes naciones, medidas que también habían puesto en práctica los Habsburgos en el antiguo Imperio austro-húngaro. Como en la vieja Austria, la diversidad era admitida y la unidad impuesta. Pero con Tito, el guardián de esta unidad no eran ya dos pueblos dominantes: Alemanes y Magiares como en tiempos de los Habsburgos, sino el Partido comunista y Tito, él mismo. Claro que este sistema ocultaba realidades y contradicciones evidentes: la distinción entre "pueblos" y "minorías". Seis pueblos o nacionalidades son oficialmente reconocidas y gozaban cada una de ellas de una "república". Pero como contradicción, los Albaneses (Kosovo), con una población de un millón setecientos mil eran una "minoría," y al lado de ellos, los Montenegrinos con solo medio millón eran considerados un "pueblo". El reconocimiento de las nacionalidades, significó de todas maneras un importante progreso en relación a cómo se entendían las cosas en el antiguo régimen monárquico-serbio. En la Yugoslavia socialista, la unidad de la lengua croataserba era considerada como un dogma. Se prohibió el emplear los términos de "lengua serbia" o "lengua croata": se debía decir: "variante oriental" o "variante occidental". También las alusiones a las confesiones religiosas debían ser muy mesuradas. Eran tabúes que todo el mundo tenía que respetar. Con el correr de los años, comienza a crecer un sordo descontento en todos los pueblos:

 

 

 

 

Peor aún, cada pueblo culpaba al régimen de aliarse con el pueblo vecino en su contra. Los serbios planteaban que como el gran jefe era croata, éste les perjudicaba expresamente para beneficiar a Croacia, los croatas a su vez, y con bastante razón, se quejaban de que la dirigencia en el Partido, en el ejército y la administración pública en general estaba copada en su mayor parte por serbios. Durante cuarenta años, la expresión de estos descontentos serán ahogados con medidas represivas. Pero la acumulación del descontento explotará en los años 80, cuando Tito fallezca.

 

 

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Gaspar Glavic: Mis lecturas sobre los 2000 años de la historia de Croacia

Studia Croatica - electronic edition

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