Una vez el atentado
cometido, las distintas fuerzas en pugna entrarán en juego para sacar el
beneficio ya de antemano calculado por cada uno de los protagonistas. En lo
inmediato, el estado mayor general austro-húngaro y el Ball-hausplatz (sede del
ministerio de Relaciones extranjeras de la Doble-Monarquía en Viena). El
general Von Hotzendorf era desde 1906 un decidido partidario de una guerra
preventiva contra Serbia, foco de agitación eslava a las puertas del Imperio.
También el conde Berchtold ministro austro-húngaro, era partidario de una
operación de fuerza contra quienes veía como una avanzada de la política rusa
en los Balcanes. Solo eran opuestos a estas ideas, el viejo emperador
Francisco-José, con ochenta y cuatro años y en Budapest, el Primer ministro
Esteban Tisza.
Desde el primer momento,
Viena acusa a Belgrado de ser el instigador del asesinato, pero el gobierno
serbio y sus protectores de Rusia y de Francia, denuncian una maniobra
maquiavélica de Viena. Las tergiversaciones y recriminaciones durarán más de un
mes. Asegurándose de todas maneras el apoyo del emperador alemán Guillermo II,
el gobierno austro-húngaro se decide por una guerra limitada creyendo que sería
corta: casi como una expedición de castigo en contra de un nido de terroristas.
El 22 de julio, a las 6 de
la tarde, el encargado de negocios austríaco, entrega al ministro serbio de
finanzas, que reemplazaba a Nicolás Pašić, ausente, un ultimátum exigiendo
la prohibición en Serbia de publicaciones hostiles a los Habsburgos, castigar a
los oficiales y profesores que tuviesen la misma actitud y permitir el trabajo
en Serbia de expertos austríacos para llevar a efecto la investigación sobre el
asesinato de Sarajevo. Belgrado tendría cuarenta y ocho horas para aceptar
estas demandas; en caso contrario, las relaciones diplomáticas serían rotas de
inmediato. Los serbios piden a las Potencias su mediación pero al mismo tiempo
preparan la movilización general, que llevan a la práctica media hora antes de
terminado el plazo dado en el ultimátum. Serbia acepta las dos primeras
demandas austríacas salvo la tercera que es considerada como una ofensa a la
soberanía del reino. Viena considera que la demanda a sido rechazaday ordena a
su encargado de negocios de abandonar Belgrado. Al día siguiente, según el
informe que entrega el ministro Berchtold al emperador, se habría producido un
incidente armado en la frontera serbio-húngara. El 28 de Julio, Austria-Hungría
declara la guerra a Serbia. Como consecuencia de las alianzas pactadas, Rusia
moviliza sus tropas el 30 de julio, Austria-Hungría hace lo mismo el 31,
Alemania y Francia el 1ero de agosto. A continuación, entre el 1 y 4 de agosto,
se sucederán las declaraciones de guerra. El atentado de Sarajevo, desembocaba
en una guerra europea, y rápidamente en la Primera Guerra mundial.
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Gaspar Glavic: Mis lecturas sobre los 2000 años de
la historia de Croacia
Studia Croatica - electronic edition
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